Las condiciones eran propicias, y tal vez por primera vez en la historia, el gobierno de Estado de México le sería arrebatado al PRI; pero una serie de pésimas decisiones de la oposición (sobre todo no salir con una candidatura de unidad) le permitieron al partidazo no solo ganar sino arrasar y entrar a la elección presidencial con una ventaja que resultó a la postre decisiva…
No, esto no es un sombrío pronóstico de 2017 y 2018, es solo un recordatorio de los errores de la oposición en 2011… Para no olvidar, y para no repetirlos.
Las condiciones para una victoria de oposición eran promisorias; el gobernador Enrique Peña Nieto, pese a ser uno de los precandidatos para la postulación priista a la elección presidencial, no las tenía todas consigo. Atenco lo había herido políticamente y sus números mostraban un desempeño a lo sumo discreto. Las versiones periodísticas decían que el elegido para sucederlo sería su primo (e hijo a su vez de otro exgobernador): Alfredo del Mazo. La peor de las elecciones posibles por su impopularidad.
Las fuerzas contrahegemónicas en el PRI señalaban a Eruviel Ávila (alcalde de Ecatepec en dos ocasiones y diputado local) como el aspirante con arraigo real. Pero el establecimiento local casi ni bola le daba… Se prestaba a una interesante suposición: ¿Aceptaría lanzarse por la libre?
La idea no era descabellada, formaba parte de la historia política nacional desde la instauración de elecciones competitivas y creíbles en México. La lista de gobernadores triunfadores desde la oposición de cuadros priistas que no lograron la candidatura en su antiguo partido es extensa y abarca más partidos de los que se creería: Sánchez Anaya, Arturo Núñez, Ricardo Monreal, Miguel Ángel Yunes y Carlos Joaquín González, son solo los ejemplos más conocidos.
El recurso además es muy socorrido, sobre todo tratándose de los famosos estados “zapato” (aquellos en los que el PRI nunca ha perdido, por fortuna ya son cada vez menos). Pero el clima para las alianzas y los propios partidos ha cambiado: “en los años 90 –cuando (PAN y PRD) se aliaron en San Luis Potosí, Tamaulipas, Nayarit y Durango– (eran) partidos de tamaño similar, que pueden negociar en condiciones parejas, ventajas para ambos” (Pascal Beltrán del Río; 6/III/03).
El 9 de septiembre de 2010 los líderes nacionales del PAN, César Nava, y del PRD, Jesús Ortega, iniciaron los acercamientos para llevar a cabo una alianza rumbo a la gubernatura. El 9 de octubre, el consejo estatal del PRD aprobó por 193 votos a favor y 88 en contra, la posibilidad de aliarse con otros partidos —incluido el PAN— a pesar del rechazo a la misma de algunos dirigentes, destacadamente Andrés Manuel López Obrador. Así lo consignaron los diarios:
“Si hoy el Consejo Estatal del PRD mexiquense aprueba la política de alianzas con institutos políticos como el PAN, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que en las próximas horas pedirá licencia como militante y buscará el respaldo del Partido Convergencia y Partido del Trabajo (PT) para postular a, lo que dijo, será un candidato ciudadano que compita por la gubernatura del Estado de México”.(http://www.tribunalibrenoticias.com/ 2010/10/si-el-prd-se-alia-al-pan-pedire.html)
Ante el anuncio de la postulación de la senadora Yeidckol Polevnsky por el movimiento afín a AMLO, el 22 de noviembre Marcelo Ebrard reiteró su apoyo a una posible alianza PAN-PRD para la gubernatura y consideró que la candidatura de Polevnsky no era definitiva. Eventualmente, dicha precandidatura fue retirada.
En el PAN, los aspirantes (Ulises Ramírez, Luis Felipe Bravo Mena) esperaban el resultado de la negociación; un candidato de unidad tenía posibilidades de ganar.
