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miércoles 16 octubre 2024

Manuel Bartlett, “nepo baby” priista

Manuel Bartlett Bautista nació en Tenosique, Tabasco, en 1894, nieto de Bartholomew Bartlett. Estudió en Tabasco y Puebla y se formó como abogado en la Universidad Nacional. Pero no se dedicó exclusivamente a la abogacía, también se dedicó a la política. Siempre combinó la carrera judicial con la carrera político-partidista, en tiempos en que no estaban bien separadas sino muy confundidas –las alturas de la primera requerían pertenencia a, o apoyo en, las alturas de un partido oficial.

En 1921 Bartlett Bautista obtuvo una diputación local tabasqueña, pero desde 1922 vivió en el Distrito Federal para hacer diversas labores jurídicas. En 1929, año de maximato y de la creación del PNR que sería el partido oficial, fue nombrado juez segundo de Distrito en Veracruz. En 1932 pasó al Distrito de Toluca, donde estuvo hasta que fue trasladado al juzgado primero de Puebla, en 1935, año ya no de maximato pero sí de una reforma judicial centralizadora, pro partido y pro presidencialismo… En 1936 regresó al DF como juez primero de Distrito en materia administrativa, sustituyendo a Javier Rojo Gómez, quien salió de la judicatura para ser precandidato y candidato del partido oficial (futuro PRM) a la gubernatura de Hidalgo.

Recuerde ese apellido, Rojo Gómez, pues será vital para la carrera política de Bartlett junior…

Rojo Gómez no fue un jurista, era un político. Un político de partido que como tal ocupó un puesto judicial importante –juez de Distrito- políticamente disponible. De hecho, Rojo Gómez fue senador oficialista antes de ser juez y después de ser juez fue gobernador de Hidalgo. Del Partido de la Revolución Mexicana, el PNR-PRM. Es cierto que en esa época era cardenista y estuvo a favor del reparto agrario, es decir, fue colaborador de Lázaro Cárdenas, pero también es cierto que en Hidalgo formó un grupo político caciquil que duraría décadas y que colaboró con presidentes muy diferentes al michoacano: fue regente de la capital con el conservador Manuel Ávila Camacho, secretario general de la Confederación Nacional Campesina del PRI con el pragmático Adolfo López Mateos y el muy autoritario y conservador Gustavo Díaz Ordaz, y gobernador del entonces Territorio de Quintana Roo designado por Díaz Ordaz y ratificado por el más autoritario y populista Luis Echeverría.

Recuerde, además del apellido, que Rojo Gómez era amigo de Manuel Bartlett Bautista y fue secretario del sector campesino priista en el gobierno de López Mateos, entre 1962 y 1965.

Ahora regresemos a Bartlett Bautista: al inicio de 1941 fue llevado a la Suprema Corte de Justicia por el presidente Ávila Camacho (cuyo regente capitalino, recordemos, era Rojo Gómez). Fue inamovible como ministro de la Corte durante el gobierno avilacamachista y el de Miguel Alemán, hasta noviembre de 1952, cuando se le dio licencia indefinida para ser candidato del ya PRI a la gubernatura de Tabasco, que “ganó” y asumió bajo la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines.

Debe ser evidente que Bartlett Bautista no podría haber recibido esa candidatura/ese gobierno si hubiera sido suficientemente independiente o ajeno a la política de partido mientras se desempeñaba como juez y ministro. Bartlett Bautista no dejaba de ser político, dentro del paraguas del partido oficial, en un sistema sin división de poderes real. Era entonces, como ministro, un actor político-jurídico alemanista; eran los tiempos del presidente Alemán, campeón del capitalismo de cuates, y eran los tiempos del partido hegemónico. Bartlett Bautista había hecho varios intentos de alcanzar la gubernatura antes de obtenerla en el final del primer sexenio formalmente priista. Y era esa, la situación que benefició a Bartlett Bautista y Rojo Gómez, una situación de subordinación y partidización judiciales que le agradaría y convendría mucho reeditar a Morena, y que es posible y probable tras la reforma judicial obradorista (hasta ahora la crítica no ha señalado lo que esa reforma judicial también puede ser y casi seguramente será: un mecanismo de reclutamiento político, maduración partidista y circulación de élites, esto es, un mecanismo para centralizar poder y desde ese “centro” dar premios de ascenso o consolación a grupos e individuos del nuevo partido oficial. La reforma obradorista tiene algunos medios distintos a los del ayer priista, pero los fines y resultados serían los mismos. En este sentido, sí es restauración).

