
Allá en junio,
estaba a punto de encontrarla,
la sentía, le hablaba;
y desperté.
Después, en julio,
encontraba aquellos
lentes oscuros
que desaparecieron
en tierras extrañas;
y desperté.
En agosto, cuando pensé
que no sucedería más,
la carta de Brixton,
llegaba a su destino;
y desperté.
Llegó septiembre,
la ciudad seguía allí,
los cafés seguían allí,
nada cambiaba;
y desperté.
Octubre apareció,
aún había verano,
las orquídeas crecían
de entre mis cabellos;
y desperté.
¿A quién puedo preguntarle,
cómo se hace
para dejar de soñar?