Conforme el presente régimen avanza, también los hacen sus formas de comunicación. Ha sido sobradamente comentado el formato de las conferencias mañaneras, lo que ahí se dice, quiénes asisten, las formas en que se evaden las preguntas incomodas, se denuesta aplicando adjetivos para deshumanizar a las figuras que son adversas, pero además, no se pueden separar como parte de la constante polarización de la conversación en las redes sociales.
El rápido desarrollo y penetración de Internet ha llevado la comunicación entre personas a distintos niveles y formatos. El problema es que esa misma comunicación igual sirve para compartir información valiosa y útil, como para dividir. Es precisamente la capacidad de inducir narrativas en la audiencia usuaria de Internet lo que algunos agentes aprovechan para intencionalmente propiciar conflictos entre grupos de usuarios e incrementar la polarización.
División social
Cuando se piensa en la forma que Internet, las redes sociales específicamente, participan en la conversación política se cree que la estrategia es mostrar explícitamente apoyo a un personaje o alguna ideología. No lo es todo.
Cuando se habla de polarización nos referimos al proceso de difusión de mensajes, campañas de desinformación, narrativas y cualquier actividad, que genere o incremente la segregación, es decir, la separación de en una misma sociedad en distintos grupos por diferencia cultural, económica, política, racial, económica o religiosa. A las operaciones que toman este enfoque se les consideran campañas de comunicación hostil y no están disminuyendo a pesar de los esfuerzos que hacen las empresas dueñas de las redes sociales.
La participación de una persona real que forma al usuario dentro de una red social se basa en la constante necesidad de pertenecer a grupos formados por otras personas con quienes se identifica. En el Internet social las relaciones se construyen entre usuarios que comparten intereses, juicios, creencias, ideas, valores, conocimientos, formando esferas de interacción donde solamente se confirma y reafirma todo lo que tienen en común, formando afinidad por sus similitudes.
Este modelo de interacción tiene un defecto: se rechazan las ideas distintas que resultan discordantes, al punto que se les “combaten”. Esto inicia ciclos de confrontación, las ideas concordantes que confirman a cada grupo son aceptadas sin cuestionar. Las ideas discordantes que desafían entre grupos afines son rechazadas, repelidas cada vez con más resistencia, llegando a la total irracionalidad.
Así es como en las redes sociales las ideas discordantes se polarizan entre sí, toman posturas irreconciliables y antes más bien se tienden a radicalizar.
No es tan complejo como parece, la ira es un poderoso motor de movilización que incentiva además la irracionalidad y aumenta la retentiva de una idea. Es suficiente mantener a los usuarios enojados unos con otros a partir de exagerar puntos de vista, reclamos y discursos, para aumentar el malestar en ambos extremos de la escala de simpatía política.
Pero hay más.
Agentes de influencia adversa.
En este espacio se ha comentado la diferencia entre bots, troles y como se les confunde con las cuentas falsas, los sockpuppets. Vale regresar un poco sobre la acepción equivocada de los bots a quienes con frecuencia se les acusa de ser usuarios que se les paga por su participación dentro de las redes sociales.
Lo que si se puede confirmar es la existencia de usuarios que su actividad en línea cumple la función de ser referentes en las narrativas y formas de interacción de confrontación dentro de los grupos en los que tienen afinidad. Este tipo de usuarios por su factor y alcance funcionan como agentes de influencia adversa.
No es necesario pagar para lograr polarización en línea, basta entender que el poder de estas técnicas de manipulación está en su capacidad de lograr simpatías y allegados, que a la vez son quienes se vuelven la base de movilización necesaria para sostener campañas de polarización tan prolongadas y cada vez más radicales e intolerantes.
Para un país tan altamente politizado como México, cualquier mensaje relacionado con aquel elemento de simpatía o ideología que se toma en la narrativa incentiva casi de inmediato el ciclo de polarización. Estereotipos, diferencias económicas, prejuicios, complejos, resentimientos sociales, infundios, estigmas políticos, en el entorno social digital proliferan, se distribuyen con sorprendente rapidez y causan el choque de las esferas antagónicas de interacción.
Los mensajes de tipo político que coinciden con las creencias, ideas o meros supuestos de un usuario le resulta fácil aceptarlos y darlos por válidos, pero lo mismo aplica si son ideas que le resultan concordantes o que le resultan discordantes.
Es por eso que las conversaciones de tipo político al polarizarse incrementan la tendencia de recurrir y en consecuencia difundir información, aunque resulte imprecisa, solo por el refuerzo de afinidad entre los participantes.
El usuario promedio tiende a confiar y elegir dando por válida información que sustenta en sus ideas concordantes y a difundirla porque sabe que causará malestar para quienes le son contrarios en su afinidad. De esa manera la esfera antagónica recibe información que dispara procesos emotivos adversos, principalmente la ira y la frustración.
En investigaciones recientes de la Universidad de Lund, en Suecia, se ha demostrado que exponer grupos a fuentes de información que no sea afín a sus ideas preexistentes no necesariamente sirve para que las rectifiquen, sino más bien incrementa la búsqueda de refuerzos mediante fuentes que son afines, pero además, a partir de sostener la conversación en línea mediante simples puntos de vista y opiniones de otros usuarios, aunque sus fuentes sean imprecisas, o incluso sea mediante opiniones de apreciación subjetivas.
La influencia de estas campañas es real en los usuarios y aún hasta la fecha no se entiende cuales pueden ser sus consecuencias cambiando el acuerdo social a largo plazo. Tal vez es hora de entender que son narrativas de segregación, donde ganar resulta pírrico.
Y un poco más a considerar, el factor gobierno, que es un riesgo asimétrico. De esto, la próxima semana.
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