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La princesa caballero es de las primeras chicas famosas creadas por el manga y el anime japonés; alcanzó presencia como manga a mediados de los cincuentas hasta casi finalizar los sesenta aunque en la serie de televisión, desde 1967, se catapultó como una de las mujeres ideales para acompañar la infancia: una niña llamada Zafiro que es criada como niño porque su sexo le impide gobernar hasta que su valor le abre paso al reconocimiento de todos. Ella nada tiene que ver con La princesa amanecer, una rubia sin sabor, empecinada quizá, pero desprovista de inteligencia para hallar las llaves que romperían el hechizo de su reino sumido en la tristeza por el influjo del malvado Cascarrabias. Zafiro tampoco se parece a esa otra infante de anime, María, que se la pasaba chillando para que “Fantasmagórico” le ayudara, igual que Dulce Polly para que hiciera lo propio Supercan (en una pésima parodia estadounidense de la saga de héroes).

Junto a La princesa caballero podría ubicarse a la perversa y seductora Natasha Fatale, la estrella de “El show de Rocky y Bullwinkle” y a la coqueta Oliva Olivo, el centro de la disputa entre Popeye y Brutus desde 1960 hasta la fecha. Pero hasta ahí.

Durante los setentas hubo más jovencitas insulsas como Heidi, la serie de anime iniciada en 1974 como adaptación del libro escrito cien años antes por Johanna Spyri. Lo mismo pasó con las amas del hogar Vilma Picapiedra y Betty Marmol, muy conocidas en aquellos años aunque habían nacido una década atrás y cuyo principal virtud era sobrellevar las travesuras de sus maridos Pedro y Pablo en 166 episodios de televisión. Y ni qué decir de esa serie tan ajena a nosotros y tan fresa, Archie, nacida en un cómic a finales de los cuarenta y llegada a la televisión a finales de los sesenta y principios de los setenta. Verónica y Betty no son más que la anodina representación del cliché estudiantil estadounidense. (De Daphne Blake y Vilma Dinkley, integrante del equipo de “Scooby-Doo” ni hablemos, por favor, y menos de miss Penélope Glamour de “Los autos locos” ni de la esposa del señor Sónico.)

De aquella época no son los dibujos animados femeninos los que más sobresalieron sino los de acción real (según nosotros): el manga japonés La señorita Cometa por ejemplo, llevada a la televisión con personas y dibujos animados; los lectores de más de 40 años y el público conocedor saben que es una adolescente de 12 años, princesa también, proveniente de Beta y que es más conocida por su bastón mágico que por llamarse en realidad Yumiko Kokonoe. La trama es ineludible al momento de la nostalgia porque los efectos visuales y las fantasías que alentaba incluso el profesor autoritario cuando le pintaba taches a la señorita porque ella trangredía las reglas. Otra memorable mujer es la canadiense Yvonne De Carlo, que todos ubicamos al saber que es Lily Monster, también una ama de casa nacida de la CBS a mediados de los sesenta pero con el ingrediente de que es una hermosa vampireza y una excelente actriz en aquella serie de culto. Además se encuentra Morticia o Carolyn Jones, en la trama de la ABC, “Los locos Adams” con la que compitió contra la “Familia Monster”; Morticia y el vestido negro, la sutil ironía, el tallo de las rosas que la seducían y su andar por el panteón, pero sobre todo su francés, una invitación al amor que destempló a Homero y a millones de seguidores.

Mención aparte merecen Julie Newmar, Lee Meriwether y Eartha Kitt. Para precisar pedimos al lector pensar otra vez en Dulce Polly, Vilma o La princesa amanecer. ¿Ya? Entonces anotamos la tercia de felinas que en distintos momentos de “Batman” fueron Gatúbela. La comedia de acción fue difundida por la ABC y es muy probablemente la más popular de la televisión entre 1966 y 1968 (muy por arriba de Superman), entre otras razones por el influjo sensual del personaje gatuno y las exquisitas elecciones de sus productores William Dozier, y Howie Horwitz.

Las 120 aventuras más bien cómicas de Adam West (el caballero encapotado) y Burt Ward (Robin, el joven maravilla) afianzaron la impronta del antihéroe pero lo hicieron muy lejos del personaje misterioso y atormentado trazado por sus creadores en el cómic que lo vió nacer en 1939. El Batman de la serie televisiva es un antihéroe ya que ante las más insospechadas situaciones tenía un batiantinsospechadas situaciones, pero también lo es por las escenas donde solo la ingenuidad lo libra de las candentes situaciones a las que es llevado gracias a los maullidos de una gatita enfundada en latex negro. Así, el rechazo del paladín de la justicia provoca el efecto inverso en los espectadores que habitualmente quisieran ser o hacer lo que él. Además, en esas situaciones inquietantes es cuando Batman se siente más tentado a ser como sus archirrivales porque Batichica nada más le provoca ternura.

Durante los setentas, las series de acción real tendrían su primer gran aliento, por lo que las mujeres de los dibujos animados serían relegadas, pero eso ya es parte de la siguiente entrega.

Esta historia continuará

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