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“Oficialmente se desconoce quién fue el atacante, pero algunos de los asistentes al debate sobre grafiti en el Museo de la Ciudad de México dejaron un rastro que vincula a un activista y promotor cultural de Morena y a una ex servidora pública”, escribió el pasado 13 de agosto en el portal de 24 Horas el articulista Alberto González, en referencia al pastelazo que recibió la crítica de arte Avelina Lésper nueve días atrás.

Como sustento a su hipótesis de que personas allegadas al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) participaron en el incidente, el autor reproduce una conversación hallada en la página de Facebook de Martín González Mercado, quien se describe como Coordinador de Morena en la Ciudad de México en la cual se sugiere que él directamente estuvo involucrado:

Aiko Reygo: ¿Fuiste tú el del pastelazo?
Antonio Gritón: ¿Vieron lo del pastelazo?
Leonel García: Fue Martín.
Lorilei Parra: Sííí, yo lo vi. Ja, ja, ja, ja.
Leo Barbosa: Soy su fan, Lori y Martín.

En la publicación que dio origen a esta charla virtual aparece una fotografía de González Mercado, donde según sus palabras, le acompañan Lorilei Parra y Denisse Mauries. La imagen fue tomada en el Museo de la Ciudad de México el día del debate y adjunta a ella añade la frase: “Lo mejor del ‘diálogo’ fue encontrarnos viejos y nuevos cómplices”.

En una publicación anterior en su muro de dicha red social, Martín González Mercado lanza una serie de críticas a Lésper, no sólo por su postura respecto al grafiti sino a su desempeño en general como crítica de arte. La titula “Cálmate Avelita”, y en ella se puede leer lo siguiente:

El hecho de que una “crítica” se interese por el reino del grafiti, es una suerte del llanero saltado a la cancha de los profesionales; aprovecho para dar mis respetos a los artistas de la lata, no necesitan que los “especialistas” les den ese título se lo han ganado no en años, en décadas de la práctica de esta disciplina, sus diversas expresiones y aristas. Ella mercadea con espectáculo estético, nadie que realmente se asuma parte de, le puede comprar la historieta de que es “conocedora” del tema; suficiente tenemos con lo que dice del Arte Contemporáneo. Lo suyo es la provocación burda porque en estos tiempos es correcto, de hecho siempre ha sido así. En este contexto se asoma el inicio de su decadencia, algo así como la terquedad del boxeador a seguir peleando cuando sus facultades han sido disminuidas por el tiempo y el desgaste, que coincide “curiosamente” justo con los cambios profundos que están dando en el medio de comunicación que la ha cobijado y alentado.

El medio de comunicación al que se refiere es Milenio.

Pero si bien este punto de vista únicamente revela una posición personal de su autor hacia Lésper y no hay en ella un indicio firme que lo implique en el ataque a su persona, el post que colocó tres días antes tiene otra significación. Con fecha del 1 de agosto, colocó un meme donde aparece Lésper con un traje de dinosaurio y una mano con una lata de spray le apunta directo al rostro y se lee abajo la leyenda “Aplácate, Avelita”. En el mensaje adjunto a esta imagen, González Mercado escribe: “La respuesta será nuclear, repito, será nuclear”.

Martín González Mercado ha ocupado diversos cargos públicos en Ciudad de México; fue director del Faro de Tláhuac de 2006 a 2014 y más recientemente se desempeñó como Subdirector de Artes y Oficios en la Delegación Cuauhtémoc durante la gestión que inició Ricardo Monreal; entre sus tareas tenía la de coordinar las diez casas de cultura de la demarcación. De acuerdo con sus publicaciones en Facebook, participó activamente en las campañas de Morena en la capital del país, tanto en la de Claudia Sheinbaum para la Jefatura de Gobierno, como en la de Néstor Núñez para la alcaldía de Cuauhtémoc.

Los vínculos de Martín González Mercado con Morena son claros. Por lo que respecta a su presunta autoría del pastelazo a Avelina Lésper, no es posible establecerla plenamente. Tal y como lo señaló Alberto González en 24 Horas, sólo existen esos escasos indicios en su perfil de Facebook; lo que sí es un hecho es su animadversión hacia la crítica de arte por sus opiniones sobre el grafiti.

Ahora bien, ¿cómo se llegó hasta el pastelazo? Resulta que a finales de julio, un amigo de la curadora de arte encontró en un muro cercano a la Sala Ollin Yoliztli, en sur de Ciudad de México, un colorido grafiti con la frase “Avelina Lésper, me la pelas”, y ella, a través de su página de Internet (no maneja cuentas de redes sociales), convocó a los autores de esta pinta a un debate sobre el significado artístico de esta forma de expresión gráfica. Anexó a su invitación fechada el día 28 una fotografía suya posando frente a la pinta. Con el auspicio de la Secretaría de Cultura capitalina, se acordó la realización de la discusión para el 4 de agosto, teniendo como sede el Museo de la Ciudad de México.

