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jueves 07 noviembre 2024

Escuela de dictadores

por Genaro Góngora Pimentel

Consideraciones de Don Aulo Gelio Gulbenkian sobre Venezuela

En los primeros días de 2011, es ya costumbre la visita a la casa de Don Aulo Gelio Gulbenkian. La casa de Don Aulo Gelio Gulbenkian, frente al jardín de San Jacinto, es la última que no ha sido tomada por los restaurantes, los bancos o las oficinas. Sí, ahí se encuentra desafiando a la modernidad. Si bien ya no es el jardín un lugar tranquilo, la casa, la antigua casa de Don Aulo Gelio es un verdadero oasis de verdor, en su hermoso jardín interior, grande fuente saltarina y árboles antiguos, flores hermosas, sobre todo las rosas por las que el dueño siente un fervor verdadero.

La fuente es antigua, sin duda colonial, a un lado de la misma en una mesa de corte militar, se encontraba sentado mi amigo leyendo unos reportes sobre Venezuela.

Se alegró de verdad al verme y me pidió que lo acompañara en la silla que al efecto colocaron. Entonces dijo:

—Leo en The Economist las cosas que hace el señor presidente Hugo Chávez y si bien me sorprenden, también me hacen pensar en problemas de política imperial, no del señor Chávez, sino de los fallos del manejo imperial de los países que estableció “El Libertador”, claro, me refiero a Bolívar—.

—Mira, en una elección del pasado mes de septiembre, los venezolanos mandaron un mensaje muy claro. Poco más de la mitad se inclinaron por la oposición. Pero, el gobierno manipuló las reglas electorales y los votos contrarios al sistema, lograron apenas 67 lugares, mientras que los chavistas terminaron con 98. Sin embargo, esto no parece haber dejado tranquilo al señor Presidente—.

—Aprovechó los últimos tres meses de la Asamblea saliente, en la que tenía una mayoría abrumadora,

para volver irrelevante a la nueva legislatura que habrá tomado posesión el pasado 5 de enero. El núcleo del esfuerzo fue lograr la aprobación de una ley que otorga al gobierno, el poder de mandar por decreto durante los 18 meses próximos—.

—Las otras funciones de la Asamblea también fueron disminuidas. Bajo una reforma rápidamente aprobada, la legislatura sólo podrá reunirse cuatro días al mes. Todas las comisiones parlamentarias van a ser controladas por el gobierno y, además, los discursos en la Asamblea sobre cualquier tema deberán limitarse a 15 minutos para cada miembro. Los debates sólo podrán ser transmitidos por los canales de televisión del gobierno a quien se permitirá amordazar las voces disidentes—.

—Además, los miembros de la Asamblea no podrán cambiarse a otros partidos bajo pena de perder su sitial, una medida que sugiere que el señor Presidente duda de la lealtad de algunos de sus partidarios. Mientras tanto, algunos de los miembros de la oposición enfrentan persecuciones judiciales. Uno de ellos, José Sánchez, antiguo comandante de la policía, ha sido sentenciado a 19 años de prisión por estar, supuestamente, involucrado en un asesinato, no obstante que la Constitución Venezolana garantiza a los miembros de la Asamblea inmunidad legal—.

—La nueva Asamblea habría designado algunos jueces de la Suprema Corte en sustitución de los que se retiraban. Esas designaciones requerirían las dos terceras partes de la mayoría, lo que hubiera necesitado llegar a tomar acuerdos con la oposición. Para darle la vuelta a ese requisito, la Asamblea se apresuró a nombrar a los nueve jueces nuevos. Todos partidarios decididos de Chávez y cuatro miembros de la Asamblea que se retiraban—.

—Las organizaciones no gubernamentales no habrán de recibir fondos del extranjero, un cambio que obligará a muchas a cerrar sus puertas—.

—Otra ley nueva permitirá al Presidente transferir poderes y recursos de los gobiernos locales a comunidades socialistas, de manera que se podrán neutralizar las victorias electorales de la oposición en muchas grandes ciudades en 2008—.

—Las reformas a las leyes de radiodifusión y telecomunicaciones que se han extendido para cubrir el Internet y a los teléfonos móviles, buscan restringir la distribución de información crítica del gobierno haciendo al portador del mensaje responsable de su contenido. La penalidad se aplicará a quienes promuevan faltas de respeto a las instituciones o “alarma” entre la población—.

—El Presidente Chávez justifica estas endebles reformas legales como una necesaria respuesta a la inundación que días antes causó la muerte de 40 personas. Lo que, en realidad parece una razón muy débil—.

—Granjeros del oeste de Venezuela, apoyados por sus empleados, han bloqueado los caminos para impedir que el ejército ejecute las órdenes presidenciales de expropiar las tierras que rodean el Lago Maracaibo—.

—Todos los ojos están fijos en la elección presidencial que está anunciada dentro de dos años, pues el Presidente Chávez ha dicho que buscará otro período de seis años. El Presidente y el decano de los generales del ejército, han dicho que las fuerzas armadas no habrán de tolerar una victoria de la oposición en esa elección—.

—No obstante que la oposición desde hace tiempo acusa al señor Chávez de gobernar como dictador, Venezuela ha retenido muchas apariencias de una democracia—.

—Ahora, así parece, el Presidente finalmente se ha quitado la máscara democrática—.

—Déjame decirte, querido Genaro, el Presidente Chávez en una última declaración dijo que quienes quieran formar parte real del imperio norteamericano sin duda votarán por la oposición y que los verdaderos venezolanos apoyarán al Gobierno—.

Viene a mi memoria lo que pasó en Honduras en que tenían desconfianza de su Presidente, legítimamente electo, por lo que el ejército hondureño entró en la madrugada a la Casa Presidencial y sacaron al Presidente en pijama, lo subieron a un avión y lo mandaron a Costa Rica. Era una época en que yo leía el The New York Times y el reportaje de ese periódico informó que los norteamericanos sabían con anticipación que el ejército hondureño quería dar ese golpe de Estado. Decía el reportaje que trataron de disuadirlos pero, no hicieron caso. Estaban disgustados porque su Presidente elogiaba a Chávez y quería seguir sus políticas (ellos o los amos norteamericanos).

—Estamos Genaro, dentro de la órbita de nuestro poderoso vecino, es importante que lo entendamos. Llevemos nuestro papel de miembro del Imperio con dignidad—.

—Recuerda que hace algunos años casi logran destituir al presidente Chávez, pero el ejército venezolano evitó el golpe de Estado, no es pues raro encontrar a un Presidente que ahora, para desesperación de la oposición, busca perpetuarse en el cargo—.

—El que se acuse al Gobierno de manipular las reglas electorales, tampoco debe escandalizar a los mexicanos, pues tenemos ya muchos años en que se habla de fraudes electorales y a la oposición se le contesta que “haiga sido como haiga sido” es algo aceptado—.

—La lección que debemos recibir, mi querido Genaro, es que con todas las imperfecciones de “la dictadura perfecta” del PRI y de los dos infortunados sexenios del PAN, hemos tenido instituciones que tratan de salir adelante con la difícil tarea de gobernar México—.

—Venezuela, escuela de dictadores, nos hace ver que en México se cuidan las apariencias y, salvo que el Gobierno se encuentre vivamente interesado en mantener un acto ilegal, los jueces habrán de llevar adelante el Estado de Derecho, mientras no cambie el régimen político. Esperemos que cambie, —terminó don Aulo Gelio—, aún cuando es probable, dado lo avanzado de mi edad, yo ya no habré de verlo—.

Esto era un cierre del monólogo que escuché. Así lo entendí. El maestro Gulbenkian me despedía.

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