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jueves 26 diciembre 2024

El yo como espectáculo

por Sergio Octavio Contreras

Entre las prácticas de los usuarios de Internet se encuentra un abanico de actividades que va desde el consumo de información, formas de entretenimiento, participación en luchas sociales y realización simbólica hasta la formación de ideologías. Pero hoy en día una función que puede caracterizar a parte de los usuarios es la búsqueda de cierta satisfacción mediante autorretratos que comparten en la web.

La difusión de la vida privada

En las culturas contemporáneas occidentales parte de los significados sociales tienen su origen en los sistemas semánticos que produce la comunicación humana, incluyendo la transmitida por los medios de comunicación. Tales sentidos pueden llegar a ser considerados “normales” o “aceptados” por grupos sociales sin que exista un proceso racional de comprensión. Un ejemplo actual de la “normalidad” puede ser analizado a la luz de las evidencias empíricas en la disolución de la vida privada: la invasión a la intimidad para exhibirla o contemplarla en una vitrina pública.

A nivel mediático hay gran cantidad de ejemplos donde se da sentido a prácticas que antes no eran aceptadas, como ocurre con la telebasura, cuya fórmula de entretenimiento está basada en la banalidad y lo efímero convertidos en espectáculo (Debord, 2005). Este tipo de televisión tiene una dualidad: el voyeurismo de quien lo presencia y el exhibicionismo de quien lo practica. Su lógica para algunos especialistas es elevar el rating. En la década de los 60 del siglo pasado, en la televisión, aparecieron videos chuscos con situaciones accidentales que el mismo público enviaba a las cadenas. En los 80 se popularizaron en Estados Unidos los talk shows, mientras que en México una serie pionera de esta transcodificación fue “Mujer. Casos de la Vida Real”. A finales de los 90 se estrenaron “Cristina” y “Cosas de la vida”, en abril de 2000 aparecieron “Hasta en las mejores familias” y “Laura en América” (Ver etcétera, septiembre de 2003).

Con las nuevas tecnologías y su posibilidad de comunicación casi en forma instantánea, la función de trasladar lo privado a espacios más públicos dejó de ser dominio de medios sensacionalistas. Ahora los usuarios de Internet tienen la oportunidad de exponer fragmentos de su privacidad a través de mensajes, imágenes, videos y todo aquello que pueda ser de interés de los otros. Con la penetración de las redes tal exposición no solo es exclusiva de “famosos”, de hecho cualquier persona puede alcanzar cierto grado de fama si sus contenidos corren con algo de suerte.

Para algunos autores del campo psicológico, los cibernautas en las redes pueden llegar a desarrollar un “yo interactivo” a través del cual intentan sustituir con imágenes y contenidos digitales “agujeros interiores” de su vida psíquica (Romano, 2000). Si lo virtual puede sustituir simbólicamente lo real, entonces la manifestación en red de contenidos provenientes de la vida personal y que son desconocidos por terceros al permanecer como secretos, puede convertir la realidad virtual en un campo de ideas consideradas por el sujeto como brújulas de orientación dentro de sus marcos de interpretación.

Yo y mis plataformas web

El concepto de “yo” ha sido utilizado a lo largo de la historia para dar significado a formas intangibles que definen internamente a los individuos, como es el “alma”, el “ser” o el “espíritu”. Desde el campo del psicoanálisis el “yo” tiene la función de satisfacer deseos inconscientes y evadir todo instinto de muerte. En el pensamiento lacaniano el “yo” tiene un vínculo al “ego”, ya que da forma al imaginario de la persona, en tanto que en la corriente constructivista el “yo” da sentido a la realidad y a las emociones corporales.

La definición tradicional de los conceptos exhibicionismo y voyeurismo desde el campo psiquiátrico y psicológico adquieren una connotación vinculada al placer sexual, a la satisfacción individual por mostrarse ante los demás, o bien por espiar a los otros.

Una práctica en boga lleva a los usuarios a tomarse fotos de ellos mismos, utilizando generalmente cámaras de teléfonos móviles para elaborar un autorretrato ycompartirlo en alguna red social. Tal ha sido la notoriedad de dicha práctica conocida en la sociedad red como “selfie”, que el diccionario Oxford la definió en 2013 como la palabra del año.

La popularidad de este hábito llegó hasta la arquitectura. En el parque olímpico de Sochi, Rusia, el arquitecto londinense Asif Khan montó el primer edificio digital selfie patrocinado por MegaFon. Se trata de una pantalla gigante que muestra imágenes trasmitidas de una cabina de fotos donde los visitantes compartían sus rostros aumentados 3 mil 500 veces de su tamaño real.

