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domingo 15 diciembre 2024

México, propiedad intelectual y piratería

por María Cristina Rosas

La palabra “piratería” evoca actividades de los piratas, esto es, aquellos individuos que abordaban embarcaciones de otras naciones o particulares, para robar las riquezas que éstas transportaban. Obvio, se trata de un ilícito, dado que los piratas no son –ni eran– los creadores o poseedores de la riqueza de la que tomaban posesión.

                                                                                       Fuentes del Pop Art 7 / Peter Blak

La piratería es un suceso de larga data. Se recuerdan, por ejemplo, las acciones de personajes como Francis Drake, un individuo que, entre 1577 y 1596 asaltó barcos españoles con la complicidad de la corona inglesa. Es por ello que, para España, Drake era simple y llanamente un pirata, esto es, un delincuente cuyas acciones afectaban los intereses de la corona en tanto que, para la Gran Bretaña, Drake era un corsario, es decir, un personaje en posesión de un documento que lo facultaba a atacar naves y territorios enemigos. Es por ello que, el 4 de abril de 1581, la reina Isabel I de Inglaterra invistió a Francis Drake como caballero, reconociendo así su contribución a la corona inglesa.

En la actualidad, la piratería se sigue produciendo. Existen piratas al más puro estilo tradicional, esto es, personas que se dedican a asaltar embarcaciones, al incautar los bienes que transportan o incluso, tomando como rehenes a sus tripulaciones y/o pasajeros a efecto de solicitar un rescate y derivar así, un beneficio económico. Un ejemplo es la actividad de los piratas somalíes en el Golfo de Adén. Muchos de ellos argumentan que la piratería que efectúan es un acto legítimo, considerando el saqueo que las naciones occidentales han realizado históricamente de los recursos pesqueros de las costas somalíes.

Ahora la piratería tiene formas más sofisticadas.
A propósito de los derechos de propiedad intelectual, las normas de los países buscan proteger a los autores y/o titulares de los derechos sobre las obras o el patrimonio que crearon o poseen, visa- vis la pretensión de terceros, de beneficiarse, en términos económicos, de los bienes, invenciones o patentes generados. La problemática es compleja, por diversas aristas. México, por ejemplo, estuvo a punto de perder la denominación de origen del tequila debido a que Japón buscó el registro de los derechos de propiedad intelectual de la bebida. Otro tanto ha pasado con el chocolate, donde México se ha enfrentado a la pretensión de Ecuador de registrar al célebre producto como originario del país sudamericano. En un caso similar, el pisco ha enfrentado a Perú y Chile.

Las naciones han tendido a buscar la protección de los derechos de autor y del patrimonio nacional en momentos en que la globalización facilita transacciones e intercambios en los que, a todas luces, el respeto de la inventiva y de los derechos de los creadores tienen un valor monetario. Sin ir más lejos, en la Ronda de Uruguay del extinto Acuerdo de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), se negoció el acuerdo de derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, que dispone, entre otras cosas:

El trato de la nación más favorecida a la propiedad intelectual, de manera que si un miembro del GATT –y su sucesora, la Organización Mundial del Comercio u OMC– concediera ciertos derechos a otro miembro, se deberían de hacer extensivos a todos los miembros del GATT/OMC;

La propiedad intelectual debe ser concedida sobre una base nacional, esto es que, las empresas extranjeras que solicitan la protección, deben recibir el mismo trato que las empresas nacionales;

El acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual relacionado con el comercio cubre siete esferas en materia de propiedad intelectual, a saber: derechos de autor y derechos conexos; marcas de fábrica o de comercio; indicadores geográficos; dibujos y modelos industriales; esquemas de trazado (topografías) de los circuitos integrados; patentes e información no divulgada;

Los miembros del GATT/OMC están obligados a establecer procedimientos y/o legislaciones –donde éstas no existan– para la observancia de los derechos de propiedad intelectual;

Los miembros del GATT/OMC pueden presentar sus quejas ante las instancias de solución de las controversias existentes en esa (s) institución (es);

Se establecen disposiciones transitorias para las naciones menos adelantadas y los países en desarrollo.

