Bienvenidos aquí a su casa, en donde nuestros abuelitos todavía hablan su idioma. ¡Aprendan sus costumbres y sean felices! ¡Aprendan con amor!
Algunos dicen que llegaron del otro lado del río Tembembe, otros que son descendientes de los xochicalcas. Hoy los poco más de 3 mil 500 habitantes de Cuentepec, en el estado de Morelos, son los herederos de los hombres y mujeres que adoraron a la Madre Tierra.
Ellos, que hablan el dulce idioma náhuatl y poseen el orgullo de ser con lo que tienen, de vivir con la riqueza de su tierra.
En un solo cuarto de tierra apisonada duermen y sueñan mientras trabajan; allí ponen a secar los Komale (comal) de barro; allí tejen sus anhelos cual Tlatoanis (sabios) que mantienen la destreza del trabajo artesanal, como don Lino, un Tlakatl (hombre), que a sus 92 años aún teje la palma con pie y mano.
El arte de trabajar la palma para sus asientos; de formar palizadas y techos de con la Ouatl (caña). Ellos siembran sus tierras, ellos viven contentos.
Ellas atan su cabello en una sola trenza y portan del diario sus tradicionales enaguas y mandiles plisados presumiendo el colorido de las telas en azul vivo, en anaranjado chillante, en rosa mexicano, en amarillo canario.
Cuentepec está vivo y muy cerca; Cuentepec existe por su gente sencilla, trabajadora y alegre, la misma que te recibe y te enseña, como es su costumbre, con todo el tlasojtle (amor) de su corazón.
Fotografías de Margarita Estrada