Del Belfie al Lelfie

En algunos casos los medios tradicionales han tomado como “noticias” los selfies, llegando a prestar atención sobre la vida privada de “famosos por el simple hecho de haber publicado parte de sus cuerpos en las redes”. Tal es el caso de Jennifer Selter, una neoyorquina de 20 años, quien fue noticia para medios como CBS, Washington Post, Telemundo, Univisión, Excélsior, La Nación y El Universal, entre otros, por exhibir sus glúteos en Internet. En enero pasado el trasero de la llamada “reina del fitness en línea” fue considerado por algunos medios como el más famoso de la red Instagram.

Los selfies pueden tener determinados ingredientes de satisfacción personal a partir del exhibicionismo y del voyeurismo. Pero tal parece que su desarrollo puede encontrarse en tres ingredientes: el narcisismo del propio usuario, la tecnología inalámbrica y la construcción de contenidos ubicados en espacios individuales.

Este tipo de autorretratos han dejado caer de la mesa como migajas algunos elementos muy peculiares, por ejemplo, la exhibición mientras se ingiere alguna bebida alcohólica, la diversión en medio de alguna fiesta, disfrutando las vacaciones o teniendo como fondo algún lugar “importante”. Entre algunos tipos de autorretratos digitales están:

1. Usie o usfie es una palabra derivada de self pero anteponiendo el pronombre en inglés “us” y se refiere a autorretratos que dejan la individualidad de un lado para mostrar a un grupo de personas en variadas poses.

2. Belfies es una palabra conjugada con el vocablo inglés “bum” (nalgas) y se utiliza para dar significado a los selfies que exhiben traseros y son distribuidos en las redes.

3. Braggie es un término proveniente de “brag” cuya connotación está relacionada con alardear, se utiliza para dar significado a las fotografías donde sus autores presumen lugares en los cuales se encuentran.

4. Bikini bridge, se trata de imágenes tomadas de la parte inferior del bikini donde se forma un “puente” entre las caderas.

5. Underboob o selfie del escote, consiste en autorretratos donde sus protagonistas ponen como centro de la atención sus pechos.

6. Lelfie es una tendencia de imágenes donde aparecen solo las piernas en distintas posiciones, siempre capturadas de la cintura hacia abajo.

Un reciente estudio de las Universidades de Birmingham, Edimburgo y Heriot-Watt demostró que el fenómeno selfie tiene características compulsivas entre sus practicantes y la frecuencia en que son exhibidas las fotografías tiende a disminuir sus márgenes de intimidad. El trabajo fue dirigido por los investigadores David Houghton, Adam Joinson, Nigel Caldwell y Ben Marde, quienes aplicaron el instrumento de medición a 508 usuarios de Facebook con una edad promedio de 24 años, a quienes se les pidió clasificar el nivel emocional que sienten con amigos, familiares, seres queridos y colegas de trabajo cuando están conectados en la red social.

Entre los resultados se descubrió que las personas que comparten más fotografías de ellos mismos a través de sus perfiles en red tienden a recibir más respuestas positivas de sus amigos. Las amistades no solo dan like a las imágenes o realizan comentarios, sino que en su mayoría aceptan y muestran gusto por que la actividad selfie de sus conocidos continúe y sea más constante.

Otro estudio publicado en Computers in Human Behavior y titulado “Cómo las relaciones entre el narcisismo y el uso del sitio de redes sociales difieren en Facebook y Twitter”, demostró que las personas llegan a compartir contenidos, frases, fotos y lo que piensan con fines de validez y autoridad, para imponer un punto de vista sobre lo demás. Los investigadores aplicaron dos encuestas separadas a 93 adultos y a 486 universitarios para posteriormente hacer un análisis comparativo de datos.

Los resultados arrojaron que los estudiantes universitarios que publican frecuentemente comentarios o comparten imágenes en Twitter son más narcisistas que los adultos que utilizan dicha red. Lo anterior se debe, según el estudio, a que los jóvenes intentan ampliar elcírculo social donde se desenvuelven y que sus opiniones sobre algún tema sean tomadas en cuenta por terceros. La intención psicológica de los usuarios estaría determinada en parte por la exagerada idea de elevar su autoestima.

Los rasgos encontrados en la mayoría de los universitarios que son usuarios frecuentes de Twitter revelaron que el narcicismo puede llevarlos a reaccionar agresivamente ante críticas o posturas contrarias a sus ideas, además de que el narcicismo en algunos casos impide el desarrollo de relaciones estrechas y de largo plazo.

