Recuerdo que en la universidad un maestro preguntó “¿Quién es tu héroe?” Las respuestas fueron variadas, desde mamá y papá hasta Sor Juana. La mía la olvidé; pudo ser Hechizada (la bruja de la TV) o Cervantes, por quedar bien con alguno de mis maestros. Pero la pregunta quedó rebotando entre neuronas, de hecho sigue aquí y se alborota, se la lanzo a mis alumnos y la voy reconfigurando y relanzando a mi persona con respuestas diversas. Sin embargo, se ha ido refinando y voy formando mi liga extraordinaria.
Cuando el maestro elaboró la pregunta en la Facultad de Letras, estaba fresquecita y saltarina, creo que no me dejaba dormir. A los pocos días hubo una conferencia sobre la Generación del 98, tema que me tenía encantada entonces, el auditorio de la UNAM estaba casi vacio, estaban dos de mis más admirados maestros, la doctora Andueza y el doctor Horacio López Suarez (ambos rayaban los 70 años). Admito que viví locamente enamorada del doctor Lopez Suárez, amor platónico que le confesé públicamente el día de mi examen profesional; en el escenario estaba una profesora visitante de la Universidad Complutense y en primera fila otro hombre mayor de la misma generación de los aludidos.
Me senté junto a la doctora Andueza quien me comentó que el hombre de la primera fila era un doctor en Historia de la Complutense, esposo de la doctora conferencista, experta en literatura de la Generación del 98. Lamento no recordar el nombre de la pareja. La conferencista arrancó el discurso con pasión, lo mismo le daba que su público fuéramos cuatro que mil; la belleza de aquella regordeta y canosa mujer (eso sí, perfectamente arreglada) fue operando la seducción con cada dato, historia y palabra, mi atención era suprema, solamente me distraía ocasionalmente el embeleso de su marido que la miraba con pasión perpetua. La pregunta brincolina tenía respuesta: esa mujer era mi heroína, su mente brillante la hacía hermosa. Claro que estaba entre puro viejo hermoso, pero si tenía que elegir un destino a mis 24 años quería ser esa mujer sabia y amada.
En busca del mentor
Desde entonces las coordenadas son claras, admiro a los viejos y viejas sabias porque desafían el lugar común de la ancianidad triste, porque al modo griego logran la felicidad con la consolidación de una vida bien vivida y una mente bien empleada. Es cierto que tememos la vejez por incierta, porque aunque hemos ampliado las coordenadas de la vida no podemos resguardarnos ante la enfermedad. Antes, el mero hecho de acumular años era una proeza, hoy se exalta una vejez cosmética que simule juventud, algo aniñada y desmadrosa. A mi me gusta la vejez lucida, por eso sentí mucho la muerte de Zigmunt Bauman y de John Berger, les tocaba morir como nos ha de tocar a todos pero su claridad seguro se extrañará ante lo incierto del futuro líquido y oscuro que de buen modo deberíamos aprender a ver. Siento su muerte no como un lamento, la siento como reconocimiento, como quien escucha una hermosa sonata y la identifica atemporal, perfecta, insuperable; una obra única que no se repetirá, que se toma de parámetro para imitar, desde luego no en la grandeza, esa no se elige, pero sí en el talante. Un ánimo que se esfuerza por durar. Claridad mental que quizás sufre pero sabe que su condición hecha de muerte sólo se reta con la fuerza del pensamiento que no claudica, el único mascullo del cuerpo susceptible de mejorar cuando los demás decaen.
En latin se llamaba Senex al viejo sabio, Carl Gustav Jung lo suma a sus arquetipos del inconsciente colectivo y por tanto un personaje recurrente en narrativa. Su origen está seguramente relacionado con el chamán o hechicero de las sociedades primitivas, se trata de un líder o maestro que ilumina la oscuridad del trayecto de la vida puesto que ya ha pasado por ella, reconoce el camino y guía a los otros con su experiencia. Un mentor como Merlín, un maestro como Dumbledore o como Obi Wan Kenobi. En la ficción su aspecto femenino se personifica también en una maestra o anciana sabia, una madrina que sustituye a la madre ausente y que en la ficción infantil es el hada que auxilia en los momentos difíciles.
Una liga extraordinaria
Para continuar con este reconocimiento y con mi propio juego narrativo, adopto el título de la historieta de Alan Moore y Kevin O’Neil. Su argumento consiste en la formación de un grupo de hombres y mujeres destacados procedentes de la literatura, que deberán ayudar a los gobiernos ante eventos que ponen en peligro a la sociedad. El imperio británico contrata al aventurero Allan Quatermain (Las minas del Rey Salomón); el agente Tom Sawyer (Las aventuras de Tom Sawyer); el capitán Nemo (Moby Dick); la vampiresa Mina Harker (Drácula); el hombre invisible Skinner (El hombre invisible); el doctor Jekyll y Mr. Hyde y Dorian Gray (de las novelas del mismo nombre). Así como Moore, yo adopto el grupo de mentes que me gustan como heroes y mentores.
