Que Xi Jinping y Vladimir Putin son grandes camaradas, ni duda cabe. La empatía entre ambos personajes es evidente: los líderes han sostenido medio centenar de encuentros desde 2013, algo que ningún otro par de gobernantes replica en el mundo, o al menos, no a ese nivel -vaya, la presidenta mexicana aun no se ha reunido con su contraparte Donald Trump. Las reuniones entre Xi y Putin, no sólo son para despotricar contra Estados Unidos, como tampoco sólo ocurre en el marco de las cumbres de los BRICS +, ni en las de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS). Putin suele festejar sus cumpleaños en compañía de Xi, y viceversa.
La sintonía entre la República Popular China (RP China) y Rusia es un tema de la mayor importancia en la geopolítica global, sobre todo considerando que, en la guerra fría, los vínculos entre Beijing y Moscú se degradaron a niveles considerables. El fin de la guerra fría, el colapso de la Unión Soviética y el hegemonismo estadunidense han hecho su parte para ir hermanando a dos países que, aparentemente, tienen muchas cosas en común, entre ellas, dificultades con sus minorías, separatismos, regímenes políticos autoritarios, un deseo por establecer mecanismos de colaboración económica y financiera alternos a los occidentales, apetito por la proyección de sus intereses más allá de sus fronteras, y un largo etcétera. ¿Cuánto durará esta alianza? Mientras Estados Unidos hostigue a uno o a ambos, se puede anticipar que la relación entre Beijing y Moscú seguirá estrechándose. Habrá que ver también cómo se desarrollarán los vínculos entre los dos países una vez que se produzcan los respectivos relevos de sus liderazgos políticos, porque la química entre Xi y Putin no parece que sea tan sencillo que se reproduzca ¿o sí? Aunque como dicen por ahí, en la política no hay amigos sino intereses.
Al margen de las relaciones entre Putin y Xi, y tomando en cuenta la narrativa china de la importancia de los encuentros entre personas –people to people- a un nivel micro es interesante observar a la comunidad ruso-china en la RP China. Se trata de una de las más reducidas minorías étnicas en el segundo país más poblado del mundo, estimada en 15 mil personas, más otros 50 mil rusos que han decidido emigrar al gigante asiático para tener mejores expectativas de vida, sea por salarios, oportunidades laborales y de negocios. En contrapartida, hay medio millón de chinos viviendo en Rusia, aunque esta cifra es motivo de controversia.
Los ruso-chinos viven sobre todo en las provincias de Xinjiang y en lugares como Harbin, Shenyang, que corresponden a las provincias orientales de Liaoning y Heilongjiang. Muchos rusos también se han trasladado a las grandes ciudades como Shanghái, Hong Kong, Beijing por las claras oportunidades económicas que estas enormes urbes poseen. Por ejemplo, en la capital china hay unos 10 mil rusos, en tanto Shanghái alberga entre 5 y 6 mil eslavos.
A principios del siglo XX los rusos llegaron a Harbin para la construcción de un ferrocarril. Cuando se produjeron la primera guerra mundial, la revolución rusa y la guerra civil en el país eslavo, Harbin llegó a albergar entre 100 mil y 200 mil rusos que huyeron de los conflictos armados. En Xinjiang la historia ha sido distinta y tiene que ver con el expansionismo del Imperio Ruso en el siglo XVII cuando lanzó varios ataques contra la dinastía Qing de China. En el siglo XIX los rusos arribaron a Xinjiang animados por la fiebre del oro. Ya en el siglo XX, con la derrota del ejército blanco -las tropas del zarismo- por el ejército bolchevique, muchos cosacos y rusos emigraron a Xinjiang. A ello hay que sumar que, durante el régimen de Stalin, en especial en la década de los años 30, se obligó a los rusos emparentados con chinos residentes en la URSS a emigrar a China.
Del lado chino, aunque hay demógrafos rusos que señalan que no ha habido un censo adecuado de ese grupo de población en el país eslavo y, por lo mismo, consideran que hay medio millón de asiáticos en Moscú y en la Rusia asiática, las cifras oficiales hablan de un rango que oscila entre 35 mil y 40 mil chinos, la mayoría asentados en Moscú y el resto en el lejano oriente ruso en localidades como Vladivostok, Jabárovsk, y Ussuriysk.
