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miércoles 09 octubre 2024

El regreso de las verdaderas heroínas

por Salvador Quiauhtlazollin

Las súper heroínas indudablemente son un producto del siglo XX.

A más de uno, el oír hablar de súper heroínas les trae gratos recuerdos de soberanos y placenteros arponazos. Pero no es sobre las delicias del caballo blanco sobre lo que versa este texto, sino sobre el deleite real que muchos nerds…;perdón, geeks, -en la nomenclatura políticamente correcta- sienten por esas representaciones hipertrofiadas de la sensualidad: las súper heroínas.

Indudablemente son un producto del siglo XX. Las mitologías antiguas relegaban a las mujeres a pasivos objetos del rescate, el deseo, la satisfacción o la compañía de los héroes. Ciertamente, en ocasiones colaboraban con el paladín dándole el objeto mágico con el que podían sortear los obstáculos; u otorgando las claves necesarias para que Teseo, Gilgamesh, Perseo, Thor, Hércules, y demás verdugos de dragones cumplieran sus hazañas. Pero hecho esto, pasaban a un segundo plano.

Sin embargo, en el mundo antiguo si existían súper mujeres, aunque sus proezas le causarían un gravísimo cólico a las feministas. Y es que estas mujeres lograban cambiar al mundo gracias a la maternidad. De las diosas egipcias a cierta mujer que logró dar a luz siendo virgen, todas estas antiquísimas heroínas inscribían sus nombres en las leyendas gracias a sus embarazos, logrados en ocasiones después de prendidos actos sexuales en los que el semen inundaba al mundo; o de forma aburridamente aséptica, logrando la concepción mojigatamente, aunque con una gran anunciación.

Precisamente, fueron las heroínas asexuales las que posteriormente hicieron huella en el mundo recién cristianizado. Las santas y mártires lograban sus altares, en una abrumadora mayoría, por negarse al sexo o renegar del mismo. Pocos siglos después, los caballeros se lanzaron a sus andanzas para doblegar gigantes y conquistar castamente a las damas que les esperaban virginales en sus castillos. Por supuesto, en el sendero los gallardos jinetes podrían encontrarse con súcubos dispuestos a beber de su virtud, pero ellos sorteaban hábilmente estos pesares con templanza. Por ejemplo, “en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, un ingenioso hidalgo dedicó sus correrías a una humilde Dulcinea.

En el siglo XIX, hubo una explosión de héroes por entregas. Paradójicamente, las heroínas escasearon, no así las villanas, que por mucho superaron a las buenas. Milady les hizo la vida de cuadritos a cuatro mosqueteros. Se ha sugerido ahora que en realidad se trataba de un hermafrodita.

Acción en mallas ajustadas

El siglo XX vio un cambio radical hacia las mujeres. Su participación activa en dos guerras mundiales, sumada a una población crecientemente urbana y una acelerada revolución industrial, las convirtió en un público preciadísimo para los dueños de los medios. Surgieron revistas de temática femenina, suplementos en los periódicos exclusivos para ellas, millones de cursis novelas rosa. Y después, llegaron los genios del cómic.

Superman, Batman, los capitanes Marvel y América, Flecha y Linterna Verde, Flash y Aquaman, luchaban en cuadritos contra los villanos y los malosos del Eje. Con sus ajustados trajes construían un nuevo arquetipo: el superhéroe moderno. Al igual que sus antecesores, gozaban de poderes ilimitados, pero a diferencia de ellos, el destino ya los había marcado. El destierro, la orfandad y el accidente los tornaron humildes, y ahora consagraban su vida a enfrentarse a infinidad de villanos, cada uno más poderoso, que no les dejaban ni un minuto libre para encontrar su destino. Sus aventuras instantáneamente se convirtieron en un éxito bestial desde la aparición de Superman en 1938. Pero durante tres años sorprendentemente, constituyeron un cerrado club de Tobi que no admitía ni una molécula de estrógeno en su seno. Hasta diciembre de 1941. Entonces, el mundo se maravilló.