¿Por qué se oponía AMLO a la alianza, a tal grado que su abierta extorsión al perredismo acabó por reventarla desde dentro? Para mí el motivo principal era el temor de que un candidato de unidad exitoso en el Edomex empujara las cosas hacia una reiteración de la fórmula en la elección presidencial del año siguiente…
Por cierto, AMLO “adelantó que, si la alianza entre panistas y perredistas no sólo se registra para las elecciones del Estado de México, sino también se extiende al proceso electoral por la Presidencia de la República, su licencia como militante perredista se extenderá hasta julio del 2012” (ibidem).
El tiro de gracia al experimento lo causó el PRI mismo, presumiblemente por obra de Peña Nieto, que contra todo pronóstico decantó la candidatura priista por Eruviel en lugar del junior. Némer y Videgaray declinaron el 25 de marzo, y el 26 lo hizo (con alguna sutil mueca) Del Mazo; dejando solo a Eruviel para registrarse como precandidato de unidad el 27.
El 29 de marzo, Ulises Ramírez y José Luis Durán también declinaron en favor de Bravo Mena, en el PAN; y el 10 de abril, el PRD se inclinó por una candidatura en coalición con la chiquillada de ese lado del espectro ideológico sin el PAN, la que a la postre fue asignada a Alejandro Encinas.
“¿Y por qué reventó AMLO la alianza PAN-PRD para la gubernatura mexiquense, sabedor de que sería la única posibilidad de arrinconar a Peña Nieto y asestarle una derrotapolítica que le complicara su carrera hacia la candidatura presidencial? Por una razón tan pragmática como ideológica: quiere ser él exclusivamente quien le dispute a Peña la Presidencia” (Martín Moreno; http://www.excelsior.com.mx/node/704993).
No creo que ese factor haya jugado en demasía, pero de cualquier manera el resultado neto de la elección mexiquense fue una paliza de época en la que Eruviel hizo pedazos a Bravo Mena y Encinas (60% contra 30% combinado). La percepción de un abismo generacional pesó más que nunca: ambos opositores ya habían sido candidatos ¡el mismo año que Eruviel obtuvo su primera credencial para votar!
El 19 de septiembre trascendió que el PRI definiría el 8 de octubre el método de elección de su candidato, y en caso de ser mediante elección abierta, ésta se celebraría el 5 de febrero de 2012. El mismo día, tres días después de concluir su gestión como gobernador, Peña Nieto manifestó públicamente su intención de contender por la candidatura de su partido.
Manlio Fabio Beltrones llamó a respetar acuerdos y reglas fijadas por el partido para la elección de candidato y negó sentirse en desventaja ante Peña, asegurando que definiría su propia aspiración hasta que iniciara el proceso oficial. El mismo Peña Nieto siguió el ejemplo y declaró no estar en campaña y que esperaría los tiempos del partido.
El 8 de octubre, el Consejo Político Nacional del PRI aprobó por unanimidad que la elección de su candidato a la presidencia sería por consulta abierta, Beltrones manifestó que primero debía definirse el programa de gobierno y luego elegir al candidato, como método para asegurar la unidad del partido.
El 17 de noviembre, el PRI, el PVEM y el PANAL anunciaron la coalición Compromiso por México para participar en la elección presidencial y, parcialmente, en la del Congreso de la Unión. El 21 de noviembre, Manlio Fabio Beltrones declinó su participación en la contienda, por lo que Enrique Peña Nieto fue el único precandidato inscrito.
Por qué declinó Beltrones, sigue siendo un misterio pero estoy convencido que la severa demostración de fuerza del peñismo en la elección mexiquense tuvo algo que ver.
El segundo efecto de la paliza en el Edomex fue que EPN entró a la carrera presidencial con una ventaja de más de 25 puntos porcentuales sobre PRD y PAN (aún sin definir candidatos ambos, en ese momento).
Ya durante todo 2011 se había configurado una moderada ventaja priista en las preferencias, pero no había llegado a ser tan considerable… Como todos sabemos, ese salto acabó por resultar definitivo conforme la campaña de 2012 fue ajustando las preferencias.