Hablar de los medios – ya sea en clases, conferencias o en artículos – suele conducir a una pregunta por parte del público: ¿Cuál es el periódico más objetivo? ¿en cuál debo confiar? Y la respuesta, como suele ocurrir en estos temas no es sencilla: en ninguno… o en todos. Pues los diarios, al igual que la radio o la televisión no son entes ajenos al entramado de intereses políticos y económicos sino que forman parte de los mismos. En ese sentido, y sin afirmar injustamente que todos sean iguales, es necesario reconocer que a los medios los tenemos que leer en función de su historia, de lo que han hecho, pero también de su presente y de la forma en que en este momento se relacionan con los actores de poder. Y hoy, los medios – en particular los periódicos – están en un proceso de redefinición que es necesario mirar con atención.
Por eso, por ejemplo, es pertinente revisar cuál es el periódico de la izquierda. Muchos dirían sin pensarlo dos veces que La Jornada. Cierto… a medias. Porque si buscamos información sobre el gobierno de la Ciudad de México, el principal bastión electoral del PRD, veríamos que el mayor respaldo lo ofrece el periódico, que bien podría ser considerado por algunos, como el más conservador de todos: Excélsior.
En contraste, si queremos información del ex Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, habría que buscar en el grupo mediático que más cobijo le da: Milenio. Y solo aquellos que quieran seguir a la corriente política de López Obrador encontrarán en La Jornada a la mejor opción. Y por supuesto, si se quiere mirar al medio más crítico de toda la izquierda hay que leer a La Razón. Así que para leer a ese espectro de la política hay que partirse al menos en cuatro.
Algo similar ocurre con otros temas. ¿Qué cadena es la más tradicional a la hora de cubrir – exaltar – las activida- des del presidente Peña Nieto? ¿y cuál es el únicodiario que mantiene en su portada un recuento de los muertos por día y en lo que va del sexenio? Paradójicamente la respuesta es la misma: la Organización Editorial Mexicana y su cadena de los Soles.
¿Cuál ha sido el diario más crítico del manejo del gasto público y su efecto en las empresas? ¿Reforma? No, La Jornada, periódico que si bien ha desconcertado a sus lectores con una importante cantidad de portadas dedicadas a Peña Nieto, también ha sido el medio que mejor ha retratado la desaceleración de la economía y la permanencia de los efectos de la violencia en diversos puntos del país, como el estado de Guerrero.
Estamos viviendo un momento de intensos movimientos en los medios. Las razones las dejo abiertas. Algunos dirán que es por dinero y la forma en que se ejerce la publicidad oficial, otros porque no saben cómo valorar al nuevo gobierno o porque estamos en una fase en la que más que alianzas permanentes, lo que tenemos son acuerdos coyunturales entre medios y políticos en función de temas concretos. Pueden ser todas las causas anteriores. Lo cierto es que a falta de evidencia no tiene sentido especular sobre ese comportamiento sino tratar de entender sus implicaciones.
Y la primera, y más clara, es que el mapa con el que generalmente vemos a los medios tiene que ser revisado constantemente. Que lo que solíamos ver con gran claridad como izquierdas/ derechas, aliados/adversario, ahora es más complejo. Entre otras razones porque este periodo de gobierno ha permitido recordar que las organizaciones periodísticas no son homogéneas, que hay grupos al interior con visiones distintas y que esas diferencias también se expresan en las coberturas que a veces nos pueden parecer erráticas y hasta contradictorias.
Estamos ante una realidad que implica un desafío para los lectores. Hoy no sirve dar por hecho que un diario es pro o antigobierno, o que está a favor de un partido, causa o político en particular. Tampoco es útil suponer que lo que publique en estos días, es la prueba de cómo se habrá de comportar en la próxima coyuntura informativa.
Esto demanda hacer lecturas más minuciosas, renunciar a los atajos y buscar en el día a día la evidencia, antes que en nuestros prejuicios. También nos obliga como consumidores de información a dejar de ver un solo medio para diversificar nuestra dieta informativa, en la búsqueda de una mejor foto de la realidad.
Revisemos nuestras creencias sobre las filias y fobias de los medios, repensemos la prensa.