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Carmen Aristegui
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El pasado 13 de mayo, otro trabajo periodístico de Carmen Aristegui suscitó polémica.
Aquel día, en el noticiario radiofónico de MVS de la que ella es titular, Aristegui difundió parte de una entrevista que había sostenido con el ex presidente Miguel de la Madrid y que
forma parte de un libro que ahora confecciona. Lo hace en el contexto que todos conocemos, es decir: la contingencia sanitaria provocada por la influenza humana, la aparición del libro de
Carlos Ahumada, Derecho de Réplica, y el periodo de proselitismo rumbo a las elecciones del 5 de julio, en el que aún se encuentran inmersos los partidos políticos. Otro elemento que
sitúa las circunstancias en que se difundió el extracto de aquella entrevista fue que, recién 5 días antes, desde el despacho del ex mandatario, se desmintieron los rumores que aludían a
un supuesto estado de salud precario de Miguel de la Madrid.
Sobra reseñar esa parte de la entrevista pues fue ampliamente difundida en los medios, con excepción, extrañamente, de TV Azteca y Televisa (aun cuando el titular del noticiero estelar de
la televisora de Chapultepec, fue persistente al aludir el tema en otros espacios). Nosotros creemos que es un material de evidente, mejor, de audible interés periodístico que, más allá
del escándalo que suscitaría, no tiene razones profesionales para ser archivado o pospuesto para su incorporación en el libro mencionado. Ni más ni menos se trata de acusaciones de un ex
Presidente a su sucesor, Carlos Salinas de Gortari, que no se habían dado en la historia moderna. Otro asunto es la veracidad o no, la novedad o no, que tengan tales afirmaciones.
En el marco de un buen estado de salud, que es precisamente lo que había declarado días antes Miguel de la Madrid, Carmen Aristegui difundió lo que pensó más llamativo de su conversación
e incluso así lo comentó, por vía telefónica, a la oficina del ex mandatario y no obtuvo reacción de cualquier índole. Por eso, según los editores de etcétera, no es
creíble el desmentido que intentó hacer De la Madrid al día siguiente de difundida esa parte de la entrevista. Más aún, creemos que éste se procesó en los reductos de la política
orientados por Carlos Salinas de Gortari con lineamientos ejecutados por sus personas más cercanas y eso explica que Salinas y su hermano Raúl de inmediato quisieran cobijarse en esa
declaración, con el objeto de descalificar las acusaciones en su contra. Cierto es que ésta es una especulación, pero nos parece de hechura obligada en virtud de que Miguel de la Madrid
había declarado antes su buena salud y porque, insistimos, éste fue avisado con toda oportunidad. Sobre la persistencia de la periodista frente a una persona que en no pocas ocasiones
respondió con monosílabos, creemos simplemente que ella hizo su trabajo, como el que le corresponde a cualquiera que está frente a la posibilidad de que un interlocutor de tal
envergadura, como el que tenía enfrente, quisiera hablar como en efecto lo hizo. Con el reparo de que no somos expertos para opinar sobre la coherencia de sus palabras, en la estructura
de la entrevista no encontramos desvaríos o cualquier otro signo que nos pudieran hacer dudar de la estructura mental del ex presidente. Quienes sí saben de esto han coincidido al
respecto.
Que la difusión de la entrevista podría tener consecuencias en las predilecciones de los votantes no es un asunto del que esté necesariamente
obligada a reparar la periodista. Al menos en este caso y dados los elementos antedichos, tampoco pensamos que Carmen Aristegui hubiera trastocado a la ética profesional.
En varias ocasiones hemos expresado nuestro desacuerdo con algunos de los trabajos de Aristegui e incluso con sus desplantes de icono encumbrado desde la esfera de lo políticamente
correcto. En las más recientes ocasiones, por ejemplo, hemos dicho que no creemos que fuera censurada y por eso despedida de la W Radio; además expresamos nuestro desacuerdo con la
difusión de esa charla famosa, grabada y difundida ilegalmente que, para mal del país, provocó la destitución de Luis Téllez como titular de la SCT y a Carmen Aristegui la consolidó como
referente del periodismo sin concesiones. Pero esta vez coincidimos con su trabajo y con la forma en como operó para su difusión.
