¿A quién sigue usted en sus redes sociales? ¿Por qué decidió seguirlos? ¿Cuando le piden que haga algo, los obedece? O mejor aún, ¿ha hecho algo por llamar su atención? Es una dinámica que se ha estudiado ampliamente, y es de especial interés por el alcance global que tiene el ecosistema digital hoy en día y su capacidad de influir más allá de las pantallas.
El concepto de redes sociales no inicia con Internet, parten de la necesidad humana de formar grupos, del sentido gregario. La reunión de dos o más personas que comparten intereses forma un vínculo, un enlace. Al conjunto de esos enlaces se les puede abstraer con la forma de una red que une a uno o más de sus integrantes en una relación que no necesariamente es recíproca, pero sí les integra dentro de un grupo a partir de los rasgos que tienen en común, es decir, por afinidad.
Esos intereses en común permiten que las relaciones sean más cercanas entre quienes comparten más rasgos, entre quienes son más similares. Y a su vez las relaciones son algo menos cercanas entre quienes tienen similitud pero en menor grado, entre quienes comparten menos rasgos.
Al hablar de rasgos puede ser intereses, ideas, creencias, conocimientos, aficiones, opiniones, y todo lo que permita identificación.
Las redes se constituyen también como un ejercicio de jerarquía por la afinidad y la influencia, pero por los mecanismos de desindividuación tiende a ir en detrimento de los rasgos individuales y de identidad de sus integrantes.
El usuario en lo individual se construye a sí mismo desde la relación que forma con el grupo al que se integra por identificación, esto lo lleva a ceder elementos de su identidad a favor de adoptar los elementos que se tengan en común con los demás integrantes.
La persona, el usuario, pasa de una identidad desde lo individual sustentada en la propia conciencia, la idea del propio ser, a una identidad grupal basada en los rasgos que dan afinidad y se comparten por los integrantes de dicho grupo.
Cada integrante deja de ser “yo”, individual, para convertirse en “nosotros”, el grupo.
Los vínculos que se forman le confieren al grupo implícitamente un modelo de jerarquía, siendo que quien tiene más influencia es el nodo al que implícitamente se le rendirá a su vez la mayor posición de autoridad.
Dentro de las plataformas digitales este modelo se incentiva con la estructura básica de interacción entre seguidos y seguidores que el usuario establece con quienes se identifica.
Los usuarios son quienes confieren la relevancia entendida como importancia, en consecuencia, el grupo con quienes se identifican les confiere autoridad y liderazgo sobre el conjunto. Es decir, los seres humanos tendemos a jerarquizar nuestras relaciones cediendo la responsabilidad de los propios actos y sus consecuencias, en forma de autoridad.
El usuario al participar dentro de una red social en sus interacciones subsecuentes se refuerza a si mismo ya integrado por sus similitudes y afinidad, pero también reforzará la posición de influencia y autoridad de los nodos con mayor rango jerárquico dentro de su grupo afín.
La relación entendida como una red es propia de la forma en que se constituye la sociedad, pero también la forma en que el poder se constituye por la jerarquización e influencia de sus participantes. Lo mismo aplica para una familia, que para una corporación multinacional, que para una red social digital.
La red es el grupo de influencia, pero jerarquizado, por lo que la dinámica de poder le confiere la autoridad del líder que se vuelve en la obediencia del grupo.
Las relaciones de poder son fundamento de la sociedad y en general de todas las formas de relaciones humanas. Poder es la capacidad que da una relación de influir en la voluntad, pensamiento y conducir las acciones, del grupo afín.
Así en una red el poder se ejerce amplificado por la capacidad del nodo central, el que más influencia tiene, al multiplicarse por los nodos que lo circundan y con mayor fuerza entre más cercanía tienen con él.
Pero el poder tiene distintas formas, no solo por influencia, sino también como los acuerdos que regulan la participación de los integrantes del grupo. Estos acuerdos suelen ser tácitos, siguiendo por imitación del comportamiento de los demás integrantes.
Es una forma autoimpuesta de subordinación por la necesidad de los refuerzos afirmativos y validación recibidos por los otros integrantes, que pasan a ser los proveedores del satisfactor a la necesidad de aceptación y reconocimiento, que también se convierten en requisitos para seguir perteneciendo al grupo.
O bien, los acuerdos pueden ser de forma expresa que es una forma de ejercer el poder por inclusión a partir de quienes aceptan someterse a las reglas y términos del grupo que constituye la red para pertenecer a él.
Pero también puede ejercer el poder sobre quienes no están incluidos en el grupo por el efecto y consecuencias de sus acciones. De esto, la próxima semana.
Hagamos red, sigamos conectados, pero cuestionemos la posibilidad de ser, decir, decidir y pertenecer o no. Se le llama libertad.
Autor
Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.
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