                                                                                               Andy Warhol

Existe una tendencia, a patentar todo lo existente, lo que plantea el problema de que incluso los derechos sobre el patrimonio de una nación, trátese de plantas, tradiciones culinarias, métodos de producción, productos icónicos, etcétera, podrían ser reclamados a favor de terceros que no son sus creadores o artífices originales. Es por ello que las naciones tienden a poner cada vez más atención al tema, en aras de preservar su patrimonio, frente a la vorágine de la patentitis.

Cabe destacar que en el momento en que el acuerdo del GATT/OMC entró en vigor, diversas naciones en desarrollo carecían de legislaciones en materia de derechos de propiedad intelectual, situación que llevó a impulsar la cooperación internacional de parte de las naciones que cuentan con experiencia en la materia, para garantizar que se respetaran los derechos respectivos en el mundo. El problema es que mientras los creadores de los países más avanzados parecen gozar crecientemente de la protección legal requerida, los países en desarrollo mantienen preocupantes rezagos.

Registro de patentes en el mundo

Existe una demanda a nivel mundial para favorecer el registro de patentes. Los países que incurren en la piratería se han hecho acreedores a diversas sanciones. En un mundo donde la marca-país es cada vez más importante, los costos de que una nación sea indiciada por piratería, son cada vez más altos.

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en 2015 se produjeron dos millones 888 mil de solicitudes de registro de patentes a nivel mundial, siendo la República Popular China (RP China) el país que más solicitudes realizó –un millón 101 mil 864 patentes–, en tanto Estados Unidos y Japón ocuparon la segunda y tercera posición – 89 mil 410 y 318 mil 721 solicitudes, respectivamente. Ello revela una transformación importante, en particular de un país, como China, a menudo acusado de robar patentes y actualmente preocupado por regularizar el empleo de las mismas en un marco legal. En el mismo informe de la OMPI, México se ubica en la 24ª posición, con 32 patentes, 17 marcas y 32 diseños emplazados para su registro conforme a los estándares internacionales.

El tema de las patentes es a todas luces Norte-Sur. Según la OMPI, entre los 10 primeros países que han destacado por el registro o solicitudes de patentes en el planeta en 2015, detrás de la RP China, EU y Japón figuran Alemania, Corea del Sur, Francia, Reino Unido, Italia, Suiza e India. Es decir, de los 10 primeros lugares, sólo tres corresponden a países en desarrollo –China, Corea del Sur e India. Los lugares comprendidos entre la 11ª y la 20ª posición, también son acaparados por países desarrollados. La lista incluye a Turquía, Rusia, Países Bajos, España, Austria, Australia, Suecia, Canadá, Brasil y Polonia. Luego las posiciones 21ª a la 30ª, corresponden a Ucrania, Bélgica, Dinamarca, México, Hong Kong, Finlandia, Tailandia, República Checa, Portugal e Indonesia.

                                     Retroactive II, 1964 /Robert Rauschenberg

Cabe destacar también que, conforme al mismo estudio, el registro de patentes es igualmente un asunto de género. La OMPI señala que el mundo académico, que incluye a universidades y el sector público, tiene una tasa más alta de participación de las mujeres, como generadoras de patentes, que el sector privado. En 2015, el 48% de las patentes producidas en el sector público correspondió a mujeres, en tanto las cifras para el sector privado fueron del 28%. Entre 2011 y 2015, los países que destacaron por la presencia de féminas inventoras fueron EU, China, Japón, Corea del Sur, Alemania, Francia, Suiza, Países Bajos, Reino Unido y España. México está en la 23ª posición, con 435 solicitudes, muy por debajo de Brasil,con mil 265 y, ciertamente muy lejos de EU, con 104 mil 565.

La propiedad intelectual en México

La economía informal en México tuvo una tasa de crecimiento promedio de 1. 7% entre 2003 y 2015, por debajo del crecimiento de la economía formal (2.9%) y de la economía total (2.7%). La piratería es reconocida como un serio problema. Priva a las autoridades de la recaudación fiscal para financiar diversas agendas sociales, culturales, económicas y políticas que requiere la sociedad. Asimismo, incrementa las tasas delictivas relacionadas con la delincuencia organizada que opera en el sector informal, amén de que coadyuva a la pérdida de empleos en la economía formal. En general, se reconoce que el respeto y la promoción de los derechos de propiedad intelectual posibilita que las naciones deriven múltiples beneficios para su crecimiento económico, por lo que el tema cada vez acapara más la atención de las autoridades nacionales.

