El fracaso presidencial en prácticamente todos los órdenes de la administración pública no sorprende a quienes advertimos las consecuencias del populismo en cualquier parte del mundo. Aquí lo hemos documentado y ahora los estudios demoscópicos resaltan que los mexicanos advierten el deterioro de las instituciones y las leyes —es decir, el debilitamiento de la democracia—, la corrupción galopante y el desastre en la salud y la educación. Más aún: la mayoría de la población afirma que la inseguridad es el problema más serio que tenemos, tanto que ha alcanzado los niveles más altos de nuestra historia.
Andrés Manuel López Obrador sabe que es enorme la distancia entre la propaganda y la realidad, y por ello encabeza unas elecciones de Estado a fin de garantizar la continuidad de esa cosa demagógica llamada “cuarta transformación”. Claudia Sheinbaum es su criatura: la moldeó a su imagen y semejanza, como quedó claro desde hace dos años, cuando avisó que ella era la elegida, antes de iniciar la farsa de una elección interna de la candidatura presidencial.
La criatura de la “4T” es Claudia. Debería estar en la cárcel por su responsabilidad en el accidente de la Línea 12 del Metro que, el 3 de mayo de 2021, cobró 27 vidas. O desde antes, cuando, el 19 de septiembre de 2017, colapsó el Colegio Rébsamen y murieron 26 personas, entre estos 19 niños. En ambos casos era funcionaria, en el primero jefa de Gobierno de la Ciudad de México y, en el segundo, delegada en Tlalpan. Pero no sólo eso no sucedió, lo que en un país con solidez democrática habría sido normal, sino que el gobierno federal montó un formidable operativo a favor de su candidata, que implica vulnerar más al INE, debilitar al INAI y torpedear a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esos han sido los dichos de la criatura contra organismos autónomos y a favor de la disolución del máximo tribunal.
Sheinbaum hace lo que el presidente le instruye. Habla como él, tanto con el acento tabasqueño como en la repetición casi textual de las frases de su mentor, imagínense. Es alguien carente de identidad; no hay ningún desplante misógino en el registro de este hecho: sea mujer o si hubiera sido hombre, su misión es la sumisión a las decisiones del Ejecutivo. Cuenta con recursos para el acarreo y la promoción, buena parte de ellos provienen del erario, otros de empresarios y políticos que, desde ahora, hacen méritos, y otros más, de procedencia ilícita.
Esta operación de Estado comprende generar un cerco informativo a las actividades de la candidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, promover las actividades de la candidata oficial y omitir noticias que pudieran perjudicarle. Para ello incentiva a empresarios de los medios de comunicación mediante jugosos contratos de publicidad o los amaga, incluso públicamente, como lo hizo el presidente al iniciar 2024 al arremeter contra concesionarios de Radio Fórmula, directivos del diario Reforma y periodistas como Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva y Joaquín López-Dóriga. Esa ruta continuará la partitura que siguió el año pasado contra Televisión Azteca y Latinus, adocenadas con campañas de desprestigio en redes sociales digitales al acusar supuestas quiebras de las empresas que sostienen a esos medios.
Esta edición hace un recuento de la trayectoria de la criatura de la “4T”, desde su horizonte juvenil en la “grilla” de la UNAM en 1986 hasta la fecha. Se aprecian su grisura intelectual, sus quiebres éticos y morales en esas lides, y sus métodos de coerción en las que siguió hasta su traición al proyecto que Cuauhtémoc Cárdenas encabezó luego de las elecciones fraudulentas de 1988. Están sus ligas con Carlos Ímaz y su asiduo intento por deslindarse de las prácticas del chantaje en la delegación Tlalpan. Registramos el plagio en su tesis de maestría, la adulteración de su historia en la universidad para hacerla pasar como heroína y, claro, su ineptitud como servidora pública.
Nos alienta una derrota relevante de Sheinbaum que registramos al cierre de la edición: la criatura no logró que el Congreso de la Ciudad de México ratificara a Ernestina Godoy en el cargo de fiscal, a pesar de haber usado todos los recursos del Estado y de incurrir en las prácticas más deleznables de persecución. Pese a la inequidad electoral, ese es un ejemplo de que la oposición podría ganar si aprovecha el descrédito cada vez más creciente del gobierno y si corrige la estrategia de campaña. En cualquier caso, esperamos que este esfuerzo periodístico será un llamado a tiempo sobre la situación que, con Claudia Sheinbaum en la silla presidencial, en todos los órdenes continuaría agravándose en el país.