Redes sociales, Internet y elecciones

“El gran peligro de cualquier república democrática es que la gente piensa que la democracia es como un autómata, esto es, un motor que funciona solo sin esfuerzo y que como las pilas del anuncio, simplemente se mantiene funcionando eternamente. Pero, de hecho, la democracia no funciona por sí sola y para siempre. Requiere el combustible de la ciudadanía activa”.

Benjamin Barber, entrevista en http://www.scottlondo.com.

En el marco de las celebraciones por el día mundial de la Sociedad de la Información, se abre la coyuntura para abordar la incursión de las nuevas tecnologías en la comunicación política de partidos, candidatos y ciudadanos. Con el advenimiento de la red 2.0 en la web —que ha propiciado el surgimiento de páginas y sitios en los que sobresale la capacidad de los usuarios para intervenir en la elaboración de contenidos, así como en la posibilidad de interacción en tiempo real con otros cibernautas— se manifiesta un nuevo tipo de participación y expresión políticas. Así, redes sociales tan populares como Facebook o Twitter, y sitios como YouTube, sirven de escenario para numerosas voces, particularmente de los más jóvenes.

En un estudio realizado el año pasado por el Tecnológico de Monterrey, relativo a los hábitos y percepciones de los mexicanos sobre Internet, se estima que 51% de los usuarios consideran a la red como medio idóneo para decirle al gobierno lo que debe hacer; 45% piensan que es factible que por este medio se haga llegar su opinión a las autoridades, 26% piensan que la gente adquiere mayor poder político, mientras que 34% piensa que Internet permite una mejor comprensión del significado de la política. Asimismo, y en cuanto a los rangos de edad de los usuarios, se identificó que 63% de los usuarios eran mayores de 17 años de edad y conforme a la siguiente distribución: 18 a 24 años (23% 25 a 34 años (17%), 35 a 44 años (12% 45 a 54 años (7% mayores de 55 años (4%) (fuente: www.itesm.mx/sistema/cms/snc/docs/WIP2011.pdf).

Por lo que se refiere a los hábitos de consumo, del total de los más de 40 millones de usuarios de Internet en México, 87% están registrados en alguna red social. De este gran total, 95% estarían en Facebook y 45% en Twitter. Como se puede observar, estas cifras revelan la gran popularidad que tienen ambas redes sociales en nuestro país. Influencia que no sólo se percibe en la predilección que muestran los usuarios de Internet por estas redes, sino también en la incorporación de expresiones que son cada vez más compartidas y frecuentes en el lenguaje cotidiano de los mexicanos, tales como “twittear” o “trending topic”. Y de cuyo uso tampoco ha quedado exento el proceso electoral de 2012.

Sin embargo, y como fenómeno nuevo de la vida pública nacional, conviene tener alguna reserva sobre los efectos reales de Internet en asuntos tan concretos como la preferencia electoral. Tal y como lo afirman algunos especialistas, no se puede precisar una influencia directa a partir de los mensajes que se difunden en la red. Por el contrario, es todavía a partir del uso de medios tradicionales, como la radio, prensa y principalmente la televisión, que los asuntos relevantes iniciados en las redes sociales puede trascender en la opinión pública. Por otro lado, no se puede olvidar también que a pesar del creciente uso de las nuevas herramientas informáticas en nuestro país, todavía puede identificarse una importante brecha digital que deja a miles de mexicanos fuera de este ámbito.

Por lo anterior, y sin desconocer la función primordial de entretenimiento que tienen las redes sociales, la oportunidad de convertirlos en espacios de deliberación, discusión, organización y construcción de ciudadanía precisa, desde mi punto de vista, recuperar la importancia de los espacios y medios tradicionales de comunicación, educación y socialización, para asegurar que los usuarios promuevan y exijan más y mayor calidad en los contenidos. Seguramente, la experiencia que nos deje el uso de las redes sociales en la presente elección, nos brindará una ocasión inmejorable para pensar y potencializar su uso en beneficio del debate político tan necesario en nuestro país, y por qué no, quizá logremos que nuestros jóvenes se involucren y participen en asuntos que, particularmente a ellos, les beneficiará en el largo plazo.

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