Preocupados por un solo tema, durante los primeros dos días de agosto estuvimos tensos en la revista etcétera. No exageramos: obsesivos, dejamos para después la revisión de otros textos o la elaboración de algún reportaje o nota y hasta en las horas libres no hubo función de cine o libro o periódicos o juego de futbol que distrajera.
Lo importante podía esperar. Los fantasmas de Jorge Luis Borges y la ignorancia de Vicente Fox rondaban las oficinas: necesitábamos saber si el 30 de julio el presidente Felipe Calderón se equivocó o no al decir el apellido de un reconocido escritor argentino.
Aquel día, el mandatario mexicano se reunió con su homólogo Néstor Kirchner y durante su discurso evocó a Ernesto Sabato a propósito de la relación entre ambos países: “el ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”, citó emocionado.
Más allá de la belleza y de la oportunidad de aquella frase, Calderón dudó al pronunciar el apellido del autor de El túnel y, finalmente, leyó atento a la ortografía del escrito que sostenía en sus manos Sabato como si fuera una palabra grave.
Consecuentes con su costumbre de privilegiar lo secundario sobre lo importante, los medios no registraron las posturas expresadas ahí sino que, como auténticos e implacables conocedores, registraron la equivocación. Estaban escandalizados.
La Jornada publicó, entonces, que “nada parecía empañar el día al mandatario mexicano. Pero al parecer los presidentes de origen panista están de mal y de malas con los escritores argentinos. Cuando iniciaba su mensaje, se equivocó y acentuó mal el apellido de Ernesto Sábato y dijo dos veces Sabato”. El Universal, Proceso y Reforma también consignaron el hecho, y aprovecharon para recordar los deslices de Vicente Fox con otro autor argentino, Jorge Luis Borges, a quien el otrora presidente bautizó como José Luis Borgues.
El seudónimo “F. Bartolomé” de Reforma dijo al respecto: “El fantasma de Vicente Fox se dejó sentir ayer en el Castillo de Chapultepec. […] el presidente Felipe Calderón tuvo uno de esos resbalones que hicieron famoso al hombre de las botas.
“En la comida que le ofreció a Néstor Kirchner y esposa-sucesora Cristina Fernández, el mandatario mexicano citó en su discurso al escritor argentino Ernesto Sábato.
“Nomás que a Felipe se le olvidó que ese apellido lleva acento en la primera ‘a’ y no en la segunda, por lo que lo pronunció como ¡Sabato!”.
Si el Presidente hubiera querido decir
Cuando Fox confundió a Borges por “Borgues” no tuvo la oportunidad de que algún asesor suyo saliera en su rescate pues pudo haberle dicho que al escritor no le gustaba del todo su nombre porque consideraba que éste tenía un sonido muy duro.
Es muy poco probable que, en todo caso, alguien le hubiera comentado al entonces Presidente cuando el boxeador Selpa conoció al autor de El Aleph y tuvo a bien llamarlo José Luis. Sobre esto Borges advirtió que en ese momento se dio cuenta “que no era una equivocación sino una corrección […] Porque Jorge Luis Borges es muy duro. En cambio, José Luis Borges suena mucho más atenuado. ¿Por qué repetir un sonido tan feo como orge? Creo que no urge repetir el orge ¿no? Creo que, a la larga, yo voy a figurar en la historia de la literatura como José Luis Borges”.
En esas palabras del escritor argentino Fox tuvo la frase salvadora pues bien pudo haber dicho que decir Borgues era para suavizar el apellido del escritor. En la oficina del presidente Calderón también hubo un recurso salvador que no se aprovechó.
Despejando el dilema
Para nosotros era “presunta” la equivocación de Felipe Calderón mientras no desentrañáramos el misterio. Dos días duró la investigación y arrojó resultados infructuosos pues la ortografía del apellido en cuestión figuraba de ambas formas con y sin tilde lo mismo en medios impresos que en ediciones tan reconocidas como las de Seix Barral (sin acento) o Cátedra Letras Hispánicas (acentuada).
La incógnita permaneció hasta que nos respondió el agente literario del escritor. Sabato o Sábato. Los dos y ninguno. El apellido del genial escritor argentino es de origen italiano, según lo aclara a etcétera su agente Guillermo Schavelzon.
“El apellido Sabato es de origen italiano (de Calabria), por lo tanto se pronuncia Sábato, como esdrújula, pero no se pone la tilde. él lo escribió siempre así, sin tilde, y en español lo pronuncian Sábato.”
Es decir, el Presidente sí se equivocó al pronunciar como una palabra grave el apellido Sabato; de la misma forma en que los medios que lo criticaron se han equivocado durante mucho tiempo al acentuar éste con el afán, quizá, de castellanizarlo o de no olvidar que se trata de una voz esdrújula. Fue así como, antes de dar por concluido el asunto, imaginamos a los mismos medios escandalizados consigo mismos pues tampoco saben escribir el apellido de aquel escritor, más allá de que tal vez, sólo escribimos tal vez, tampoco lo hayan leído. Por cierto, en los textos de Ernesto Sabato que aquí hemos publicado acentuamos incorrectamente el apellido.