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miércoles 18 septiembre 2024

El micrófono, arma de guerra

por Guillermo Zenizo Lindsey

Madrid.- La Segunda Guerra Mundial pospuso el desarrollo de la televisión, pero consagró a la radio: en ese periodo fue el medio de comunicación más influyente y el canal desde el que la población, sobre todo aquella con altos índices de analfabetismo, siguió los acontecimientos al momento en que transcurrían y estuvo en sintonía con sus gobernantes.

El enfrentamiento bélico entre las potencias del Eje y los países aliados se libró por tierra, cielo y mar. Pero en el aire no sólo surcaron aviones, sino también ondas hertzianas desde las que Alemania e Inglaterra, principalmente, desplegaron su respectiva estrategia propagandística con los movimientos defensivos y ofensivos que comprenden las políticas de persuasión.

En este periodo se consolidó el mayor referente de la radiodifusión pública en el mundo: la British Broadcasting Corporation (BBC), cuyo alcance se extendió por sus emisiones internacionales y la veracidad de sus noticias. Asimismo, se dio un desenvolvimiento general del periodismo radiofónico, con la inmediatez que desde entonces le caracterizaría, pues los reporteros de estaciones de América y Europa narraban al instante los hechos que presenciaban, algunos en medio de las tropas de su propio país.

Los bombardeos de Londres y Pearl Harbor, la invasión de Normandía, Francia, o Día-D la liberación de Roma, el funeral del presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el hallazgo de los campos de concentración, la firma del armisticio que puso fin oficial a la guerra y los juicios de Nuremberg, fueron algunos de los eventos reportados en directo. Para Ángel Luis Rubio Moraga, profesor del Departamento de Historia de la Comunicación Social en la Universidad Complutense de Madrid, no hubo otro medio informativo con una evolución tan rápida hasta que apareció Internet.

En el cuadrante

La Primera Guerra Mundial, que implicó un tiraje récord en la prensa (por ejemplo de hasta tres millones de ejemplares en uno de los rotativos franceses), a su término significó para los periódicos una caída abrupta en la confianza tras evidenciarse que buena parte de sus contenidos no correspondieron con la realidad, por falsear información y omitir en su momento datos de la tragedia, como derrotas y número de bajas, pues su actuación fue totalmente propagandística.

Incluso Adolfo Hitler reprochaba a los políticos germanos que la batalla, más que en el campo de las armas, se había perdido en los terrenos de la propaganda y la diplomacia, donde los británicos demostraron su maestría. Tanto él como Joseph Goebbels, su Ministro de Cultura y Propaganda, siempre tuvieron presente el papel de la prensa para su encumbramiento. “Para llegar al poder y ganar una guerra había que tener elpoder de la propaganda”, sentenció Rubio Moraga, quien imparte las clases Historia del Periodismo Universal e Historia de la Propaganda. De acuerdo al también doctor en Ciencias de la Información, la Guerra Civil Española había sido el campo de experimentación, pues durante la lucha, el dictador Francisco Franco recibió ayuda alemana en este ámbito, particularmente relacionado con la radiodifusión.

Hacia la población y el enemigo

La radi o fue el instrumento que, en manos del aparato político, se usó para ejercer influencia ante la necesidad de convencer a la opinión pública, como establece el intelectual Ignacio Ramonet en su libro La tiranía de la comunicación.

“Una guerra no sólo se gana en el campo de batalla, sino también cuando se conquista el corazón de la población, que constituye la retaguardia. De ahí que las guerras mediáticas hayan cobrado tanta importancia con el tiempo, en primer lugar para que los propios combatientes sepan por qué están luchando y, en segundo lugar, para que la opinión pública apoye este tipo de combate”, afirma.