Según la OMPI, los costos de la economía informal en México alertan sobre la importancia de combatirla dado que:

La piratería representa 28% más que el presupuesto total de 2015 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT);

Es 34 veces más alto que el presupuesto de 2015 del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI); y

Representa una pérdida de ingresos de poco más de seis millones de pesos (aproximadamente 363 mil 9 millones de dólares de EU en IVA.

Parede / Peter Blake

La piratería es un fenómeno multifactorial ante el que la sociedad mexicana mantiene una postura tolerante. Se le asume como un delito que tiene, presumiblemente, consecuencias o víctimas de menor gravedad que otros ilícitos.

Las cuatro categorías de productos apócrifos más consumidos en México son:

música, películas, ropa y calzado;
cosméticos, productos eléctricos, de limpieza y medicamentos;
software, juguetes, videojuegos, productos de cuidado personal y electrónicos; y
cigarros y bebidas alcohólicas.

Los países desarrollados, que cuentan con los niveles más altos de investigación y desarrollo y, por lo tanto, de generación de patentes, defienden de manera férrea los derechos de propiedad intelectual y cuentan con legislaciones que castigan severamente las violaciones a las normas a la vez que impulsan su adopción en el mundo. A nivel internacional se ha impulsado, tanto en organismos internacionales como en las negociaciones comerciales el respeto de las normas sobre la propiedad intelectual. México se ha adherido a los acuerdos y normas que existen a nivel internacional, regional y bilateral en la materia, pese a lo cual, la piratería se mantiene como un serio flagelo.

Una estrategia cada vez más empleada para incorporar el mercado informal a la formalidad es el otorgamiento de licencias, convenciendo a los vendedores de que el expendio de productos ilegítimos les puede generar graves problemas, en tanto una licencia, valuada aproximadamente en el 12% de las ventas, les permitiría ingresar con sus productos a tiendas como Coppel o Walmart u otras. En este sentido, la empresa Tycoon que representa en México a marcas como Chivas, Pumas, Real Madrid, Lazy Town Hello Kitty y Los Simpson, se especializa en ofrecer licencias a los vendedores de productos pirata, con lo que se reduce el impacto negativo para los dueños de los derechos de dichos productos y, al mismo tiempo, coadyuva a ir formalizando el mercado.

             Instalación de Richard Hamilton para la expresión colectiva “This is tomorrow”

Es importante entender que muchos productos ilegítimos abundan en el mercado por las dificultades para que las empresas autoricen las licencias. Uno de los problemas que enfrentan quienes desean obtener licencias para comercializar productos de marcas registradas es que a menudo las corporaciones son poco amigables y favorecen a las grandes comercializadoras. Esto ocurre porque la expedición de licencias a pequeños comerciantes les parece caótico y siempre será más fácil –para ellas– lidiar con un par de grandes empresas. En consecuencia, las personas interesadas optan por generar, sin autorización, productos apócrifos, a sabiendas de que, es muy fácil producirlos, amén de que tienen conocimiento de que buscar la licencia es complicado y, al final del día, la piratería es muy difícil de retirar del mercado, toda vez que los operativos de las autoridades son sumamente costosos y ocasionales.

Ello abona en favor de la piratería. En este sentido, la propuesta de formalizar el mercado informal es, por demás, interesante y oportuna, y podría coadyuvar a sensibilizar a las grandes empresas en torno al acercamiento y flexibilización que deberían tener para combatir la mercancía ilegítima. Al final del día, es imperioso reconocer que la piratería es multifactorial, y su combate demanda soluciones no sólo punitivas, sino, especialmente, cooperativas. El reto estriba en lograr que el costo de este ilícito resulte oneroso para la delincuencia organizada, frente al impulso de una cultura anti-pirata en la sociedad. Parece sencillo, pero no lo es. Aunque tampoco es imposible.

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