Era el 30 de mayo de 1988 (creo), organizamos un nuevo mitin ante la estatua de Francisco Zarco para exigir justicia por el homicidio de Manuel Buendía. Anteriormente habíamos asistido a reuniones con Fernando Pérez Correa, subsecretario de Gobernación. Sus respuestas eran evasivas, invariablemente. Hasta que en el último encuentro dijo: “es que muchos de los periodistas que ustedes dicen fueron asesinados por su trabajo, en realidad los mataron por andar de borrachos y en malos pasos”. Le repliqué: “exigimos que investiguen y, lo más importante, que detengan a los culpables. No importa la fama pública de cada uno”. Estaba de más otra entrevista.
Por lo tanto, la Unión de Periodistas Democráticos, que yo presidía, acordó en dicha fecha hacer una marcha desde Hidalgo y Soto hasta Bucareli. Llegamos al Palacio de Covián y estaba cerrada la puerta, no obstante que eramos unas decenas. Me subí en la reja y empecé mi rollo cuando los guardias nos dijeron: “Manuel Bartlett los recibirá”. Subimos varios, hice la petición de siempre: aclarar el caso del autor de Red Privada y de otros compañeros abatidos. El que después fuera gobernador de Puebla me escuchó molesto, preguntó si era todo, recogió el papel que le ofrecíamos y se marchó. Nunca obtuvimos respuesta.
El acto, empero, fue significativo porque era la primera vez en la historia moderna que los reporteros hacían una manifestación para exigir justicia. Nunca se ha repetido el numerito.
Lo anterior me viene a la memoria ahora, cuando se multiplican las reuniones para insistir ante la autoridad que debe responder por los caídos en los últimos diez años. Treinta compañeros muertos en la administración de Vicente Fox y 32 en los tres años de Felipe Calderón, más nueve desparecidos e incontables agresiones. No hay resultados, no obstante los diferentes fiscales especiales. El más reciente, Gustavo Salas Chávez, se dio a conocer porque no asistió a un encuentro con el Poder Legislativo. Muestra inequívoca de que la ruta de contemplar, posponer y explicar ad infinitum es la línea a seguir en el sexenio.
En eso incluyo a los tres poderes. El Ejecutivo no ha movido un dedo, el Legislativo discute acciones y no federaliza los delitos y el Judicial duerme y alega que tiene mucho trabajo.El 11 y 12 de febrero se reunieron periodistas mexicanos y colombianos, junto con el Alto Comisionado de la ONU, integrantes de la CNDH y de la secretaría de Gobernación. Además, miembros de la SIP, Reporteros sin Fronteras, Cencos, Cepet, Comité para la Protección de Periodistas y defensores de derechos humanos de Guerrero, Chihuahua, Sonora y otros estados.
Según el reporte de esa reunión hecho por Rogelio Hernández, aparte de darle mayores atribuciones a Salas, otras medidas que intentará Felipe Calderón serán un Comité Interinstitucional con tres secretarías y la PGR, con el objeto de hacer el trabajo y dar seguimiento puntual de los asuntos, amén de llevar a cabo medidas cautelares y resguardar la seguridad de los tecleadores. Esto último ha tenido cierta eficacia en Colombia.
En la agenda del encuentro hubo un punto estratégico: “¿Qué hacemos?”.
Diversas propuestas se lanzaron. Ojalá varias se lleven a cabo. Pero faltó una que yo propongo: hacer un plantón cada mes ante la PGR (fiscalía especial) y en Gobernación para dar cuenta de la situación: no hay resultados, aumentó el número de muertos o en realidad se está avanzando.
El 15 de marzo en la CDHDF, bajo el título “Ni un periodista más”, hablaron varios colegas, incluidos dos de medios estadounidenses y compañeros de entidades mexicanas conflictivas. La discusión, me informan, fue amplia y provechosa, donde los ejemplos acerca de la situación en que realizamos nuestro trabajo salieron a relucir; en muchos casos, los tundemáquinas no cuentan con ninguna protección, incluso de sus medios. Causó, dicen, polémica una iniciativa que había sido aceptada por muchos: la casa de refugio del periodista. Se insistió, por parte de otros, que lo mejor era la denuncia ante las organizaciones internacionales. Ambas pueden conjugarse. Lo importante es avanzar en muchos terrenos, sobre todo en una organización amplia y fuerte.
En su artículo en Eje Central (16 de marzo), Jorge Alejandro Medellín hace un recuento interesante del desamparo en nuestra profesión. Hay cosas que debemos agregar pero es importante tomarlo en cuenta. Es hora, como dice la Amedi en relación con las propuestas de las telecomunicaciones, pasar de las discusiones a los hechos. Y que las instituciones que oyeron las intervenciones de los reporteros se pongan en acción. No hay de otra.