George Steiner, crítico y escritor, tiene 87 años, para contrarrestar los efectos de la vejez y sus enfermedades mentales hace a un lado la nostalgia, todos los días realiza ejercicios de memoria y de atención: Me levanto, voy a mi pequeño estudio de trabajo y elijo un libro al azar, y traduzco un pasaje a mis cuatro idiomas. Lo hago sobre todo para mantener la seguridad de que conservo mi carácter políglota, que es para mí lo más importante, lo que define mi trayectoria y mi trabajo. Piensa que ningún lugar es aburrido mientras tenga café y libros, a eso lo considera la mejor forma de patria y mantiene el equipaje preparado para cuando llegue la hora de partir “y no quejarse”. Jorge Mario Bergoglio, el papa de 80 años piensa que la vejez es sede de sabiduría… y que los niños y los ancianos construyen el futuro de los pueblos: los niños porque llevarán adelante la historia; los ancianos, porque transmiten la experiencia y la sabiduría de su vida. No dejen de cansarse de cultivar y alimentar el diálogo entre las generaciones.
Como sabemos es un hombre polémico e incansable, siempre sonriente que gusta de la simpleza, ha tenido el valor de señalar los abusos sexuales de los sacerdotes pedófilos y proteger a futuras víctimas mediante la creación de una comisión especial. Del mismo modo investiga las finanzas vaticanas y aboga por las minorías a pesar de las críticas que esto suponga al estatus quo de la santa iglesia. Bauman lo consideraba un hombre valiente: El papa Francisco dice tres cosas muy importantes sobre cómo construir una sociedad sana. La primera, recuperar el arte del diálogo con gente que piensa distinto, aunque eso te exponga a la posibilidad de salir derrotado. La se gunda, que la desigualdad está fuera de control no sólo en el ámbito económico, sino también en el sentido de ofrecer a la gente un lugar digno en la sociedad. Y la tercera, la importancia de la educación para unir ambas cosas: recuperar el diálogo y luchar contra la desigualdad.
John Berger nos abandonó al iniciar este año a los 90. Mi admiración por él surgió gracias a la serie de televisión “Modos de Ver”, que posteriormente se convertiría en libro sobre el análisis de las obras visuales. Se trata de un artista por todos sus lados, novelista, poeta, guionista, ensayista, pintor y crítico. El mundo es ahora, dice Berger, una carga de la caballería de los especuladores, las decisiones las toman ellos, los políticos solo hablan. Tal vez pase que una nueva política se abra paso, “seguro que yo no viviré para verlo”.
Rita Levi-Montalcini
A Rita me la presentó mi hija Mariana. Su rostro de más de 100 años, como el rostro de Bauman arrugado y dulce me resultan bellos en extremo, no sé, cuando me gustaba pintar amaba pintar viejos, tal vez porque el rostro liso de un joven no presenta desafío; hay algo de hechizo en el rostro plisado, en los ojos brillantes hundidos entre cumbres y valles, un paisaje natural, con accidentes. Ella fue premio Nobel por su trabajo como neurobióloga en1986 por descubrir cómo funciona el factor de crecimiento celular; de 2001 hasta su muerte fue senadora en su país, Italia.
En una de sus últimas entrevistas al cumplir 100 años le preguntaron por su jubilación, a lo que contestó que jamás lo haría porque eso destruye la mente. Afirmó que su cuerpo se arrugaba pero su mente se encontraba mejor que cuando tenía 20 años pues sumaba a la claridad su experiencia. Rita, al igual que Steiner, consideraba que la adversidad había sido su gran aliada, George agradece a Hitler y ella a Mussolini ¿será que algún día agradeceremos a Trump? Zygmunt Bauman es para mí un gran compañero, he pasado muchas horas viajando por sus libros y palabras, por sus ideas claras y su capacidad de mirar al futuro. Algunos filósofos contemporáneos atribuyen su éxito gracias a esa facilidad de reproducir sus ideas en un tuit, o gracias a lo visual de sus conceptos, el acierto de su modernidad líquida como metáfora de la situación contemporánea. Me parece simplista y atrevido, Bauman cautivó a muchos por eso y mucho más, sobre todo por la vitalidad intelectual que le permitió adaptarse y observar esa liquidez, era asiduo al Internet y a las redes, muchos veteranos, más jóvenes que él, no terminan por entender lo que la virtualidad supone; ha sido un clarividente al observar y anticipar las consecuencias sociales y políticas de esta liquidez. Escritor de 57 libros y más de 100 ensayos.
Mi liga extraordinaria puede contemplar a más personajes, al Dalai Lama, a José Mujica o a Jane Fonda, quien a sus casi 80 se mantiene hermosa y activa, protagonista de la marcha de las mujeres contra Trump. Pero sin duda Bauman ha sido mi mentor y compañero en estos años, lamento que se haya ido, termino estas lineas usando las suyas:
Hay algo que no puedes hacer offline, pero sí online: blindarte del enfrentamiento con los conflictos. En internet puedes barrerlos bajo la alfombra y pasar todo tu tiempo con gente que piensa igual que tú. Eso no pasa en la vida real: en cuanto sales a la calle y llevas a tus hijos al colegio, te encuentras con una multiplicidad de seres distintos, con sus fricciones y sus conflictos. No puedes crear escondites artificiales.