Elizabeth Holloway Marston era una estadounidense admirable. En 1918, se recibió de abogada, enfrentándose a todos los prejuicios de la época. Ya tenía un título en psicología. Estos estudios le ayudaron a su marido William Moulton Marston a desarrollar el polígrafo. William había argumentado en una entrevista que veía un gran potencial educativo en la historieta. Max Gaines, uno de lo pioneros del cómic, se interesó y lo contrató como consultor de National Periodicals y All-American Publications, las dos compañías que después darían origen a DC Comics. Animado por sus propias concepciones de la pareja, William decidió proponer un nuevo superhéroe, que no ganara por sus súper poderes, sino por…;el amor. Cuenta la leyenda que su compañera Elizabeth Holloway le dijo: “Muy bien, pero hazlo mujer”.

La propuesta estaba servida, pero no era nueva: la Invisible Scarlet O’Neil había usado sus poderes desde 1940, la Dama de Rojo, Miss Fury, Lady Luck, Phantom Lady y la Gata Negra, ya habían demostrado que las chicas también pueden ser peligrosas. Pero ahora nacía una nueva heroína, literalmente una amazona, quien compartía todos los rasgos de fuerza, sagacidad y brutalidad de sus compañeros: coincidiendo con el ataque a Pearl Harbor llegó Wonder Woman, la Mujer Maravilla.

Marvila es importantísima para el desarrollo de las súper heroínas por la amalgama que logra entre poderes netamente masculinos y preocupaciones femeninas. Primeramente, tiene súper fuerza, velocidad, agilidad, y vuela. Detiene balas con sus brazaletes y para transportarse tiene un avión invisible. Hasta aquí, comparte mucho con sus colegas varones. Pero además, la Mujer Maravilla tiene un lazo de la verdad, que obliga al que está atado a decir la verdad. Dejando a un lado el simbolismo sadomasoquista y fálico de dicho instrumento, y su obvia inspiración en el polígrafo; esta cuerda dorada representa la mujeril urgencia de veracidad. A los súper héroes les basta con hacerle frente al villano, si necesitan sinceridad, la logran a madrazos. Marvila no sólo derrota al malo, quiere detectar mentiras…;. salvando las distancias, dicha actitud nos recuerda mucho las conversaciones post coito en un hotel de paso. Wonder Woman se convirtió rápidamente en una consentida del público, aunque a los ojos de una feminista de los 70, tenía un grave defecto: era demasiado guapa. Es más, estaba buenísima, y lo que no ocultaba su coqueto uniforme. Esto, que contribuía al deleite de los lectores, ha sido siempre la cruz que cargan las súper heroínas. Preciosas las dibujaban los bardos que cantaban sus historias, no importa que el tirano las tratara con negra maldad. Aunque el espíritu que animó la creación de Marvila fue la igualdad con los hombres (que las mujeres lograban en la vida real trabajando en las fábricas y sirviendo en el ejército), su física sensualidad, inocultable en medio de los puñetazos, pesaría mucho en su contra décadas después, cuando el feminismo rechazaba no la violencia de los personajes, sino su excesiva y voluptuosa belleza.

Y vaya que Diana de Temíscira la tiene. Alta, de curvas contundentes, facciones perfectas que enmarcan unos ojazos azules coronados por precioso pelo negro y una diadema, Diana es un bombón que en los cómics ha interesado, obviamente, al Hombre de Acero. Sin embargo, es cabrona: de la celebrada Trinidad de DC Cómics (Superman, Batman y ella misma) es la única que ha matado, durante la Crisis Infinita. Habría que analizar los simbolismos que esto implica, pues su uniforme es prácticamente la bandera de las barras y las estrellas.