Por ello Alemania e Italia aprovecharon este medio como arma de combate ideológico. En Historia y poder de la prensa, el analista internacional chileno Raúl Sohr explica que los nazis privilegiaron la palabra hablada sobre la escrita, lo que significó un gran auge para la radiofonía. Por eso el ejército alemán fue el primero en contar con unidades destinadas específicamente a la propaganda, con la doble misión de levantar la moral de las tropas mediante programas informativos y de esparcimiento, y de desmoralizar al enemigo. Para ello contó con estaciones radiales instaladas muy cerca de las líneas de combate, donde periodistas profesionales redactaban testimonios de batallas.

Las radios fascistas tuvieron éxitos importantes en “la propaganda negra”, consistente en tergiversar los hechos y hacer creer que la información emana de otras fuentes. Radios de la Europa ocupada se hacían pasar por emisoras de la resistencia cuando en realidad eran operadas por los propios alemanes, con el propósito de crear confusión. Por su parte, los ingleses también establecían estaciones que emitían en alemán con información favorable al enemigo para así ganarse la confianza de la población y poder sembrar después la desconfianza hacia sus autoridades.

La BBC reconoce que inició en 1930 un servicio de monitoreo para contrarrestar las emisiones italianas y alemanas, y que se incrementó al estallar la guerra. Éste llegó a interceptar comunicaciones oficiales alemanas a periódicos y emisoras afines en territorios ocupados, además del comentario semanal del propio Goebbels, lo que provocó que éste pensara que había un espía en su equipo. Así, los británicos conocían lo que decía antes de que fuera publicado.

En América y Asia

Para contrarrestar la influencia mediática que Alemania ya tenía en América Latina, sobre todo en Argentina y Brasil, países con amplia presencia de inmigrantes germanos y donde éstos tenían sus propios medios informativos, la BBC arrancó en 1938 su Servicio Latinoamericano, que durante las hostilidades se dedicó exclusivamente a la transmisión de noticias.

“Fueron años en que el Servicio Latinoamericano triplicó sus transmisiones, pero también fue una época que los pioneros del servicio recuerdan como muy difícil por los riesgos de la guerra. Incluso hasta la oficina desde donde se hacían las transmisiones quedó destruida”, relata su sitio oficial.

Cuando todavía era considerado un país neutral, Estados Unidos fue objeto de las transmisiones del servicio especial que la BBC creó para atraer oyentes de esa nación, que después pudieron escuchar a través de estaciones locales que repetían la señal

británica. En cambio, en Asia, donde Francia y Gran Bretaña tenían posesiones coloniales, los alemanes convocaban a los nativos a rebelarse contra sus opresores. Además, las transmisiones alemanas eran populares en el público de la India, territorio británico donde la corporación londinense iniciaba transmisiones en lenguas locales y que tuvo muchos problemas para asentarse. Un cartón de la época ilustra las dificultades que tuvo en la región, al dibujar a un locutor de la BBC que decía al micrófono: “Llamamos a todos los países ocupados que luchen contra sus opresores, con excepción de India, por supuesto”. Por ello, el grupo londinense tuvo que dar voz a sectores como el partido pro-independentista, cuyos líderes eran antibritánicos. Incluso, George Orwell, quien trabajó para la sección hindú de esa cadena, renunció al considerar que la propaganda británica hacia India era una tarea casi imposible.

Intentos de blindaje

Como la radio tiene la ventaja de atravesar fronteras hostiles y distantes e ingresar en el seno de los hogares sin dejar huella, hubo varias prohibiciones en los países implicados en el conflicto para que la población no pudiera recibir mensajes ajenos al control propagandístico local. La Unión Soviética, donde la información se difundía a través de altoparlantes instalados en lugares públicos, prohibió la posesión particular de receptores. Al mismo tiempo, en Japón, tener un receptor de onda corta era penado con la muerte. Incluso cuando decidió intervenir en la guerra, el gobierno de Estados Unidos prohibió la propaganda o expresiones de solidaridad hacia los nuevos enemigos: Alemania, Italia y Japón.

La voz de las autoridades

En este periodo, los micrófonos fueron el principal instrumento de poder y de contacto de las autoridades con sus respectivos ciudadanos. La función fundamental, más que los comunicados oficiales, fue el llamado a la resistencia.

