…y finalmente Manlio Fabio Beltrones, despertó. Después de tres días de pasmo en los que cargó sobre sus hombros el muertito electoral (siete muertos en realidad), en el equipo del líder del PRI se acordaron que en la lógica del sistema político mexicano, si no sacrificas a otros te sacrifican a ti.
Y es por eso que de pronto han surgido columnas por aquí, columnas por allá, que dicen que la culpa no fue de Manlio. ¿Qué iba a hacer ese pobre hombre ante el lastre de gobernadores como Javier o César Duarte?, ¿qué podría haber hecho – pues recordemos que al final es solo un hombre – ante el desastre que es Tamaulipas o la mala gestión de Beto Borge?, ¿qué culpa tiene el líder, el estadista, el “político más completo de México”, de la corrupción del gobierno federal y de sus múltiples escándalos? ¿Qué no ven que es una víctima de los errores de otros y hasta de la recochina homofobia mexicana?
Así se escribe y así se dice en estos días en que los amigos de Beltrones demuestran que están con él en las buenas y en las malas, en las victorias y en las (múltiples) derrotas.
Y en algo tienen razón, las derrotas no son atribuibles a un solo hombre, sólo que habría que hacer algunas preguntas.
¿Qué hizo Manlio Fabio Beltrones en este tiempo para frenar los abusos de César y Javier Duarte?, ¿qué dijo cuando el gobierno federal descalificaba a todos y decía que ya chole con sus quejas y que todo era culpa del mal humor social?
¿En dónde estuvo el líder del PRI cuando los legisladores de su partido ponían obstáculos a la ley #3de3 y al Sistema Nacional Anticorrupción?, ¿qué operación hizo – con su célebre poder – para decirle al gobierno que atendiera a los municipios petroleros que están quebrados, y a los municipios fronterizos que han padecido la reforma fiscal y que ahora sacaron a patadas a los gobiernos del PRI?
No, Beltrones no es el único culpable de la debacle del PRI, pero tampoco es un corderito inocente víctima de las circunstancias. Después de años de crear el culto al gran Beltrones, que ahora no nos salgan con que él no podía hacer nada. A otro perro con ese hueso.
Este artículo fue publicado en El sitio de Mario Campos el 10 de junio de 2016, agradecemos a Mario Campos su autorización para publicarlo en nuestra página.