Los vestidos de Angélica Rivera y el caracol de los jardines

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Leí, con cierto estupor, las crónicas acerca de la buena impresión que causó la primera dama en su visita a Inglaterra. El estupor proviene de varias fuentes, la primera, la imbecilidad de los cronistas para describir vestidos de cien mil pesos y la segunda el sentido común que es necesario para que en un país que lleva un rumbo muy preciso a la chingada se dé cuenta de tales ostentaciones propias de alguien que no entiende la realidad y cuyo sentido del timming es el de un caracol de jardín.

Hay un género periodístico que se alimenta en las mazmorras de la inteligencia al que llamamos “sociales”. Normalmente los periódicos dedican varias páginas a este género y en algunos casos cobran dinero para documentar que “Alexia y Pepe hallaron el amor en la iglesia de Nuestra señora del Nosocomio” o que “Lily San Román veranea en Ibiza” asunto, que no le importa ni al mesero español que recibe propina de la señorita San Román.

Con los diarios de cualquier manera hay una cierta sensación de que basta tirar a la basura la sección correspondiente y dedicarse a leer el resto. Sin embargo, los agravantes se presentan cuando se dedican revistas enteras a estos menesteres y que desde mi muy particular punto de vista tienen dos potenciales grupos de lectores. En primer lugar están las que se dedican a la gente menesterosa que normalmente vienen acompañadas en la portada por dos buenones fajando, lo cual no tendría nada de raro si no fuera porque fueron fotografiados por un idiota que vive de eso y porque no son marido y mujer, lo que mueve a cierto escándalo. En estas revistas están las operaciones fallidas de una artista, las novias despechadas que le quieren quitar la lana al galán de moda o uno que era famoso lo perdió todo y se hunde en el alcoholismo. Destacan TV Notas y Tv y Novelas como artesanas en producir este tipo de basura.

El segundo caso es el de esas revistas de un mejor formato que están dirigidas a gente aspiracional que sueña con ser princesa o mamadencias del mismo calibre. En esta variante se nos presenta al Conde Fulanito ofreciendo una cena de gala o al Rey de España visitando huerfanitos. En mi mente que nada entiende, siempre ha sido un misterio el interés que estas imbecilidades provocan en la gente pero los tirajes monumentales demuestran que estoy equivocado.

Es en este contexto y volviendo a Angélica Rivera, a quien una revista (que los imbéciles llaman “del corazón”) le dedicó 21 páginas en un reportaje que haría vomitar a un buitre y del que hablo de oídas ya que estoy seguro de que si lo leyera sufriría una embolia masiva.

No debemos olvidar que la “reaparición” de la esposa del Presidente se debe a que en su última aparición salió en la tele emitiendo un comunicado en el que muy agraviada decía que ella era una mujer honesta y casi casi que dejáramos de estar chingando por lo que vendería su casa (asunto que hasta donde entiendo no ha ocurrido). Bien, si el siguiente paso después de ese escandalazo es comprarse vestidos de varios miles de pesos que pagamos todos los ciudadanos, presentarse a cenas de gala para luego ser celebrada por una revista que le rinde homenaje, se advierte una falta de sentido común que es justamente del que los mexicanos ya estamos hartos.

No hay que confundirse, no pido que vaya en harapos a las fiestas, simplemente que el gobierno tenga un poco de sensibilidad mediática cuando las cosas están tan mal. Parece urgirles un asesor que les diga cosas como: “Sr Presidente, que su hija no use tuiter” o “No lleve de paseo a la familia a costa de nuestros muy devaluados pesos”. Por supuesto sé que este es un consejo que caerá en saco roto y que el PRI ganará las elecciones lo que, para variar, me deja siempre del lado de los marginados, pero ese es mi destino. Ni hablar.

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