Hace 70 años, el primer ministro británico, Neville Chamberlain, anunció a través de la BBC que su país estaba en guerra con Alemania. Su sucesor, Winston Churchill, tuvo la labor de convencer a la población a que resistiera durante los bombardeos de Londres e incluso de alertarla contra la complacencia, cuando en 1943 la suerte estaba echada a favor de los aliados.

En la entonces URSS, la férrea defensa de Stalingrado (hoy Volgogrado), que fue el muro con el que se topó el avance alemán y cambiaría la suerte de victorias del ejército nazi, se consiguió al mantener la moral del pueblo ruso a través de las ondas radiales. Era tal la importancia de la radio, que como Alemania, a través de Goebbels, la empleó hasta el último momento, antes de la caída de Berlín, al hacer creer a la gente que la ciudad sería liberada por fuerzas cercanas.

El presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, arrancó un formato de programa semanal donde compartía una especie de charla al calor de la chimenea con los oyentes de su país, tradición que continuo su sucesor, Harry Truman.

El 14 de agosto de 1945, Hirohito se dirigió gracias a las ondas hertzianas a todos sus súbditos para anunciarles que Japón había perdido.

“Era la primera vez que los japoneses escuchaban la voz de su Emperador. La reacción de la población nipona fue, en un primer momento, de pasmo y desconcierto, pero poco a poco fue instalándose una sensación de sufrida resignación”, relata Jesús Hernández, en su Breve historia de la Segunda Guerra Mundial.

Desde Londres al mundo

La BBC fue pilar de la resistencia en los territorios ocupados por los nazis, al prestar el micrófono a los líderes de los movimientos en el exilio y refugiados, quienes transmitían al exterior en su propia lengua.

El general Charles De Gaulle anunció desde Londres que la resistencia francesa continuaba su lucha pese al entreguismo del mariscal Philippe Pétain, que gobernó el sur de Francia desde Vichy e instaló sus propias estaciones radiales vinculadas al nazismo.

Hubo una participación especial de la emisora británica durante la jornada del Día-D, al emitir mensajes secretos mediante frases sin sentido que les indicaran si la operación seguía su curso o no.

Cuando regresó triunfante a París, De Gaulle tenía ya garantizado el camino a la presidencia francesa.

Otro caso similar ocurrió con Holanda, donde la Casa Real de esa nación invadida comenzó las primeras transmisiones internacionales por onda corta, y que serían después la base del servicio mundial de Radio Nederland.

“La reina Guillermina, personalmente, hacía uso del micrófono para alentar a los suyos y acompañarlos con palabras de aliento en ese dramático período”, explicó José Zepeda Varas, director del Departamento Latinoamericano de la entidad pública holandesa.

La formación de la leyenda

Uno de los mayores triunfos del periodismo moderno se dio en el ambiente menos propicio, pues los gobernantes británicos también eran proclives a manipular la información.

“En tiempos de guerra, la verdad es algo tan preciado que debe ser cuidada por un guardaespaldas de mentiras”, era la justificación de Churchill para el engaño sistemático.

Al contar con un órgano de dirección independiente del poder político en turno y ser financiada directamente por un impuesto anual a la posesión de aparatos receptores, la BBC ha podido desde entonces resistir a la presión e intento de mordaza de los gobiernos y practicar sus criterios de precisión e imparcialidad, que no ocultaban las noticias negativas. La excepción fue retirar todo lo referente al pronóstico del tiempo, para no dar información vital al enemigo.

En 1940, Churchill acusó a la corporación británica de radiodifusión de ser “el enemigo en el interior de la propia casa, que causa continuamente problemas, haciendo más daño que bien”, por negarse a convertirse en un arma dócil de la ideología estatal.

