Claudia Islas. Una talla de la televisión

Entre mi alterón de recortes de diarios uno me distrae. Dice lo siguiente: 

“Esta talla de marfil cobró vida cuando los rayos solares colorearon su pelo e iluminaron su sonrisa”.

La frase podría equipararse a un taco de caviar con piña pero la conservo porque es mi primer hallazgo sobre Claudia Islas en esta investigación. Además, entiendo el contexto, es 1967. Por eso no me extrañan otros dichos sobre la oriunda de Pachuca: “Nació en el centro de la gloria terrestre con detalles ornamentales del más refinado gusto estético”, por ejemplo. Incluso no río cuando la comparan con Brigitte Bardot, mejor escribo su nombre de pila: Elizabeth Islas Brasdefer, y su fecha de nacimiento, 17 de julio de 1946.

Vuelvo a mis hojas viejas. Los papeles no juzgan sino testimonian el destape nacional que ocurrió no sólo como requisito para obtener la gloria sino que anunció un relevo generacional con mejores confines para las mujeres. Fue, digámoslo así, el estriptis de su liberación. En ese sentido, la minifalda, el bikini y la corsetería acompañaron este proceso y Claudia Islas fue una de sus modelos.

En la revista Venus del 2 de julio de 1967, Claudia Islas luce unas French Knickers blancas. Quienes no son expertos deben imaginar calzoncitos de encaje a la cadera que abarcan hasta el inicio de la pierna. Según los editores, los bordes transparentes muestran que ella “está dispuesta a todo con tal de conquistar la ansiada fama”. Del reportaje no me sorprendió que tuviera una vida acomodada ni que estudiara actuación ni siquiera que dijera que le horrorizaban las vecindades de la capital, me sorprendió que fuera una actriz cómica luego de haber modelado para la televisión desde los 16 años lo que en la actualidad sería un escándalo. En aquellos días Claudia Islas actuaba en la obra Juan derecho y diez años después lo haría en Hola, Charlie junto a Mauricio Garcés y Amparo Arozamena, lo que le mereció muy duras críticas, incluso Malkah Rabel aseguró en el periódico El Día que la puesta en escena era lo más parecido al burlesque y que Claudia Islas “es la peor actriz de México”. Pero lo más relevante para mí es que Claudia Islas no oyó el canto de las sirenas para intervenir en las sexy comedias de los años 70 y buscó otras vías. Aunque tuvo deslices en Modisto de señoras (1969), Las tentadoras (1980) y Las piernas del millón, también mostró talento en Los junior (1970), Los corrompidos (1971) y, quizá sobre todo, Más negro que la noche (1975). También vale la pena decir que tuvo un digno papel como vedette en la serie “Éxitos de TV”.

No soy afecto a los chismes. Sin embargo, recuerdo que Carmen Salinas afirmó que Claudia Islas fue quien acusó de robo a Juan Gabriel, por lo que éste fue encarcelado en 1969. Nunca sabremos si así fue pues el llamado “Divo de Juárez” no reveló quien lo demandó. Lo que sí podemos anotar es lo central. Claudia hizo 46 filmes, varios de calidad, y 18 telenovelas, El retrato de Dorian Grey (1969) y Corazón salvaje (1993-94), entre las más sobresalientes.

Claudia Islas fue actriz de teatro cómico y por ello habita en este diccionario, como otras que desde ahí nutrieron más alternativas, aunque no tengo registro de que hubiera pisado algún club. Su trascendencia no se debió a su estampa; no es alguien que hubiera hechizado por esas dotes. No fue una actriz genial. ¿Por qué trascendió entonces? Porque apareció en la televisión cuando el influjo del dispositivo maravillaba al mundo y convertía el entretenimiento en un fenómeno de masas. Puestas así las cosas diríamos que si la energía solar no fue la que le confirió vitalidad a Claudia Islas, sí lo fueron los rayos catódicos aunque, claro está, no animaron a una marioneta sino a una profesional dispuesta a dar todo de sí y aprovechar el momento. Y es que la caja luminosa de aquella época parecía el Olimpo al que sólo los dioses podían visitar.

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