Estamos en un momento donde lo importante está en la pantalla. Ya no los mítines (que cuentan), el acarreo (necesario) y hasta las construcciones (que muchas veces no sirven para maldita cosa). Por lo tanto, si bien tuvimos proyecciones, en este mes llamado de la patria tendremos novedades, las cuales pueden ser consideradas como una lotería. En la misma están: “El equipo”, “El alcalde”, “La teniente” y hasta “El guía” (de turistas).
Comenzamos.
Poco hay que añadir a la muy comentada serie de televisión “El equipo”. Su productor (Genaro García Luna) ya había realizado antes “La francesa”, con Florence Cassez. Pero el escándalo al hacer la de autopropaganda fue tal que hasta intervinieron algunas oficinas gubernamentales, obligadas por la fuerza de los medios. Lo que demuestra, una vez más, la trascendencia de la información.
“El alcalde” es una filmación encomendada a un equipo muy profesional y nuevo. En la misma aparece Mauricio Fernández Garza, presidente municipal de San Pedro Garza García, motejado “El Rudo”, quien hace una apología de la violencia. Lo mismo porque dice que luego de ir de cacería algunos vecinos le indicaron que el alcalde del lugar era mala onda, y él urgió a los pobladores a liquidar al funcionario; lo grave, o más importante para el presidente municipal, es que los ciudadanos llevaron a cabo lo propuesto.
Pero en otra escena, realmente para la historia borgiana, anuncia que un pandillero, “El Negro” Saldaña, lo amenazó con ejecutarlo, pero que horas después había sido asesinado en el DF. Todo esto fue muy controvertido y poco aclarado; lo más grave, empero, es que un auditorio a reventar se pare para aplaudir a Mauricio. Es decir, el ojo por ojo y luego la ceguera, de la que se quejaba con razón Gandhi, es parte de una sociedad, la más pudiente de la nación, que da muestras incivilizadas al máximo.
Fernández se da vuelo al decir que incluso violará leyes, pero no le importa. Y precisa que esta guerra no es de monjitas (aguas benditas, santa Teresa) sino de enfrentamientos y trancazos. Estamos, pues, ante un individuo que insiste en el fracaso: la violencia únicamente se puede solucionar matando a diestra y siniestra.
Por cierto, un anuncio de una marca de bolsas se muestra largamente ¿patrocinador?
(Video en el portal de Animal Político)
“La teniente”. Si la SSP pudo hacer su telenovela -fracasada en todos sentidos- en Televisa, ahora la Secretaría de Marina presumirá la suya con más capítulos, una historia larga y con escenas impresionantes, pero en la competencia, Tv Azteca. ¿Incluirán la de los cuatro elementos desaparecidos en Veracruz? Misterio.
Se sabe que la institución gubernamental no erogará nada para el telemamón. Pero ya veremos. Lo mismo se dijo con la producción de García Luna y El Universal desveló el asunto. Lo interesante es que ya tenemos una competencia no sólo para ver quién recibe los “pitazos” de la DEA y la CIA para detener y matar narcotraficantes, sino incluso para mostrar que “ellos sí” hacen el trabajo.
“El guía”. Seguramente para darle la razón a la publicista Gloria Guevara, hoy encargada de la Secretaría de Turismo, que vamos por la vía correcta en ese ramo, Felipe Calderón escenificó un programa para “The Royal Tour” de Peter Greenberg, que se transmitirá el viernes 23 de septiembre a las 21 horas por CBS. Aunque no se apure, seguramente lo veremos repetido ampliamente en México. (Avances en Animal Político).
Felipe lo mismo se desliza por unos cables en medio de la selva para luego entrar en un pozo que se ubica en Las Golondrinas (SLP), donde le expresa al conductor de la serie que no fue nada peligroso, más bien lo disfrutó y que tiene otras encomiendas más arriesgadas; rema en la selva Lacandona y le muestra a Peter unos signos realizados con sangre de jóvenes; va por Chichen Itzá, el lugar sagrado de los mayas, y sube 91 escalones; y se atreve a bucear en un cenote, algo muy peligroso debido a que en Puebla murieron varios espeleólogos al hacer su chamba.
En fin, las riquezas de México enseñadas por alguien que hace de todo bien y sin guardias de por medio. El mundo feliz, como dijera Huxley.
¡Lotería!