“Lo que teníamos que hacer en este periodo de guerra cuando estábamos en la defensiva era establecer nuestra credibilidad. Si había un desastre, lo transmitíamos si nos era posible antes de que los alemanes lo aclamaran. Y cuando la marea cambió y las victorias eran nuestras, íbamos a ser creídos”, dijo Noel Newsome, editor de noticias del Servicio Europeo.

El éxito de este servicio fue total en la medida que avanzaba el conflicto bélico, pues era escuchada y creída por su pueblo y los aliados, a cuyas tropas servía de soporte moral, y hasta los propios alemanes la sintonizaban para enterarse de lo que ocurría, sobre todo a partir del avance aliado.

“Las afirmaciones de la propaganda alemana contrastaban de manera tan vehemente con la realidad que los radioescuchas sacudían sus cabezas, apagaban los receptores o escuchaban a los adversarios”, escribieron los historiadores alemanes Fritz Peter Hoppe y Gerhard Schurig.

Desde 1943, cada noche la BBC transmitió por un cuarto de hora los nombres de los prisioneros alemanes y sus mensajes grabados para sus familias. Sucedió que una familia que había contratado un réquiem por un soldado que creía muerto escuchó su voz por la radio. Lo primero que se les ocurrió a sus miembros fue cancelar el servicio, aunque finalmente pensaron que si lo hacían las autoridades conocerían que escuchaban grabaciones ilegales. La familia continuó con el servicio pero el día del evento nadie acudió: los demás también habían oído la información.

Para 1945, cuando llegó a transmitir en 45 idiomas y tras haber sobrevivido a impactos de bombas en sus instalaciones, la BBC era la más grande organización radiofónica internacional en el mundo.

Intento de réplica

Este modelo se intentó reproducir en prácticamente todas las naciones europeas, lo que afianzó en ese continente el modelo estatal de radiodifusión. En Europa, a excepción del Reino Unido, existía en general un modelo mixto de emisoras públicas y privadas, que se eliminó al finalizar la guerra, tanto para controlar el espectro como para tratar de influir en los contenidos.

El semiólogo francés Armand Mattelart señala que el programa preparado por el Consejo Nacional de la Resistencia de su país decide, en 1945, revocar todas las autorizaciones concedidas antes de la guerra a las radios privadas e instaura un monopolio de Estado confiado a un organismo bautizado como RDF (Radiodiffusion Française), con el objetivo de apartar a la sociedad de Francia de las “potencias del dinero” que la mancillaban antes del conflicto bélico.

Estados Unidos, que creó la Voice of America (VOA) en 1942, después del ataque de la aviación japonesa a Pearl Harbor a finales del año anterior, incrementaría las transmisiones internacionales de esa emisora para difundir la postura oficial de su Departamento de Estado.

Ya final izada oficialmente la contienda bélica y luego de seguirse el juicio a los vencidos, la radio tendría un nuevo papel en la posguerra. Con el resurgimiento de los programas de variedades y radioteatro, el auditorio recibiría entonces el remedio necesario de alegría y frescura. Pero esa, ya es otra historia.

Fuentes:

A 75 years BBC World Service, A History, http://www.bbc.co.uk/worldservice/history/

About BBC News. The history of BBC News, http://news.bbc.co.uk/aboutbbcnews/spl/hi/history/html/default.stm

70 años del Servicio Latinoamericano de la BBC, jueves 13 de marzo 2008, http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1721_bbcmundoanivers/

Hernández, Jesús, Breve historia de la segunda guerra mundial, ediciones Nowtilus, 2006, Madrid, España.

Mattelart, Armand, Diversidad cultural y mundialización, editorial Paidós, 2006, Barcelona, España.

Ramonet, Ignacio, La tiranía de la comunicación, editorial Debate, 1998, Barcelona, España.

Rubio Moraga, Ángel Luis, entrevista concedida, 28 de agosto 2009.

Sohr, Raúl, Historia y poder de la prensa, editorial Andrés Bello, 1998, Barcelona, España.

Zepeda Varas, José, entrevista concedida, 29 de agosto 2009.

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