Y claro, sus principales némesis tenían que estar a la altura del diámetro de sus curvas: una es la taimada Cheetah, que a sus poderes une un innegable sex appeal (excepto en su encarnación hombruna y la titánica Giganta, posiblemente creada para satisfacer la extendida fantasía de muchos de volver al útero vía vaginal. Y detrás de la mayoría de los malévolos planes contra Marvila está Circe, inspirada en el personaje que todos conocimos en secundaria.

Por supuesto, otros medios no dejarían de lado este epítome de la sexualidad recia. El más notorio, la televisión, donde Linda Carter triunfó a mediados de los 70. Los que rozan los nuevos 30 (es decir, los 40) recuerdan perfectamente que el episodio piloto era trasmitido hasta la saciedad por canal 5. Pero no aburría: los ridículos giros de la señora Carter para transformarse en una maravilla siempre nos hacían babear, esperando que sus recatados ropajes se cambiaran por su hipnótico mini uniforme. Desafortunadamente, la serie creada por Douglas Cramer y Stanley Ralph Ross sólo queda en la memoria por la anatomía de Linda Carter (y de una muy jovencita Debra Winger), pues su torpe dirección y actores abyectos la hacían soporífera, a pesar de unos argumentos bastante imaginativos, con todo y clones de Hitler.

Con el éxito de otra súper heroína televisiva, Xena: la princesa guerrera (que sobretodo luchaba contra los bestiales disparates históricos y mitológicos de sus guiones), se pensó en revivir a Wonder Woman para la televisión y llevarla a la gran pantalla. Aunque los tubos catódicos tendrán que esperar, pues todos los intentos sólo han quedado en pláticas, parece que en cine sí se verá a esta guerrera, probablemente en el 2013.

Doppelgängers con envidia del pene

El éxito de Marvila no trajo de inmediato la creación de una legión de súper heroínas. Lo que precipitó su irrupción en el mundo del cómic fue el triunfo de los superhéroes varones, quienes pronto vieron surgir a sus espejos emasculados.

Aunque apareció en las viñetas antes que Wonder Woman, la Mujer Halcón pasó desapercibida por la obvia razón de que se privilegiaba al hombre rapaz. Y eso que los alados estaban casados. Por suerte, Súper Niña no tuvo esa dificultad. Pero su papel en las aventuras de Supermán era de mera comparsa (de hecho, las primera versiones de la misma no eran más que sueños o what if1), viviendo encerrada durante décadas en la ciudad perdida de Kandor. Un misógino podría afirmar que sus aventuras en las historietas naufragaban en la ñoñería más absoluta, siendo superadas por las apariciones de Kripto, el súper perro. Y tendría razón.

Más interesante fue el manejo que de este personaje se hizo después de su fallecimiento durante la Crisis de las Tierras Infinitas2. No sólo ya no era una prima perdida del Hombre de Acero, ahora pasaba a ser un ente protoplásmico de quien se enamoró Lex Luthor. Su papel durante la muerte y resurrección de Superman fue decisivo. Y entrando este nuevo milenio, el personaje fue recreado, con un estilo más liberal y acorde a los nuevos lectores, que no permiten fisuras en los argumentos.

Los rumores acerca de una relación entre dos superhéroes muy humanos, pero con una gran diferencia de edad y que además vivían acompañados de un mayordomo provecto, preocuparon suficiente a DC Comics como para renovar Batman en 1956. Para contrarrestar la defensa que el doctor Fredric Wertham hacia del inocente seducido, la editorial incluyó ese año a la Batimujer, compitiendo con el Dúo Dinámico en la lucha contra el crimen. Al llegar 1964, y al ver que realmente el personaje no había creado lazos con la audiencia, fue dado de baja, para ser revivido décadas después, en el 2006, con todos los rasgos políticamente correctos que ahora presumimos: la nueva Batimujer, de origen judío, cumplió con el ejército pero no pudo recibir el grado al descubrirse que es lesbiana.

