El discurso de Donald Trump es un ejemplo paradigmático del discurso nacional-populista, desde una postura de derecha extrema. Él añade elementos de carácter fascista. Su éxito mediático y electoral se explican en gran parte por su fidelidad y consistencia con éste tipo de texto.
El discurso nacional-populista utiliza los mismos elementos de construcción en la izquierda que en la derecha. El contenido es diferente, aunque se parece en temas como la diversidad sexual y el derecho de las mujeres a decidir, pero en la forma son muy semejantes. Las claves de este discurso son diez:
1) Parte de identificar de manera clara y precisa quién es su audiencia. En lo general es un grupo amplio de la sociedad golpeado económicamente y enojado con el sistema, porque siente que este le ha fallado o los ha excluido. Éste conjunto se comporta como fieles de una iglesia particularmente militante. Es común que algunos de sus integrantes asuman posiciones irracionales y se comporten como fanáticos.
2) Los integrantes de esta iglesia esperan que su líder diga exactamente lo que ellos quieren oír. No importa si es falso. Ellos lo asumen como verdad. La fuerza del líder depende de su capacidad, para articular un discurso que responda a lo que ese grupo social espera y quiere escuchar. El texto debe recoger y dar salida a su descontentoy enojo.
3) El líder adquiere legitimidad en la medida que aparece como enemigo del sistema y se le vea, por sus actitudes y dichos, como fuera del mismo. Para sus seguidores eso lo hace distinto a los otros políticos. No importa si el personaje es un viejo político del sistema o un empresario del mismo. La más de las veces es uno u otro. Lo que cuenta es parecer o ser percibido como que no se es parte del mismo.
4) Es común articular el discurso a partir de la idea mesiánica de que hubo un pasado glorioso, que dejó de ser, pero es posible y necesario volver a él. El líder, para quienes están de acuerdo con esta visión, es la garantía del regreso al mundo que fue. El proyecto, en su parte medular, es el pasado por reconquistar y no el futuro por alcanzar.
5) El discurso está lleno de consignas morales e ideas generales. El líder nunca ofrece propuestas concretas y por lo mismo no está obligado a comprometerse con ellas. Él no tiene necesidad de decir cómo va a lograr lo que se propone. De intentarlo no lo podría hacer porque sus proyectos no pasan por el filtro de los criterios técnicos.
6) Piedra medular del discurso es insultar a los otros políticos, a los que se califica como parte del sistema. Las acusaciones más comunes son la corrupción, no estar comprometido con los más necesitados y ser títeres de los poderosos. El que dice el discurso podría ser acusado de lo mismo, pero ante los suyos es la encarnación del bien y por tanto incuestionable. El insulto gusta de manera especial a los integrantes de la iglesia.
7) La mentira o las medias verdades son de uso común. Simplifican la realidad. Imaginan al mundo como quiero o me conviene que sea. A los integrantes de la iglesia les gusta y se identifican con esas mentiras. La objetividad es compleja y exigen matices. De antemano se le niega. Es más rentable, da mayores beneficios, decir a los integrantes de la iglesia lo que quieren oír.
8) Una sola persona es la solución de los problemas. El líder indiscutible es la garantía de que las cosas sucedan. No es la acción de un colectivo. Solo él puede hacer que “la grey” vuelva a la tierra prometida que se ha perdido. Los demás le deben obediencia. Esa es la condición, para pertenecer a la iglesia. Quien cuestiona es un infiel o traidor.
9) El mesías, el líder, siempre se victimiza. Es parte constitutiva de su imagen. A los fieles les es fácil identificarse y solidarizarse con la víctima. El mundo se entiende muy bien, es muy claro, cuando quedan definidos quiénes son los victimarios y quién es la víctima. Toda crítica al líder, por objetiva que sea, queda desvirtuada. En todos los casos se trata de una agresión de los victimarios en contra del siempre inocente.
10) El líder tiene derecho, es una de sus múltiples prerrogativas, a descalificar a todas las instituciones. Es común, por ejemplo, que solo se reconozca el resultado electoral si gana el líder. Si no ocurrió tal, el juicio inmediato, sin prueba alguna, es que el proceso y las estructuras están viciadas y son fraudulentas. A la feligresía esto le resulta más que obvio.
Lo más común es que estos diez elementos se presenten de manera simultánea, tanto en los líder de izquierda y de derecha que se inscriben en la lógica del discurso nacional- populista. En ocasiones, son las menos, pueden estar presentes solo algunas de estas claves. A estas, que pienso son las fundamentales, se podrían añadir otras. Eso se deriva de las características específicas del líder.
El discurso nacional-populista surge y desaparece. No está siempre presente. Su uso o no está determinado por la realidad histórica de las sociedades. En los últimos 20 años, este discurso ha sido utilizado sobre todo por l íderes de izquierda en América Latina y de derecha y extrema derecha en Europa. Ahora su presencia y éxito en EU sorprende.
Es seguro que estará presente en ese país, por los cuatro próximos años y es muy posible, por la importancia que tiene la sociedad estadounidense, que se expanda a otras regiones y países. Lo previsible es que sea asumido, todavía con mayor fuerza, por las diversas variantes de la derecha en algunos de los países europeos. Ya hay evidencias de que eso empieza a ocurrir.