En otro polo, los adultos que muestran rasgos narcisistas se ubican principalmente en Facebook, en parte debido a que se trata de un escenario donde ya son “conocidos” por sus amigos virtuales y publican para recibir cualquier retroalimentación. Este juego de publicación y aceptación, según la investigación, se debe a un deseo de aprobación dado que el rol en Facebook es más de exhibicionismo.

Pero no todo lo que se publica en Facebook puede representar una satisfacción positiva. El estudio “Envidia en Facebook”, hecho por académicos de la Universidad Humboldt de Berlín, descubrió que una gran cantidad de usuarios se sienten frustrados o molestos al haber registrado experiencias negativas en la red social. Las causas más comunes de frustración se deben a la falta de atención o popularidad y por ser comparados socialmente con sus amigos. Mientras las mujeres dan más importancia a su atractivo físico, los hombres publican contenidos para autopromoverse.

Una reciente investigación publicada en Hoteles.com arrojó que existe una tendencia de las personas mientras vacacionan a “presumir” los sitios donde se encuentran o hubieran visitado. La investigación encontró que a los 10 minutos de haber llegado a un sitio, al menos 5.4 millones de británicos “suben” fotografías a Internet como evidencia de que se encuentran de vacaciones, por lo general con fondos “envidiables” y en los mejores perfiles posibles. De dos mil personas entrevistadas, el 39% afirmó compartir imágenes donde los autores aparecen como protagonista con la finalidad de recibir comentarios de sus seguidores y amigos en las redes digitales.

La expansión del ego

En general se puede establecer que los usuarios que comparten parte de sus esferas de intimidad realizan tales prácticas con fines emocionales, gustan exhibirse o bien ver a otros, pueden ser narcisistas o simplemente buscar tener autoridad con la aprobación de terceros y (el efecto contrario) llegar a la frustración por ser ignorados.

Si bien se trata de indicios particulares y sesgados, los datos pueden llevar a nuevas hipótesis y hallazgos sobre la cultura del autorretrato en la red. La pregunta sobre el por qué la cultura selfie se expande y se diversifica en cuanto a sus propias definiciones puede encontrar algunas respuestas en el significado que le otorga cada persona a su propia representación. ¿El selfie es un asunto de manifestación de poder? ¿Es acaso la búsqueda de atención ante la insignificancia del individualismo en una comunidad planetaria? ¿O la exhibición convierte al ego en una forma de espectáculo?

Mientras las investigaciones proporcionan más información, puede afirmarse con datos empíricos que en el último año su expansión ha sido vertiginosa. Actualmente el selfie es practicado lo mismo por personas con cierto reconocimiento social que por usuarios que carecen de fama pública. Evidentemente la fama también determina la popularidad de las imágenes: a mayor fama mediática existen mayores posibilidades de que el autorretrato sea popular en la red.

El pasado 28 de agosto de 2013 el papa Francisco se tomó un autorretrato con un teléfono móvil al lado de un grupo de jóvenes en la Basílica de San Pedro. Según publicó L’Osservatore Romano, la fotografía fue tomada por un grupo de jóvenes que visitaron el Vaticano y al tener una audiencia con el papa aprovecharon para posar frente al móvil.

Durante el funeral de Nelson Mandela en diciembre pasado, el fotógrafo Robert Schmidt de la agencia AFP capturó una imagen donde aparece el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tomando una selfie junto a Helle Thorning-Schmidt, primera ministra de Dinamarca y a su par, David Cameron de Reino Unido. La fotografía fue llamada “selfie gate” por lasupuesta molestia que provocó la imagen a Michell Obama, generando una ola de especulaciones y chismes en las redes, al grado de que el autor de la fotografía anunció que la borraría, pero el ministro británico propuso mejor subastarla.

Otras personalidades de la vida política como Hilary Clinton, ingresó en la cultura del autorretrato al tomarse una fotografía al lado de la actriz Mery Streep; Roberto Arango, un senador de Puerto Rico, renunció a su cargo luego de difundir dos fotografías, en una aparece mostrando el torso y en otra al lado de un hombre desnudo; en México la exhibición en la red puede registrase en casos como las senadoras Gabriela Cuevas o Mariana Gómez del Campo, así como el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, al lado de su pareja, la cantante Anahí.

En el campo del espectáculo la cultura selfie es más común. Entre algunos personajes que publican imágenes de ellos mismos están las modelos Kim Kardashian, Sofía Vergara o Miranda Kerr, los cantantes Miley Cyrus, Lady Gaga, Belinda, Rihanna, Justin Bieber, Thalía, Selena Gómez, Harry Styles, Nicki Minaj, Jennifer López o Demi Lovato, así como los actores Leonardo DiCaprio, James Franco, Tom Hanks, Vanessa Hudgens, Amanda Bynes o Naya Rivera.

