Mal estamos como sociedad cuando el debate público se da con insultos, mentiras y manipulación al por mayor. Lejos de mostrar madurez, lo que hemos reflejado es que somos una ciudadanía que se mueve más por las peores emociones y no por la razón. Pero no es algo que nos deba sorprender si elegimos presidentes por ser dicharacheros, guapos o por las promesas que hicieron.
Las benditas redes
Las redes sociales se han convertido en herramientas para conducir la conversación pública, además de ser instrumentos que promueven campañas lo mismo dirigidas a incentivar la participación ciudadana en favor o en contra de algo o alguien.
El triunfo de López Obrador en 2018 no se puede entender sin la utilización de las “benditas” redes sociales —como el propio candidato aseguró la noche de su triunfo en las urnas—, aunque a últimas fechas se haya quejado de las campañas en su contra con la utilización de los famosos “bots”.
Pero se trata de una denuncia que si bien es válida, esconde que los dos bandos que se encuentran en la batalla diaria por la opinión pública recurren a esto, a la vez que se quejan de que los contrarios hagan lo mismo.
Así, las dos partes han llegado a un extremismo que se refleja en las redes sociales.
Van los ejemplos de este tipo de comportamientos:
La cuenta de Twitter de la Secretaría de Energía publicó el pasado 23 de mayo a las 17:29 horas, a propósito de las críticas que han recibido los últimas semanas las titulares de dicha dependencia, del Trabajo y de la Función Pública, que “sólo son el resultado de una bestia herida de muerte”.
El tuit desde la cuenta oficial, demuestra que más que funcionario público, quien la maneja es un militante que antepone dicha condición a su labor informativa institucional.
Mencionar a la Red AMLO, entre otros usuarios a los que alude —y que son abiertos simpatizantes de la 4T— demuestra que sí existe una relación entre el gobierno y usuarios de redes sociales que se dedican a inhibir la crítica.
Proceso publica en portada que “AMLO asfixia la economía” e inmediatamente huestes digitales se lanzan a calificar la revista como el nuevo Alarma y a culpar de la orientación editorial del semanario a María Scherer y Juan Ignacio Zavala.
Por supuesto, también hay quien llama a no leer la revista, además de calificarla como parte de los medios “chayoteros” que sólo buscan atacar al gobierno.
La secretaria de Trabajo, Luisa María Alcalde es sorprendida en un supermercado sin cubrebocas, pero además de disculparse se dice víctima de acoso. En redes sociales, usuarios indignados por eso van contra Ciro Gómez Leyva, de quien se refieren con insultos y frases en las que cambian sus apellidos.
Carmen Aristegui da espacio a Artículo 19 y Sigma Lab con la investigación que hicieron acerca de cómo en el conflicto sindical de Notimex, la directora Sanjuana Martínez apoya una red para atacar a periodistas que la han criticado, como es el caso de Marcela Turati –por mencionar un solo ejemplo–, con lo que logra que se mueva en redes sociales la tendencia #ApagaaAristegui, además de que es llamada traidora.
Algo que agrava este panorama, es que desde Palacio Nacional se alienta este tipo de comportamientos con frases que se parecen mucho a las que los usuarios que se identifican con la 4T repiten desde sus cuentas.
El presidente López Obrador asegura que El Universal es un medio amarillista –el diario le respondió en sus páginas–, además de que se ha quejado de Reforma y ha dicho que los medios extranjeros que han señalado críticas por el manejo de la pandemia del Covid-19 no tienen ética.
Asimismo, desde el principio de su gobierno promovió la difusión de una lista de medios y periodistas que, aseguró sin presentar pruebas o denuncias de algún ilícito, se trataba de pagos identificados por eso que se conoce popularmente como “chayote”, es decir, dinero que se entrega para publicar algo favorable para el gobernante que otorga dichos recursos.
No hay que olvidar que otro presidente de apellido López sintetizó el objetivo de dicha práctica en la frase “no pago para que me peguen”.
Pero quienes se asumen como oposición no se quedan atrás.
Pedro Ferriz Hijar difunde una encuesta en su cuenta de Twitter en la que pregunta acerca de la aceptación de un golpe de Estado si AMLO nos lleva al comunismo.
Otros usuarios no dejan de utilizar un apodo al referirse al presidente, como si con eso sus mensajes se volvieran más efectivos.
Unos más se lanzan a insultar bajo cualquier pretexto al inquilino de Palacio Nacional y al darse a conocer un vídeo en el que se habla de cómo son felices los habitantes de Baja California Sur en la pobreza, que resultó falso, no dudan en reenviarlo para demostrar lo mal que está trabajando el gobierno federal.
Y en el colmo del fanatismo anti López Obrador, @leogarcia, colaborador también de este portal, pregunta en Twitter que ha hecho la oposición y de inmediato otro usuario lo acusa de querer dividir a la misma, además de insultarlo y acusarlo de otras tantos pecados que sólo él ve.
La pregunta es qué debemos hacer quienes no militamos en ninguno de estos bandos y buscamos respuestas para terminar con los problema que tenemos como país.