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Argentina celebró el pasado 10 de diciembre un cuarto de siglo en democracia, tras una cruenta dictadura que comenzó en 1976 y durante siete años sembró muerte y horror.
El gobierno, la oposición, la ciudadanía, los legisladores y el mundo de la cultura conmemoraron el aniversario junto con los medios, que prepararon ediciones especiales para repasar los principales acontecimientos vividos en el país en los últimos 25 años.
Especiales de televisión, suplementos, portadas, columnas de opinión y ediciones completas de semanarios revisaron desde la histórica jornada del 10 de diciembre de 1983, cuando los argentinos colmaron la Plaza de Mayo para darle la bienvenida al ex presidente Raúl Alfonsín, hasta la actual coyuntura política, que incluye créditos oficiales dirigidos a la clase media y baja para afrontar la crisis económica y rebajas impositivas para los salarios más altos. También recordaron el juicio a las Juntas Militares por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, la condena a los represores y los posteriores indultos. Repasaron los 90, cuando se importaron las recetas neoliberales que derivaron en la privatizaron de las empresas de servicios del Estado y se impuso la paridad cambiaria del peso con el dólar. Además, revivieron 2001, el año en que Argentina cambió cinco presidentes, dejó de funcionar su modelo económico, muchos perdieron sus ahorros porque quedaron en poder de los bancos, otros fueron despedidos de su trabajo y otros miles cayeron en la indigencia.
Para repasar el rol de los medios durante la democracia, etcétera entrevistó al diputado, periodista y escritor argentino Miguel Bonasso, quien aseguró que el aporte que hicieron fue relativo porque silenciaron los crímenes de la dictadura y luego tardaron en generar espacios para debatir los grandes temas pendientes.
De cara al futuro, Bonasso, que en los 70 militó en el grupo Montoneros y en estos años se alineó con el kirchnerismo, auguró el ingreso de nuevos actores sociales con el fin del sistema analógico y la llegada de la televisión digital.
¿Cuál fue el principal aporte de los medios durante estos 25 años de democracia en Argentina?
Es muy relativo por una razón fundamental: desgraciadamente, los grandes medios silenciaron los crímenes de la dictadura; en alguna medida podemos decir que fueron cómplices en ese silencio. Está bien, las condiciones de terror en el país eran muy grandes y eso puede actuar como una excusa, pero hasta cierto punto. Hubo actitudes activas, no sólo pasivas. Digamos, la censura puede entenderse, pero no aceptarse, en términos pasivos. Es decir, puedo decidir no publicar un habeas hábeas porque me cierran el diario o me secuestran, como ocurrió con alguna gente que sí se la jugó, como fue el caso del director del Buenos Aires Herald: una de las escasas excepciones que hubo en todos esos años de dictadura, desde el 76 hasta el 83.
¿Cómo repercutió entonces esa complicidad en democracia?
Por un lado, generó un ámbito poco propicio para el debate en profundidad de los grandes temas, incluido el del terrorismo de Estado y el del genocidio, y las organizaciones de derechos humanos, como las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo, estuvieron solas durante bastante tiempo tratando, justamente, de perforar la barrera de los medios y lograr una presencia cada vez mayor en ellos. Por otro lado, las jóvenes generaciones de periodistas tuvieron una carencia de maestros por un hecho muy traumático que fue la dictadura misma. Recordemos que, según ha denunciado muchas veces la UTBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y algunas otras organizaciones gremiales, durante la dictadura militar fueron desaparecidos para siempre 103 periodistas y otros cientos tuvieron que irse al exilio, donde, por cierto, influyeron notablemente en el mejoramiento de los medios de otros países de habla hispana. Como en España, donde tuvieron actividades protagónicas en la creación de nuevos medios como El País, de Madrid, la revista Cambio 16, Interview, de Barcelona y también en América Latina con unomásuno, en México y El Diario de Caracas, en Venezuela.
¿Cuáles fueron las estrategias de los más jóvenes para aprender a hacer otro periodismo?