En cambio, Batichica llegó en 1961 para quedarse. Si la Batimujer era una contraparte femenina de Batman, la muchacha lo era de Robin. Aunque entre los cuatro no existía ninguna relación, siempre existió la tensión romántica, sobretodo entre Batgirl y el joven maravilla, colaborando intensamente en diversas ocasiones, y convirtiéndose en el Dúo Dinamita. La popularidad del personaje se vio acrecentada por su aparición en otro medio: la televisión. La voluptuosa Yvonne Craig, con todo el sabor de la psicodelia, un traje robado del guardarropa de la señora Emma Peel y una moto que después piratearía Prince para su Lluvia Púrpura, convirtieron a la chica en un ícono heroico para las adolescentes sesenteras, que bullían de liberación.

Sin Batichica no podríamos entender la sorprendente evolución de los cómics de Batman. Después de que el Guasón la violara y la dejara paralítica (en Broma Mortal) se convirtió en Oráculo, la guía informática del Hombre Murciélago. Su regreso después del terremoto que asoló Ciudad Gótica, la confirmó como un pilar indispensable de la leyenda del caballero nocturno.

Mutaciones feministas

Volvamos a los 60, cuando los cómics de DC dejaban muy atrás su época dorada, y los lectores exigían más identificación con sus paladines. Stan Lee, al frente de Marvel, había iniciado una revolución con el sorprendente Hombre Araña, un escuálido adolescente que luchaba contra su vida privada y con villanos ridículos, en medio de frases hirientes y duros golpes emocionales. Obviamente, alentadas por esta revolución, surgió una pléyade de personajes femeninos que estaban a la altura de sus compañeros superhéroes y del liberado pensamiento de los noveles lectores. Y además, seguían siendo dibujadas exuberantemente atractivas.

La Mujer Invisible quizás sea la más conservadora de todas, pues a pesar de sus poderes, seguía involucrada en una dinámica familiar muy reconocible. Pero ser cabeza de familia y ser poderosa tiene sus recompensas (una paradoja que quisiera que una lectora me explicara): hoy es el miembro de los 4 Fantásticos más poderoso y prácticamente, la líder del grupo.

Los Vengadores de los 60 primeramente incluyeron a Wasp, su cinturita de avispa iba con los tiempos. Pero más vigentes con el Zeitgeist fueron las novedosas mutantes que formaban parte de los Hombres X (y en este sentido, Hombres X debe entenderse simplemente como plural gramaticalmente correcto). La Bruja Escarlata y Polaris iniciarían en este grupo la andadura de chavas buenísimas (por que luchaban contra el mal), que sufrían lo suyo por el rechazo que sufren los mutantes pese a sus súper poderes, algo que el lector panzón e indolente no termina de explicarse. Los puntos máximos de sensualidad fueron alcanzados por la keniana Tormenta, que controlando el clima es capaz de desmentir a los falsos agoreros del calentamiento global; y la poderosísima Jean Grey, quien desencadenaría los persistentes y turbulentos eventos de la saga Dark Phoenix.

La gran ventaja de los cómics de Marvel, además de la anotada identificación inmediata del lector con los personajes, es su desmesura. Sus argumentos barrocos (con muertes, resurrecciones, muertes otra vez, villanos que se vuelven héroes y héroes que se vuelven villanos) hacen que el seguidor de sus historias se enganche por décadas. Y eso atrae a muchas más lectoras a sus títulos.

La anti heroicidad heroica

Como anotamos párrafos arriba, las villanas siempre estarán tan o más sabrosas que las heroínas. Por lo mismo, no pueden quitarse de encima a los admiradores, por lo que los editores paulatinamente las convierten en anti heroínas, malvadas que a pesar de sus delitos se pasan del lado del bien.

