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jueves 19 septiembre 2024

Argentina y Polonia: las derechas y las ultraderechas

por María Cristina Rosas

Mucho se ha hablado del auge de las ultraderechas, en particular, en Europa y también en Estados Unidos -en especial durante la era de Donald Trump- además de América Latina, si bien otras partes del mundo no están exentas de este fenómeno: ahí está el caso de Israel, donde tras los comicios de diciembre del año pasado Benjamín Netanyahu encabeza al gobierno más a la derecha que se haya observado desde la creación del Estado israelí en 1948.

Con todo, llama poderosamente la atención lo ocurrido en dos procesos electorales recientes, los celebrados en Polonia el pasado 15 de octubre, donde los comicios parlamentarios dejaron a la ultraderecha encabezada por el Partido Ley y Justicia debilitada, mientras que en la Argentina, en unas elecciones ampliamente comentadas en la región, mismas que se celebraron el domingo 22 de octubre, el peronista Sergio Massa se impuso al ultraconservador Javier Milei, quien en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) del pasado 13 de agosto, arrancó en el primer lugar a una distancia considerable de Massa y de la macrista Patricia Bullrich. ¿Qué está pasando con las ultraderechas y las izquierdas?

Si bien la comparación entre Polonia y Argentina es complicada considerando las notables diferencias existentes entre ambos países, no está de más analizar las consecuencias para la Europa comunitaria de lo sucedido en Polonia, como tampoco lo que pasó en Argentina para la región latinoamericana. Una mirada rápida a la Unión Europea destaca el ascenso de las derechas y ultraderechas en comicios como los que previamente se desarrollaron en Italia, Grecia, Suecia y Finlandia. En contraste, en América Latina, la izquierda, con sus claros matices, gobierna en la región, desde México hasta Brasil, pasando por Cuba, Chile, Colombia, Honduras, Nicaragua, Bolivia, en tanto hay partidos de centro-izquierda al frente del ejecutivo en Perú y la República Dominicana. 

Tanto en Polonia como en Argentina, el resultado de los comicios es crucial para sus respectivas regiones, toda vez que podría marcar el reforzamiento o no de las derechas y ultraderechas, en el caso europeo, y de las izquierdas en América Latina. Dicho esto, a continuación, una revisión de lo que ocurrió, primero, en las elecciones parlamentarias en Polonia el 15 de octubre y luego lo que pasó en las elecciones presidenciales en Argentina, el 22 de octubre.

Polonia, como es sabido, tiene una dramática historia marcada por la lucha para sobrevivir. Al desaparecer como Estado luego de que sus vecinos se anexaran varios miles de kilómetros cuadrados a sus costillas, el país resurgió tras la primera guerra mundial y más tarde, fue invadido por la Alemania de Hitler, quien parecía decidido a exterminar a la población -ahí residía la mayor cantidad de judíos de Europa Oriental, amén de que la dirigencia germana consideraba a Polonia el “estiercolero de Europa”- y hacia el final de la segunda guerra mundial, quedó bajo la esfera de influencia soviética. En la década de los 80, en medio de una grave crisis económica y política, Polonia se benefició de las transiciones democráticas en la región y Lech Walesa, líder de Solidaridad, sindicato anticomunista, devino en presidente.

Polonia se ha debatido entre los ex comunistas de la era soviética, muchos reconvertidos o reciclados ahora como socialdemócratas, y la derecha, representada, en términos generales, por afiliados o seguidores de Solidaridad. Es considerado, de hecho, como uno de los países más conservadores de Europa. El gobierno en turno es liderado, como se sugería líneas arriba, por el Partido Ley y Justicia, de corte nacionalista, euroescéptico, antiruso y anti-inmigración. Su orientación política ha sido un genuino dolor de cabeza para la Unión Europea, misma que otorga numerosos apoyos económicos al país. Este gobierno, cuyo primer ministro es Mateusz Morawiecki, un economista, historiador y político en el cargo desde 2017, el pasado 26 de marzo se dirigió en la Sorbona a los líderes europeos en un discurso que pronunció con vistas a los comicios que se celebrarían en su país en octubre, acuñando lo que ha dado en llamarse la Doctrina Morawiecki.