Hubo intentos interesantes para romper el esquema dominante, como pudo ser El Porteño y El Periodista, donde empezó a haber un vínculo entre periodistas de esa generación y los más jóvenes, como el caso de Carlos Gaveta y Horacio Verbitsky. Página/12 que fue prácticamente un hito en esta materia, muy importante. Yo me acuerdo que en el 87, cuando Ernesto Tiffenberg y Jorge Lanata (fundadores de ese matutino) me enviaron una fotocopia del diario a México, yo les dije que el diario iba a andar muy bien porque venía a cubrir un gran agujero, un espacio vacante. Y anduvo. Luego, llegó el proceso de concentración monopólica en Argentina en la década de los 90 y que tuvo su correlato en los medios masivos. Se comenzaron a conformar grandes grupos, los multimedia, la propiedad simultánea, a mi juicio totalmente ilegal y equivocada, de tener un diario o un canal o una radio.
Eso grupos concentraron además otros negocios que dejaron a los medios de su propiedad en un segundo plano a nivel ganancias…
Claro, en un momento determinado, Telefónica de España, además de ser dueña de lo que había sido ENTEL (teléfonos del Estado), era dueña, a la vez, de los canales 9 y 11 (de televisión abierta), en clara vio-lación de la Ley de Defensa de la Competencia. Todo eso fue conformando un oligopólico, con presencia de un grupo muy fuerte que es Clarín, sin lugar a dudas.
Usted utilizó la palabra censura para hablar del rol de los medios en la dictadura, ¿cree que hubo encubrimiento?
Sí. Si a vos te llegaba a un canal, a una radio, una denuncia de la desaparición de una persona y la presentación del correspondiente habeas hábeas de parte de sus familiares o de los pocos abogados que se atrevían a jugarse la vida en aquel momento para presentarlo y no lo publicabas, eras cómplice de esa desaparición. Porque, ¿cuál era la garantía con la que contaban los represores, que no se iba a saber? ¿Qué era lo que se decía en todos los campos de tortura?: No te preocupes pibe, que tenemos todo el tiempo del mundo, acá nadie sabe que estás, somos dueños de tu destino, así que te conviene hablar porque no va a haber juez que pida por vos, no va a haber medio que pida por vos.
¿Por qué los medios asumieron esta posición durante la dictadura?
Algunos por convicci ón ideológica, otros por oportunismo y temor, y otros por negocios. En ningún caso por buenas razones.
¿Cómo reaccionó la ciudadanía ante la conducta de esos medios?
La ciudadanía tardó mucho en reaccionar. Al comienzo hubo una lucha muy solitaria de las Madres, de las Abuelas, del CELS. Estuvieron muy solas en la sociedad. Tuvieron que pasar muchos años de democracia para que esa soledad inicial fuera acompañada de expresiones sociales. Con todo, subsiste mucho la teoría de los dos demonios, una mentalidad asociada a lo que se suele llamar el proceso y que yo llamo
la dictadura más sanguinaria de la historia argentina.
También me refería a cómo reaccionó la ciudadanía con respecto a los medios, ¿los castigó?
No, porque nunca estableció una relación de continuidad. La gente necesitaba el diario, y después la tele, porque cada vez se informan menos por los diarios, y el hombre es un animal de costumbre, el argentino también. Y se maneja por su hábito, el que recibe La Nación, el que recibe Clarín, igual, y siguieron manejándose en continuidad sin establecer un criterio racional de decir bueno, pero estos tipos durante mucho tiempo me ocultaron la verdad de lo que estaba ocurriendo en el país. Es una crítica a la sociedad, que no quiero demagógicamente ocultar. No es que los medios los engañaron y todos son boludos. Muchos se hicieron los boludos. Ésa es la verdad también. Muchos no vieron los Falcon (la marca de automóvil que utilizaban los represores para secuestrar durante la dictadura).
Después, ya en democracia, muchos medios fueron favorables a las privatizaciones en los 90 y no informaron sobre las consecuencias, por ejemplo…
Claro, eso tiene que ver ya con el proceso de concentración monopólica de la economía en su conjunto, de extranjerización de la economía y de la cultura nacional, que sufrió un grave daño. Y parte de ese daño le fue inflingido por los medios, que adoptaron el punto de vista internacional, externo, la globalización como un hecho ineluctable. Nada podía cambiar. Todos esos supuestos valores, en realidad antivalores, contrarios a la creación de un pensamiento propio, nacional, argentino, se fueron imponiendo masivamente.
