“Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener, porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo…“ (“Definición de hijo”, por José Saramago, Premio Nobel de literatura).
Tal vez el lector habrá leído esa reflexión y probablemente la habrá replicado, como miles en la Internet. Sin embargo, esas palabras no son del famoso escritor portugués. Algún sujeto sin quehacer le puso esa firma, por lo cual, esas palabras comunes que desde hace cientos de años se dice del deber de ser padres, se elevan a un nivel superior porque las suscribe un artista reconocido con el máximo premio en letras.
Quien esté familiarizado con textos de Saramago sabrá que el escritor siempre se declaró ateo, por lo que no suscribiría eso de “Hijo es un ser que Dios nos prestó”.
Hace años que la fundación que se lleva su nombre y también, quien fuera su esposa, Pilar del Río, han aclarado que eso no lo escribió el escritor; no obstante, esa carta sigue dando vueltas por Twitter, Facebook y otras redes.
La viuda dijo para El País: “bromistas de mal gusto hay en todas partes, desde los chismorreos a los globos sondas de gobiernos y empresas […] no hay que ir a Twitter para encontrar falsedades publicadas: están los libelos, y en la red de oportunismos, la pura maldad y la necesidad de satisfacer el ego escondido tras un nombre que convoque, ya que a cara descubierta no conseguiría atención”.
Agregó que a raíz de la muerte del escritor (10 de junio de 2010) “circula por Internet un montaje con un supuesto texto suyo en el que define el concepto hijo, y no hay manera de pararlo, pese a los mil desmentidos que se han hecho. Si José Saramago viera que se le atribuyen esas palabras se volvería a morir; están en contradicción con lo que escribió toda su vida y hasta hay gente que se emociona leyéndolo. En fin”.
Como con ese famoso texto colgado a Saramago ocurre algo parecido con un poema atribuido a Jorge Luis Borges (“Instantes”):
“Si pudiera vivir nuevamente mi vida / en la próxima trataría de cometer más errores. / No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. / Sería más tonto de lo que he sido, /de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. / Sería menos higiénico. / Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, / subiría más montañas, nadaría más ríos. / Iría a más lugares a donde nunca he ido, / comería más helados y menos habas, / tendría más problemas reales y menos imaginarios.”
A pesar de que hay muchas formas de comprobar la autenticidad de lo que se publica en las redes, no se hace; y no solamente caen ingenuos sino hasta intelectuales famosos, como Elena Poniatowska, quien creyó en la autoría de Borges (cuando se debe a Don Herold o a Nadine Stair, no está claro aún).

En 2012 se publicó un libro en honor del escrito argentino (Borges y México) y la Poniatowska incluyó irresponsablemente ese poema. Hizo más: dijo que ese y otro poema se los leyó al escritor cuando lo entrevistó en 1973 (lo cual entonces echa por tierra el final de ese texto “Pero ya ven, tengo 85 años…y sé que me estoy muriendo”; Borges nació en 1899 y para 1973 no tenía 85 años) y que no objetó la autoría. Eso es una mentira, ya que Nadine Stair, originaria de Louisville, Kentucky, lo publicó en 1978. Además el poema apareció en Internet después de la muerte de Borges (1986). Es probable que Elenita lo leyera en la Red y creyera en la falsedad.
Al salir el libro, la viuda del escritor, María Kodama, puso el grito en el cielo, señalando que ese poema jamás lo pudo escribir Borges. Por lo tanto la editorial Random House Mondadori retiró todos los ejemplares.
Todos los responsables quisieron escurrir el bulto. Unos que estaban de viaje, otros que no se fijaron. El problema es que, el error lo cometió Elena desde la primera edición de Todo México en 1990. A raíz de eso fueron varios críticos que apuntaron que ese poema no correspondía en nada al autor de El Aleph.
La entrevista con Borges fue en el ’73, pero Elena le cambia la fecha y la pone en el ’76, así coincide con el otro poema que incluye (este sí de Borges: “Remordimiento”, publicado en 1975).
“¿Qué le lleva a esto? —dijo María Kodama— Nunca pudo leerle a Borges estos poemas ya que “Instantes” aparece en internet después de la muerte de Borges y el poema “Remordimiento” me lo dictó Borges tres días después de morir su madre. Hecho que ocurrió dos años después de la entrevista que hizo Poniatowska”. Es decir, irresponsabilidad, ingenuidad y mentiras con doña Elena.
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Autor
Director de Reporte Mexcal. Articulista del Diario Noticias y Etcétera.
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