En su discurso, a diferencia de las posturas mostradas por el presidente francés Emmanuel Macron y el canciller germano Olaf Scholz despotricó contra el supranacionalismo europeo, cuestionó los valores europeos que sobrevaloran la ilustración y desvalorizan al cristianismo, acusó a Bruselas de pretender la eliminación de la diversidad, reprochó el poco apoyo que Europa ha dado a Varsovia para enfrentar la crisis de los refugiados ucranianos y reiteró una y otra vez la discriminación que la Europa comunitaria desarrolla contra los polacos, a los que considera, según Morawiecki, ciudadanos de un país de “segunda.” Atacó a la burocracia europea y a su centralismo en detrimento de la soberanía de los miembros de la Unión Europea. En su discurso enfatizó que la invasión de Ucrania por parte de Rusia es una lucha civilizatoria y que Europa debería actuar de manera más decisiva contra Rusia, confiscando todos los activos rusos de manera permanente.

Para él “en el mundo, sólo cuentan los países poderosos, eficientes y seguros de sí mismos. Putin atacó Ucrania porque consideraba que los europeos eran débiles y ociosos.” Por ello convoca a la Unión Europea a actuar de manera más decisiva en apoyo a Ucrania, pero también la exhorta a ser menos supranacional, menos burocrática y más cristiana.

Pues bien, tras las elecciones del 15 de octubre, aun cuando el Partido Ley y Justicia que era la principal fuerza política desde 2015, se alzó con el mayor número de votos, perdió la mayoría en el Parlamento frente a la coalición opositora integrada por Coalición Cívica, la Tercera Vía y la izquierda con 54 por ciento de los escaños en la cámara baja (Sejm) y 48 por ciento en el Senado. Entre los opositores victoriosos es de destacar la Coalición Cívica, liderada por Donald Tusk, quien fuera Primer Ministro del país entre 2007 y 2014.

Este resultado electoral es una buena noticia para la Unión Europea dado que el próximo año se celebrarán comicios en el Parlamento Europeo y lo sucedido en Polonia reduce el margen de maniobra de la ultraderecha y del euroescepticismo dejando a Hungría en solitario con su narrativa anti-comunitaria e impactando también en la ultraderecha italiana. Los factores que influyeron en el posicionamiento de la coalición opositora fueron las políticas de inmigración y seguridad del gobierno en turno. Un escándalo por la entrega de visados irregulares a inmigrantes procedentes de países africanos y asiáticos, afectó al gobierno de Morawiecki, además de que se documentó que su administración estaba inconforme con el apoyo militar a Ucrania de cara a la poca solidaridad mostrada por otros socios comunitarios. Con la llegada del nuevo gobierno, se garantiza el apoyo militar a los ucranianos y la contención de la crisis en esa parte del mundo, que, de otra manera, tendría que ser asumida por otros países de la Unión Europea para los que resulta mucho más confortable que se haga cargo Varsovia.

Pasando al caso argentino, no es desconocido que la terrible crisis económica que ha enfrentado de manera recurrente el país prácticamente desde el arranque del presente siglo  ha impactado negativamente en la calidad de vida de la población. Hoy por ejemplo, a la inversa de aquella paridad peso argentino-dólar estadunidense 1 a 1 en los tiempos del gobierno de Carlos Menem, la cotización es de 349 pesos argentinos frente a la divisa estadunidense, y el dólar blue se encuentra en los 990 pesos, esto es, un 170 por ciento por arriba del tipo de cambio oficial. Para ponerlo de otro modo, hoy el peso mexicano es una divisa más fuerte que el peso argentino, toda vez que un peso argentino equivale a 53 pesos mexicanos.

Argentina, como todo el mundo, padeció los estragos de la pandemia del SARS-CoV2 y la recuperación económica ha sido compleja. En el gobierno de Alberto Fernández han desfilado tres ministros de economía desde 2019, siendo el actual, Sergio Massa, designado en el cargo el 13 de agosto de 2022, el candidato peronista que ganó las elecciones del 22 de octubre y que deberá enfrentarse en una segunda vuelta a Javier Milei el próximo 19 de noviembre.