Y después sobrevino la gran crisis, a partir de 2001, con la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y el dinero de muchos argentinos en poder de los bancos…
Justamente, eso demuestra qué desprevenida estaba la sociedad. Cómo no supo prever que se estaban llevando el dinero de los bancos. Cómo no supo prever, por falta de conciencia política, de información, que los grandes tiburones se estaban llevando la plata, mientras los ahorristas medianos y bajos quedaban encerrados en el corralito. Cómo esa política de la convertibilidad, que inicialmente había frenado el gran fantasma de la hiperinflación, pasaba a convertirse en un enemigo porque servía al propósito de llevarse el dinero del país. O sea vos especulabas con las altas tasas de interés en el mercado local, cambiabas con el uno a uno y te llevabas los dólares afuera. Así fue diezmada la riqueza del país, y lo más terrible es que esa pobreza no se refiere sólo al patrimonio, sino a la vida cotidiana de millones de argentinos que siguen en la marginación y en la pobreza.
¿Después de la gran concentración de los medios de los 90, qué viene?
Si soy realista tengo que caer en el pesimismo, debo decir que preveo más concentración, más discurso único. Pero si soy optimista, que es lo que trato de hacer, por eso actúo en política, además de escribir y ser periodista, pienso que a lo mejor la tecnología nos abre la posibilidad de que nuevos actores sociales ingresen al proceso de la comunicación.
¿Quiénes serían esos nuevos actores?
Cuando intentamos reformar algunos artículos de la vetusta, siniestra e infame Ley de Radiodifusión, como el artículo 45, que es limitativo de las cooperativas que prestan servicios públicos, fracasamos. Es un artículo nodal porque veda a las personas jurídicas sin fines de lucro, cooperativas, sindicatos, asociaciones vecinales, ONGs, organizaciones de la sociedad civil, les veda la propiedad de un medio de comunicación masiva y eso impide que ingresen esos sectores al mundo de la comunicación. Por otro lado, está el tema de los medios públicos, que yo prefiero decir gestionados por el Estado, porque todos los medios son públicos, ¿hay algo más público que Marcelo Tinelli? (un popular conductor de TV que lidera el rating en un canal privado).
¿Cuál es la situación de los medios gestionados por el Estado?
No hubo una política inteligente, como en Gran Bretaña con la BBC, que son medios gestionados por el Estado de enorme alcance. Acá prefirieron la cosa chiquita de que el medio del Estado era invariablemente asimilado como un medio del gobierno de turno, no como un medio del Estado entendido como una síntesis de la sociedad. Lamentablemente, no es así, esos medios siguen siendo visualizados como del gobierno.
¿Por qué los gobierno democráticos, en 25 años, no modificaron aún la Ley de Radiodifusión y no legislaron en materia de publicidad oficial?
Desgraciadamente porque creo la clase política le tiene miedo a los medios. Buena parte de la clase política en estos años, no sólo en el menemismo sino hasta el presente, combina negocios y política y tienen miedo de que si reformula ese status quo actual los medios se le tiren encima. Nadie quiere que los medios los coloque bajo la lupa, quieren salir en ellos. En otros casos, gobernadores feudales de muchas provincias son dueños de medios, entonces quieren una opinión unánime en sus territorios, no quieren que nadie salga a denunciar ni a investigar nada.
¿Cuál es entonces la mirada optimista?
Estamos muy cerca del apagón analógico y de la imposición del sistema digital que permitiría que haya muchas más licencias en cada banda de comunicación. Es una oportunidad de introducir nuevos actores. Sería una pena que carezcamos de un instrumento tan importante como la Ley de Radiodifusión, cuando eso ocurra, porque la que tenemos además de ser autoritaria, favorecer la concentración y ser anticonstitucional porque viola el principio de igualdad ante la ley, es anacrónica en lo tecnológico. No toma en cuenta la existencia de Internet, que el celular se convirtió en canal de transmisión, por ejemplo. Esas nuevas tecnologías, y en el caso de la televisión digital, permitirían un mayor ingreso de actores sociales a la propiedad de los medios, permitirían más medios gestionados por el Estado. Permitirían un menú más amplio.