Dos grafiteros, que se identificaron con los seudónimos de Mufo y Neón, dijeron ser los autores y en un principio habían aceptado el debate, pero luego desistieron y emitieron un comunicado el 31 de julio, en el cual expusieron sus razones para cambiar de parecer: adujeron que Lésper ha emitido en diferentes foros y momentos “declaraciones ignorantes” en contra de quienes realizan grafitis, a quienes –dicen– ha calificado como “vándalos”. La acusaron de efectuar “monólogos vituperantes y descalificadores” con palabras altaneras y groseras en contra de quienes realizan este tipo de manifestaciones que ellos consideran artísticas, en las calles de la ciudad. Según su versión, Lésper declaró que los grafiteros “deberían rayarse las nalgas”. Bajo esta lógica, concluyeron, no tenía sentido asistir.

Aún así, el encuentro se celebró con la crítica de arte y los grafiteros Eblem Santa y Guillermo Heredia, quienes aseguraron que esta forma de expresión tiene raíces históricas y culturales, y muchos de quienes los realizan quieren transmitir un mensaje o idea, con un significado social. Por lo tanto, rechazaron que se quiera hacer un juicio generalizado sobre los grafitis en las calles, y así como en otras manifestaciones artísticas, deben hacerse diferenciaciones.

Por su parte, Lésper celebró que se haya abierto el foro pese a los intentos de sabotear su convocatoria con noticias falsas sobre su cancelación o atribuyéndole declaraciones que nunca hizo, según acusó. En su exposición, señaló que el grafiti surgió como una forma expresión de grupos marginales en diferentes partes del mundo que reclamaban de ese modo su derecho a ser escuchados en sociedades que los excluían, sin embargo consideró que con el paso del tiempo esa manifestación ha sido absorbida por el establishment y lo políticamente correcto. Es así que se “la rebeldía se burocratizó” y se han ido creando círculos de poder, tráfico de puestos y privilegios, y ahora los candidatos entregan botes de pintura a los grafiteros con una intención demagógica, y se ha llegado al grado del allanamiento de propiedades privadas con este objetivo. Concluyó que los realizadores de grafiti deben trascender todos factores ya descritos para conquistar su libertad y derecho de expresarse en las calles.

Foto: Tercero Díaz / Cuartoscuro

Mientras emitía su pronunciamiento, se comenzaron a escuchar algunas rechiflas, según la reseña de El Universal, firmada por Kevin Aragón, pero no pasó a mayores. Fue al salir del museo cuando, a pesar de ir custodiada por personal de seguridad, alguien se acercó y le asestaron el pastelazo. El video de este episodio se difundió ampliamente en las redes sociales, pero en la secuencia de las imágenes no se alcanza a distinguir con precisión a la persona que lo lanza. Sólo se observa el rostro de la crítica lleno de crema y a unos jóvenes que la rodean, pero de espaldas.

La tarde del 4 de agosto, la Secretaría de Cultura de Ciudad de México emitió un comunicado donde rechazó el uso de la violencia para dirimir controversias o manifestar diferendos entre ciudadanos y agregó que el Museo de la CDMX seguirá siendo un espacio abierto a todos los puntos de vista.

“Condenamos cualquier tipo de intimidación (física o simbólica) que pueda recibir Avelina Lésper como resultado del ejercicio de su profesión como crítica de arte, o contra los otros participantes de la mesa de conversación.

La palabra es el único modo que admitimos para la diferencia de opinión”, concluye el boletín.

Entrevistada por María Elena Meza en Milenio Televisión, el mismo agosto Lésper lamentó que la intolerancia haya impedido un verdadero diálogo e intercambio de ideas con los realizadores de grafiti. “Acostumbrados a los congresos y eventos realizados entre ellos y subvencionados por el Estado en el que no reciben críticas, que se desarrollan en el intercambio de elogios, mi cuestionamiento a sus características estéticas y sus implicaciones sociales fue rechazado hasta llegar a la violencia física”, denunció. Concluyó que lo sucedido no la intimidará para seguir ejerciendo la crítica.

A su vez, en entrevista para Vice, los grafiteros Mufor y Neón señalaron que Lésper manejó un doble discurso y por eso rechazaron su convocatoria. Según ellos, el debate sobre el grafiti no debe hacerse en un museo y frente a la prensa, sino en la calle, con la gente. Se deslindaron del pastelazo en su contra, lo calificaron como “una pendejada”, y se dijeron dispuestos a hablar con ella, pero en otras condiciones: “Chingándonse un cafecito”, por ejemplo.

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