Ademas, el año pasado al menos dos astronautas publicaron imágenes desde el espacio: Aki Hoshide, un astronauta japonés, lo hizo mientras realizaba una caminata teniendo como fondo la Tierra, en tanto su colega norteamericano Mike Hopkins hizo lo mismo el 24 de diciembre de 2013 cuando registró una imagen durante la expedición 38 de la NASA en la estación espacial internacional a 320 kilómetros de la superficie terrestre.

Algunos otros selfies que han saltado a la fama surgieron de situaciones poco comunes. Tal es el caso de Ferdinand Puentes de 39 años de edad, quien sobrevivió a un accidente aéreo el pasado 11 de diciembre cuando la avioneta en que viajaba de regreso de su trabajo presentó fallas técnicas y cayó al mar cerca de la isla Molokai, en Hawaii. Mientras nadaba en las aguas, Puentes tomó su cámara GoPro y se hizo varios autorretratos que luego compartió en las redes: las imágenes mostraban a un náufrago y a los sobrevivientes escapando de la tragedia.

A finales de 2013 en Beirut, Líbano, varios jóvenes tomaron una fotografía selfie grupal, la cual resultó ser la última imagen que mostró con vida a Mohammad Chaar de 16 años, quien minutos más tarde murió cerca del mismo lugar debido a un atentado terrorista con coche bomba dirigido contra el ex ministro de finanzas Mohamed Shatah. La explosión dejó un saldo de siete personas muertas y 70 más heridas.

En febrero de 2014 un joven de nombre Christian apareció en una fotografía de autorretrato mientras escapaba de una estampida de toros como parte del festival The Great Bull Run, que se celebra todos los años en la ciudad de Houston, Texas. La imagen se convirtió en “viral” cuando el portal Reddit la difundió bajo el título “selfie level 11 achieved”. Luego, Christian difundió en YouTube un video completo de la persecución que vivió.

Una adolescente de la secundaria Clements generó un escándalo en las redes luego de publicar un selfie al lado de un cadáver. La estudiante visitó con sus compañeros de clase el departamento de biología de la Universidad de Alabama, lugar donde la joven levantó la sábana que cubría a uno de los cuerpos que se utilizan para investigaciones médicas y tomó una fotografía sonriendo. A pesar de que la joven borró la imagen de su cuenta en Instagram, uno de sus amigos logró capturarla y se la mostró a su hermana mayor, quien denunció el hecho, generando indignación en la comunidad luego de que el Canal 19 de noticias de la cadena WHNT lo difundiera.

Conclusión

La práctica selfie en cualquiera de sus variantes tiene multiples motivos, en cuyos casos hay una dualidad: el exhibicionismo de quien la práctica y una posible complicidad voyeurista de quien lo contempla. La construcción de la propia imagen a través de una cámara móvil en primer lugar es un acto donde el emisor se dirige a sí mismo, es un diálogo del ego hacia el ego, y en segundo lugar es una comunicación hacia los otros, siempre con una intencionalidad consciente o inconsciente.

El selfie puede ser una moda o no. El autorretrato no es algo reciente, ha sido una práctica común que nace del individuo y solo ha cambiado de superficie: desde la pintura, hasta la fotografía análoga, y ahora en pantallas digitales. La popularidad de esta práctica surge en parte de esa necesidad individual de realización y de la posibilidad tecnológica en red para desdoblar identidades con significados relacionados a diversas formas de exhibicionismo. El selfie, desde el yo, puede convertirse en una manifestación del yo como espectáculo.

Referencias:

Debord, Guy (2005). La sociedad del espectáculo: 2da edición. Editorial Pre-Textos.

Romano, E. (2000). La cultura digital. Buenos Aires: Lugar Editorial.

El estudio realizado por las Universidades de Birmingham, Edimburgo y Heriot-Watt puede ser consultado en el siguiente sitio: http://epapers.bham.ac.uk/1723/1/2013-03_D_Houghton.pdf

La investigación titulada “Cómo las relaciones entre el narcisismo y el uso del sitio de redes sociales difieren en Facebook y Twitter”, puede ser descargada del sitio: www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0747563213001155

Autor

  • Sergio Octavio Contreras

    Doctor en Ciencia Política. Comunicólogo y master en sociedad de la información por la @UOCuniversitat. Profesor universitario. Consultor y conferencista en redes sociodigitales. Twitter: @Ciberpensador

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