El gobierno tabasqueño de Bartlett Bautista no duró seis años. Empezó en 1953 y tuvo que pedir licencia indefinida –renuncia, de hecho- en 1955, en medio de un conflicto estudiantil y social que llegó a la violencia de todas las partes, incluido el ejército. El ex gobernador se dedicó a dar clases de Derecho en la UNAM y murió en 1963.

31 años antes se había casado con una joven de apellido Díaz, sobrina del poeta Salvador Díaz Mirón. Manuel Bartlett Díaz, su hijo, nació en 1936. Y recibiría los beneficios de la carrera política-judicial-partidista-académica de su papá. Manuel junior no renunció a los privilegios, no buscó una carrera independiente de su papá y de su nombre: el hijo de gobernador y ministro se encaminó a la abogacía y la política, priista por supuesto. Estudió Derecho en la UNAM e hizo cursos de posgrado en Francia (París) e Inglaterra (Victoria), cuando era aún más difícil tener el apoyo económico para ello; y de inmediato le dieron posiciones en “el partidazo” para empezar la escalada política. Aquí (re)aparece Rojo Gómez, el amigo de la familia. Es Rojo Gómez quien en 1963 lleva a Bartlett junior al sector campesino –no se ría- del PRI, la CNC, que él dirigía. Bartlett Díaz se convirtió en el secretario auxiliar del secretario general de la Confederación Nacional Campesina, organización de origen cardenista más o menos respetable que en ese momento era un instrumento de luchas por poder más que otra cosa –ahí conoció a José Antonio Zorrilla…

Es 1963 el mismo año de la muerte de Bartlett Bautista. El junior tenía 27 años, daba clases en la UNAM como su papá, ya era militante priista, cobraba como asesor en la dirección general de Crédito de la secretaría de Hacienda, estaba en la CNC como protegido de Rojo Gómez, y se preparaba para entrar como secretario auxiliar en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI (donde se reencontraría con Zorrilla). Estaría en el CEN priista hasta 68 y de ahí hacia más arriba: subdirector y director de Gobierno en la secretaría de Gobernación, con los presidentes Díaz Ordaz y Echeverría –se convirtió en uno de los principales operadores políticos federales del autoritarismo, lo que no se habría logrado sin habilidad política, pero tampoco sin su apellido y el apalancamiento de amigos o conocidos de su papá-; posteriormente, secretario de Estado con dos presidentes neoliberales, secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid (Bartlett colocaría a Zorrilla en la “tenebra” de la DFS y el hidalguense organizaría el asesinato del periodista Manuel Buendía), y secretario de Educación Pública de Carlos Salinas de Gortari, con cuya venia (y apoyo de Joseph Marie Córdoba Montoya) sería gobernador autoritario de Puebla, donde crecería como segundo junior León Manuel Bartlett Álvarez.

El “nepo baby” formó a otro “nepo baby”, León de los negocios que se ha enriquecido como empresario en los gobiernos obradoristas, sobre todo en el gobierno federal de AMLO. Eso no habría sido posible sin el nombre y relaciones políticas de su papá, Manuel Bartlett Díaz. Éste, también, formó otro “nepo baby” en su sobrino Rodrigo Abdala, transformado de la nada en “superdelegado” del gobierno de AMLO en Puebla.

Pocos apellidos encarnan y ejemplifican al sistema del autoritarismo posrevolucionario, en lo general, y del PRI, en lo particular, como Bartlett. Con todas sus prácticas y vicios político-familiares.

Extra: lo que cuentan Jorge Zepeda Patterson y el súbito empresario librero Carlos Pérez Ricart, que Bartlett Díaz nunca ha sido rico ni corrupto y que “todo aquello” se explica porque su segunda esposa era y es muy rica con independencia del poder político de don Manuel, es precisamente un cuento; como todos los poblanos informados sabemos, la señora es empresarialmente irrelevante, y como todos los investigadores sobre Bartlett sabemos, siempre fue rico, siempre estuvo en la clase económica alta porque tanto su papá (Bartlett Bautista) como él (Bartlett Díaz) casi siempre estuvieron en la clase política alta, en sistemas corruptos. Zepeda Patterson y Pérez Ricart no conocen mucho de la trayectoria de los Bartlett y además son obradoristas… Están engañando a sus engañados lectores.

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