Para los editores de Excélsior no fue relevante el espionaje contra periodistas y defensores de derechos humanos, (es el diario que menos publicó al respecto entre los llamados medios nacionales), en contraste con el amplio espacio y los titulares que dedica al discurso oficial y a cosas como “Por gandalla microbusero termina noqueado”; “Cinco minutos de fama; venía muy feliz y muy contenta y…”; “Conoce a Pituco, el perro ladrón de Brasil” y “Bloguera fitness muere tras explosión de lata de crema batida”. Estas últimas, todas, hoy mismo en la primera pantalla del portal; una de sus trabajos más leídos es: “Académico es el 'esperminator' que las mujeres buscan”.
Podríamos hacer el mismo contraste entre algún momento relevante y el desplegado baladí de contenidos que en nada (o en poco) ayudan para un intercambio público enterado; desde luego que el entretenimiento es parte de la función social de los medios, pero una cosa es esa y otra que predomine como oferta central en diarios que se promueven con otro perfil o, peor aun, un tema es el entretenimiento y otro el sensacionalismo cuando no llanamente algo que no tiene la menor utilidad, y notas como las antedichas son asiduas en Excélsior, insisto, en detrimento de noticias que tienen más relieve y efecto para el país. Pero eso es lo que ha ido predominando poco a poco en diferentes medios, no exagero, en desdoro de la propia democracia porque una de los problemas contemporáneos tiene que ver, precisamente, con la calidad de los medios de comunicación.