Los hechos sorprendentes que nos regala la Cuarta Transformación son innumerables y a cuál más preocupante. Las recientes “revelaciones” hechas por el señor Ricardo Sevilla hace unos días se suman al anuncio hecho por el presidente Andrés Manuel López Obrador de que procedería contra los productores de la serie “Populismo en América Latina”, que tanto le hizo enfurecer cuando era candidato.
Persecución contra los críticos. Desprestigio. Linchamiento mediático con la complicidad de la prensa oficialista en voces y plumas como Carmen Aristegui, Julio Astillero y Témoris Grecko, quienes reverencian y sirven de comparsa a AMLO.
El linchamiento que desde el poder y la prensa oficialista se efectúa—en este caso—contra el historiador Enrique Krauze y quien fuera su colaborador, Fernando García Ramírez, es una muestra innegable de que el actual gobierno está dispuesto a mucho con tal de acallar el disenso.
Hay muchos indicadores de la consigna de acallar la oposición mediante la cobarde arma del desprestigio:
-Hablan de generar contenidos críticos como si fuera algo reprobable.
-Están construyendo la noción de que ser opositor al gobierno es ser traidor. Y con éxito, a juzgar por múltiples comentarios que pueden leerse en redes sociales.
-Sevilla asegura, sin dar pruebas, que Krauze y García Ramírez están detrás del portal Pejeleaks. Y nadie lo cuestiona al respecto. Dan por bueno todo sus testimonio, sin más.
-En el noticiario de Carmen Aristegui sus colaboradores especularon sobre la comisión de “posibles delitos electorales”.
-Julio Astillero señaló en su columna de La Jornada que hay probable “lavado de dinero”
-Témoris Grecko llega tan lejos como para comparar a Krauze con Emilio Uranga, propagandista de Luis Echeverría durante 1968, en un artículo publicado en Aristegui Noticias.
– Álvaro Delgado, en Proceso, da por buena la historia de Ricardo Sevilla y aprovecha, de paso, para llamar a Fernando García “ayudante” de Enrique Krauze, en tono despectivo. Eso es miserable.
-A pesar de que Sevilla solo da pruebas de su relación laboral con Fernando García Ramírez, Carmen Aristegui, al “entrevistarlo”, no le cuestiona por qué incluye a Enrique Krauze en su testimonio.
-Aristegui tampoco lo interroga acerca de sus motivos para exponer, a meses de la elección, al equipo del que formó parte, cuando es más que evidente que su razón es el desquite, ya que según su propio dicho, se le quedó a deber dinero.
Algunas preguntas
Así, a la manera de la propia Carmen Aristegui, me permitiré preguntar:
a) ¿Qué hay detrás de las declaraciones de Ricardo Sevilla? Las que a partir de la existencia de un equipo de marketing político en tiempo de campañas crecen hasta hacer surgir una “campaña negra” en contra de Andrés Manuel López Obrador “orquestada” por el historiador Enrique Krauze, el escritor Fernando García Ramírez y financiada por el empresario Agustín Coppel.
b) ¿Por qué ahora? Coincidentemente, justo después de que el ITESO revelara la forma de operar de la Red AMLOVE, un conjunto de bots que atacan en Twitter las cuentas de quienes critican al gobierno federal, la revista etcétera y su director, Marco Levario, incluidos.
c) ¿Qué hay detrás de la exhaustiva cobertura que Carmen Aristegui ha hecho de los dichos mal sustentados del editor y periodista? Cobertura que no ha cuestionado su relato en lo absoluto. Apenas ha hecho remedo de escepticismo al señalarla como “supuesta trama” o “presunta operación”.
d) ¿Por qué Aristegui no ahonda en los enormes huecos que tiene el relato de Sevilla? ¿Por qué da como buena su versión, así sin más? Al hacerlo, demuestra, una vez más, que lo suyo, lo suyo, es el periodismo de ficción, como bien ha dicho Marco Levario Turcott.
e) ¿Qué motiva a Ricardo Sevilla para hacer estas revelaciones? ¿Qué gana? ¿Qué premio le espera después de este acto miserable? Dejo la pregunta sobre la mesa, Carmen, Ricardo.
f) ¿Con qué seguridades Ricardo Sevilla se lanza a enemistarse con Agustín Coppel, a sabiendas que puede ser objeto de una demanda millonaria? ¿Tiene con qué pagar una multa o un abogado alguien que se prestó a un trabajo reprobable (según él mismo) por apenas 25 mil pesos al mes?
Muchas preguntas, muy delicadas.
Algunas consideraciones
1.- La “Operación Berlín” (vaya nombre melodramático) es, bajo cualquier punto de vista, un ejercicio legítimo del marketing político. Nada en la ley prohíbe a particulares elaborar contenidos para apoyar la campaña del candidato de su preferencia. La generación de fake news o contenidos difamatorios no la prueba Sevilla en ningún momento.
2.- Lo único que demuestra lo que presenta Sevilla es la existencia de un grupo de trabajo dedicado a investigar y generar contenidos en el marco de una estrategia de campaña. Carmen Aristegui finge no saberlo, pero absolutamente todos los actores políticos echan mano de profesionales de la comunicación para hacer acopio de información que sustente sus posturas, sus programas de trabajo y también, que revele flaquezas del adversario. ¿Qué otra cosa son, si no, los equipos de campaña?
3.- La afirmación de que Krauze y Fernando García Ramírez están detrás del portal Pejeleaks (del que escribimos en su momento aquí en etcétera) es insostenible, no es nada. Él sabe bien que nadie pudo localizar nunca al dueño de dicho dominio ni tampoco a quienes elaboraron todos los contenidos. Aprovechando dicha opacidad, golpea a Krauze, contra quien AMLO siente una profunda animadversión.
4.- Sevilla asegura querer dar a conocer a la opinión pública lo relativo al “mezquino negocio intelectual” que ha realizado Krauze durante sexenios. ¿Escribir, opinar y cobrar por ello? ¿Sostener opiniones políticas a las que se las acusa de ser “de derecha”? La última vez que revisé, en este país todos tenemos derecho a la ideología que se nos dé la gana. Desafortunadamente, AMLO está decidido a que eso cambie. Solo quiere que haya una ideología: la suya.
A modo de conclusión
Por medio del periodismo oficialista, (en el que se encuentran Carmen Aristegui, Sin Embargo, y Eje Central, entre otros) el gobierno federal encabezado por AMLO está trabajando intensamente por construir un imaginario político e histórico en el que todo aquel que se muestre contrario a él sea un traidor.
La estrategia está prendiendo con fuerza entre los acríticos seguidores de AMLO, quienes ya festejan que por fin haya llegado la hora de que Krauze, “ese intelectual orgánico”, pague las que debe. Es inadmisible. Es ni más ni menos que una persecución política, esas que la izquierda luchó por erradicar.
En un escenario digital y con muchas diferencias, pero todo esto me recuerda a los intelectuales burgueses avergonzados por las Juventudes Rojas, durante la Revolución Cultural china. Son tiempos aciagos. No lo permitamos. Seamos contrapeso del poder.