Las circunstancias geopolíticas parecen estar favoreciendo el emprendimiento ruso en la RP China, en parte por las sanciones que enfrenta el país eslavo por la guerra contra Ucrania, y la buena relación existente con el gigante asiático. Desde 2022 se observa un boom de negocios rusos en Harbin y otras provincias aledañas, donde han prosperado unos 2 500 emprendimientos. Por lo tanto, es frecuente encontrar tiendas que ofertan galletas, chocolates, vodka, embutidos, pan y otros productos rusos que para los chinos son una novedad y su consumo es considerable. La RP China, como es sabido, ha logrado crecer y sacar de la pobreza a varios cientos miles de habitantes, quienes, en consecuencia, han elevado su capacidad de consumo, lo que hace al gigante asiático muy atractivo como mercado en expansión. Desafortunadamente ni todos los productos ofertados en las tiendas rusas son rusos y, adicionalmente, hay muchos falsificadores que aprovechan el boom ruso para vender productos que no fueron hechos en el país eslavo.
Con todo, este auge de lo ruso en la RP China no ocurre fuera de la aprobación gubernamental de parte de Beijing. La RP China es hoy el mayor socio comercial de Rusia y el hecho de que los rusos, que son mano de obra calificada, emigren y oferten sus servicios profesionales en las urbes chinas, resulta benéfico sobre todo para el gigante asiático. Que Rusia tiene un grave declive demográfico no sólo por sus bajas tasas de natalidad sino por la emigración de rusos étnicos, es una desafío enorme para Moscú.
No se debe perder de vista que la relación tan empática entre los dos países se beneficia de los acuerdos fronterizos pactados en los años 90 del siglo pasado, lo que puso fin a disputas que enrarecían los vínculos. Ambos países comparten hy 4 300 kilómetros de frontera. El acuerdo fronterizo soviético-chino en el sector oriental se firmó el 16 de mayo de 1991, cuando todavía existía la URSS y la gobernaba un debilitado Mijaíl Gorbachov. No se pudo llegar a un acuerdo en torno a dos islas disputadas por ambas naciones y ello se dejó para negociaciones posteriores. El acuerdo sobre el sector occidental de la frontera se firmó el 3 de septiembre de 1994. En diciembre de 1999, ambos países anunciaron formalmente la resolución de su disputa fronteriza de 30 años, esto ya durante el gobierno de Boris Yeltsin y su contraparte china Jiang Zemin.
Un tema adicional es cómo miran los chinos a los rusos. Por lo general se les asume positivamente porque se considera que Rusia ha sido tratada de manera despectiva por parte de Occidente y por lo tanto requiere un “compañero que la entienda” y claro, qué mejor compañero que la RP China. Del lado ruso, en una encuesta realizada en 2022 quienes consideran a la RP China como un país amistoso fueron un 92 por ciento de los interrogados -cifra notable si se toma en cuenta que en 2014 era un 40 por ciento de los encuestados quienes percibían al gigante asiático en términos favorables. La percepción de que Beijing es un contrapeso a Occidente prevalece en la opinión pública rusa. Evidentemente también la presencia de productos chinos en el mercado ruso ayuda a tener una percepción favorable de Beijing, sin dejar de lado el gesto que tuvo Xi Jinping con Vladímir Putin de prestar una pareja de panditas -a todos los demás países se los renta a razón de un millón de dólares anuales por ejemplar- el 5 de junio de 2019. El préstamo fue pactado a 15 años. Los ejemplares, Ruyi y Dingding han sido la adoración de los moscovitas, más aún cuando el 24 de agosto de 2023, nació una bebé pandita en el pabellón de los mamíferos en el Zoológico de Moscú. A raíz de ello se hizo una encuesta en línea en Rusia para decidir qué nombre ponerle a la recién nacida y ganó Katyusha -en honor a la famosa canción rusa, lo que también es excepcional, debido a la tendencia a bautizar con nombres chinos a los panditas. Katyusha se convirtió en súper estrella en internet y encarna esa política de la diplomacia de persona a persona –people to people– de la que tanto presume el gobierno chino. El poder suave invertido por la RP China en sus relaciones con Rusia y viceversa ha contribuido a esa estratégica alianza que hoy por hoy se vislumbra sólida.