Gatúbela comenzó como una feroz contrincante del hombre murciélago. Selina Kyle era una prostituta que gracias sus disfraz y habilidades, se transformaba en una ladrona y feroz oponente del caballero de la Noche. Y en una irresistible atracción para la libido del murciélago. Con su olfato felino, ella misma nota la catarata de feromonas que Batman libera en su presencia. Eso ha llevado a sospechas de que al Hombre Murciélago le gustaría el sadomasoquismo, pues Gatúbela es una maestra del látigo, y Julie Newmar, Lee Meriwether, y Eartha Kitt en la televisión adoptaban una sugerente actitud dominatrix, que llegaría a su punto más alto en la interpretación que hizo Michelle Pfeiffer en “Batman Regresa”. El próximo año veremos que tal la desarrolla Anne Hathaway. De la interpretación de Halle Berry, merecedora de un razzie, no hablamos: por su película “Gatúbela”, la carrera de su director, Pitof, valió ídem.

Vampirella es declaradamente un súcubo. Chupadora insaciable de sangre, sus lectores deseaban que chupara otras cosas (o chupar ellos mismos), pues el personaje creado por Forrest Ackerman, Archie Goodwin, Tom Sutton y el genial Frank Frazetta, es decididamente sexual. Lógico, pues en la ficción Vampirella es hija de Lilith, la primera esposa de Adán, perturbadora de los sueños de los hombres castos como yo. Su outfit y toda la parafernalia que la rodea están decididamente diseñados para el deleite sensual. Sus argumentos nunca fueron sobresalientes, pero los lectores de Vampirella no escaseaban, pues siempre había curiosidad por ver sus sugerentes posturas.

En el espacio, lo mismo hizo Barbarella. Creada por Jean-Claude Forest en 1962, esta anti heroína representaba por su hiper sexualidad lo contrario a lo esperado de las chicas de inicios de los 60. Pero la revolución sexual y la total emancipación femenina de mediados de década la convirtieron en otro ícono femenino, pues hacía con su cuerpo lo que quería en el Universo, donde sus otras aventuras eran lo de menos. Los que tuvimos oportunidad de ver su traslación al séptimo arte en pantalla grande, aún estamos boquiabiertos por el espectacular striptease de Jane Fonda en “Gravedad Cero”. La cinta fue un fracaso, como todas las filmadas con súper heroínas (un hecho inexplicable de la industria fílmica) pero indudablemente sus ecos rebotaron en los 80 (con un grupo new romantic que en su honor se bautizó Duran Duran), y hoy hay planes de hacerla regresar a los cines. Y esperamos a algún visionario esté desarrollando su orgasmatrón.

Hybris estrogénica

La tradición del héroe nos indica que tarde o temprano debe pagar el precio por su arrogancia. Lo mismo sucede con las súper heroínas. Prácticamente en todas las sagas que hemos recontado, se encuentra un momento en que la protagonista cae y debe redimirse. Pero eso se queda en las viñetas, los tubos catódicos o la gran pantalla: en el mundo real vemos que la soberbia hace presa hasta de las mentes más preclaras sin que estas sientan ni por un segundo que la están cagando. Los políticos derrotados sueñan con volver, y sus acríticos seguidores les alientan, la derecha confía en la estupidez del gobernado, la izquierda magnifica el poder de sus limitados cotos y los comunicadores se erigen en tribunos infalibles que califican la vida privada de quien se les dé la gana, siendo incluso premiados por ello. Por eso, las súper heroínas siguen siendo tan populares: sus seguidores saben que a pesar de su descomunal belleza, pagarán por su vanidad y orgullo y el equilibrio se reestablecerá. Además, no faltaran los que se hagan una, o varias, en su honor

Notas

1 What if- Argumentos que se desarrollan bajo la premisa: “Que hubiera pasado si…;”

2 Crisis de las Tierras Infinitas (1985)- Evento en los argumentos de DC Comics durante el cual se destruyeron todos los universos alternativos en los que vivían los súper héroes, unificándose todo en una sola continuidad y reescribiéndose por completo los orígenes y características de los personajes

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