miércoles 13 noviembre 2024

Negociar y dialogar, ¿cobardía?

por Alejandro Vázquez Cárdenas

“Hay que negociar”, “Hay que dialogar”, repiten como loros aquellos que por ley se supone están obligados a actuar. No ven, o no desean ver, que la violencia que desde hace tiempo vemos en marchas, bloqueos, tomas y plantones en todo el país es consecuencia precisamente de la indecisión del gobierno que, por alguna razón, ha optado por ceder el monopolio del uso de la fuerza a distintos grupos de presión política.

Una obviedad, el Estado tiene el monopolio del uso de la fuerza, es una sus atribuciones y obligaciones ineludibles; no es potestad de un gobernante el decidir si aplica o no la ley, es su obligación, para eso está, para eso le pagan. En el momento en que el poder del Estado desaparece, se produce un vacío que muchos grupos buscan ocupar.

Desde épocas aristotélicas se dice que la naturaleza aborrece el vacío, expresión destinada a explicar por qué, cuando algo falta, de inmediato surge algo que ocupa el lugar que estaba vacío. Esta máxima se ha aplicado sobre todo a los fenómenos físicos. Pero en realidad la naturaleza no aborrece el vacío; de hecho, la naturaleza no aborrece nada, puesto que no tiene propósitos, como la gente. En cambio, pareciera que la naturaleza humana sí “aborrece el vacío”, por lo menos en el caso de la política.

Pocas veces en la existencia de México hemos vivido un vacío de poder como en la actual administración del señor López Obrador. No, no es la primera ocasión en el que Estado abdica de su función principal que es garantizar la seguridad de la sociedad , pero es en esta “cuarta transformación” cuando el Estado ha abandonado, si no es que perdido totalmente, el monopolio del uso de la fuerza. Hoy, como nunca, son los grupos de presión tipo CNTE y los diversos cárteles de la droga los que mandan en una gran parte de la geografía nacional. Son ellos y no el Estado, los que imponen condiciones, los que cobran derecho de piso, los que permiten o no el libre transito por muchas carreteras del país.

Cargando el complejo del culpa por mal manejo del movimiento del 68 México ha quedado, desde entonces, poco menos que imposibilitado anímica, que no legalmente, para aplicar la ley cuando es necesario aplicarla. Ejemplos sobran, desde el vergonzoso episodio de los macheteros de Atenco que lograron impedir la construcción de un aeropuerto hasta el infinito rosario de bloqueos, plantones, robos y toda una gama de violaciones a la ley perpetrados por integrantes del ala radical del entonces PRD y ahora MORENA , seguidos por los segmentos mas violentos del magisterio de Oaxaca, Guerrero y Michoacán. Por si eso no fuera suficientemente grave ahora con la 4T se agrega la evidente y escandalosa impunidad del crimen organizado sobre todo en el llamado “Corredor del Pacifico”. Un ejemplo lo vimos en la reciente y vergonzosa huida el Ejercito en Nueva Italia, que nos recordó una escena de la película Mad Max; hasta el ambiente y el terreno se le parece.

Equivocada y trágicamente, quienes ocupan cargos de responsabilidad en México piensan que si abdican del monopolio del uso de la fuerza evitarán la violencia. Grave error, la experiencia ha mostrado que el temor a hacer cumplir la ley debilita al Gobierno y provoca nuevos estallidos de violencia. El vacío de poder se traduce poco menos que en una verdadera ley de la selva.

Muchos funcionarios simplemente prefieren no arriesgarse a que un operativo con la fuerza pública les salga mal. Y no dejan de tener cierta razón, han demostrado ampliamente su incompetencia, con trágicos resultados, solo basta recordar el doloroso episodio del linchamiento de tres policías, en el poblado de San Juan Ixtayopan, en la delegación Tláhuac, donde la gente del responsable de la seguridad, el Sr. Marcelo Ebrard no pudo llegar por la “orografía” del lugar (eso dijo) pero sí pudieron llegar los camarógrafos de la TV nacional e incluso entrevistar a uno de los policías , que ya amarrado, ante el micrófono tuvo la presencia de animo de saludar a sus jefes con un angustiado “buenas tardes” antes de morir quemado hasta la carbonización.

Las autoridades en México, como los avestruces, optan por esconder la cabeza en un agujero; ante cualquier conflicto repiten como manta, “la solución debe ser negociada”. El problema es que ante una violación a la ley no hay nada que negociar, solo aplicar la ley.

Los grandes problemas requieren soluciones de similar calibre. Vale la pena recordar el episodio del llamado Nudo Gordiano. En la mitología griega este era un complicado nudo atado por Gordias, rey de Frigia y padre de Minos. El nudo era tan elaborado y complicado que nadie podía desatarlo. Se decía que quien fuera capaz de desatarlo se convertiría en el gobernador de Asia. Muchos lo intentaron, pero en vano, hasta la llegada de Alejandro Magno, el cual, frente al complicado nudo, lo observó, lo evaluó y sacando su espada lo cortó de un tajo. Queda para la posteridad la expresión “nudo gordiano” la cual se usa para referirse a una situación complicada, sólo resoluble mediante una acción rápida y contundente.

Pero ese era Alejandro Magno.

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