Hace tres meses proyectamos el formato central de esta edición; quisimos constatar la preeminencia de la imagen en las relaciones sociales modernas pero sin la coartada del registro que sólo denuncia o pontifica. Nos anima la comprensión de un fenómeno mundial que trastoca a prácticamente todas las actividades del hombre, con el objeto de fijar algunos de los rieles en los que transcurre esa dinámica y avistar en los posibles escenarios que habrá al respecto en el futuro.
Para lo antedicho, uno de los ejes centrales de este número fue pasar revista del culto al cuerpo como el horizonte anhelado de los paradigmas de la belleza delineados por el mercado y varios de los iconos que se establecen al respecto, así como las promesas hechas para acceder a tal aspiración. Otra línea de interpretación enriqueció esta oferta y fue circunstancial: se trata del poder fáctico erigido en México, entre otras razones precisamente por esa preeminencia de la imagen, que se llama Televisa. Sobre el tema en particular ofrecemos un detallado análisis de los réditos que obtiene esa empresa en su relación con el gobierno del Estado de México y, en particular, del objetivo de esa asociación de generar un campo mediático -un contexto, digamos- favorable a la continuidad de la carrera política del mandatario mexiquense.
En la esfera de la publicidad pormenorizamos en el erotismo y en el sentido lúdico de distintos hechos sociales, culturales y políticos con los que se despliegan las campañas de persuasión. No hay estrategia que al respecto omita la oferta del paradigma que sea y, en ese sentido, revisamos puntualmente el exitoso despliegue que, en materia de publicidad, hace la empresa Camel, y que ha resultado tan convincente y por ende sin duda productiva financieramente para esa industria, que en un segundo plano quedan tanto los problemas de salud que provoca el tabaquismo, como la ley que busca paliar el consumo. En ese sentido, podría decir que la publicidad no se respalda en razones sino que cifra sus objetivos en generar sensaciones como las propuestas por esa marca de cigarros.
A eso último pretendimos dedicar la imagen de portada. Para tal efecto, en la mesa de redacción pensamos en la reproducción de una cajetilla y con ese objetivo establecimos la comunicación correspondiente con los ejecutivos de la marca en el país. Tuvieron reparos de diverso orden pero el asunto que inhibió la idea fue cuando pretendieron que les enviáramos el texto de Diana Andrade, junto con el otro material que aborda el tema como el extraordinario trabajo que, sobre el consumo del tabaco en México, hizo para esta publicación Consulta Mitofsky.
Habíamos proyectado la portada con todo y la preocupación de dejar en claro que no era de esas gacetillas con las que hoy día se intenta engañar a las audiencias, pero el proyecto se canceló definitivamente cuando constatamos que la ley impide una oferta visual como esa. O sea, nos quedamos con las ganas y sólo nos queda registrar lo que pudo haber sido y no fue.