Javier Milei recuerda en más de un sentido a Donald Trump. Milei ha sido analista de temas económicos en varios programas de televisión con un estilo polémico y controvertido mediatizado que lo lanzó al estrellato. Poseedor de varios perros mastín declaró que en caso de llegar a la presidencia sería su hermana quien fungiría como primera dama. En 2021 su partido Liberal Libertario ganó un par de escaños en el parlamento argentino.

En las PASO de agosto pasado, se puso al frente de las preferencias electorales y ello en parte obedeció a la frescura con la que introdujo temas en la agenda, tales como la dolarización de la economía, el fin de los programas sociales, además de que señaló que, durante su gobierno, en el caso de ganar, se legalizaría la compra y venta de órganos humanos y de las armas de fuego. Atacó a la comunidad científica y académica del país, amenazando con eliminar los apoyos gubernamentales que se le otorgan. En sus propuestas de política exterior prometió disolver el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y romper o reducir las relaciones con la RP China y Brasil. Con la bandera de que detesta a los comunistas, también dijo que retiraría a Argentina del grupo BRICS -Argentina, junto con otros cinco países fue admitida en la reciente cumbre del grupo celebrada en Sudáfrica.

El “fenómeno Milei” preocupó a la región, pero también a Estados Unidos. En la cumbre del G20 celebrada en Nueva Delhi hace algunas semanas, el presidente Alberto Fernández y su homólogo estadunidense Joe Biden dialogaron sobre el proceso electoral argentino, en particular porque Milei, si bien propone un hermanamiento con Washington, ha externado su admiración por Trump criticando fuertemente al presidente demócrata, pero también por las posturas extremas del personaje sobre temas económicos y políticos clave.

Pero así como el ascenso de Milei fue meteórico, su declive también lo ha sido por decisiones que lo volvieron menos congruente a los ojos del electorado. Inicialmente Milei despuntó como la opción al bussiness as usual, esto es, la izquierda y la derecha, aquella encarnada por el peronismo y ésta por el macrismo. Ambas han contribuido a la crisis económica que enfrenta el país. Empero los acercamientos de Macri con Milei, golpearon no sólo a la candidata macrista, Patricia Bullrich, sino al propio Milei, quien dejó de ser visto como opción y apareció como incongruente al percibirse que, después de todo, sí pactaba con un personaje tan criticado como el ex presidente Macri. La falta de pericia e incluso la ingenuidad política de Milei, terminaron por bajar las expectativas del electorado en su candidatura y el peronismo, por su parte, que promovió el voto de los militantes en el gran Buenos Aires y en las provincias llevó a Massa a aventajar al ultraderechista de manera clara. Para la segunda vuelta se espera una dura disputa entre Milei y Massa para adueñarse de los votos que apoyaron a Bullrich y a los otros candidatos. Contará mucho la polémica relación entre Macri y Milei, y que el peronismo convenza a los aun indecisos de que las radicales propuestas de Milei dañarían profundamente a la economía y al bienestar social.

También juegan factores externos como el pago de 4 400 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI), considerando que el país cuenta con una línea swap con la RP China por 6 500 millones de dólares además de 1 400 millones de dólares en derechos especiales de giro (DEG) para poder cumplir con este compromiso. Este pago debe realizarse entre octubre y diciembre del presente año y, en 2024, quizá la renegociación con el FMI de los compromisos crediticios pendientes podría no ser tan apremiante debido al respiro que otorga al gobierno la negociación con los chinos. No está de más mencionar que la asunción de quien resulte ganador en los comicios será el 10 de diciembre y que si Milei venciera, se complicaría mucho la gestión económica y la relación con Beijing, ello sin dejar de lado la inexperiencia política del ultraderechista que ha jugado a favor, al menos hasta hoy, de Massa.

El apoyo regional tampoco es un tema menor: a Brasil no le conviene que Milei sea presidente y se ha ventilado en diversos medios que Lula Da Silva despachó asesores políticos en apoyo a Massa previo a los comicios del 22 de octubre. La moneda está en el aire. Así como lo ocurrido en Polonia contribuirá a la definición de temas cruciales en la Europa comunitaria, los resultados electorales del 19 de noviembre en Argentina reforzarán a las izquierdas o bien abrirán un importante frente para la ultraderecha en la región.

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