Este miércoles en el Senado de la República asistirán varios expertos a exponer sobre ese tema tan acuciante que llamamos “Noticias falsas” o “Fake News”. Yo estaré en una mesa, a las 10 de la mañana, junto con otros compañeros y amigos como Luis Roberto Castrillón. En su lugar no iría y mejor leería el material que difundieran los expertos o el propio Senado (además el tráfico es insoportable, la verdad). Entonces por eso mejor pongo aquí el guion de lo que mañana diré y así ustedes lo leen cuando quieran, si quieren claro está, y si además sugieren alguna idea yo se los agradezco mucho:
Noticias falsas.
1. Se trata de un fenómeno histórico que acompaña a las civilizaciones en todos los procesos comunicativos. En la actualidad es un fenómeno mundial que adquiere un relieve significativo debido a las potencialidades de Internet y en especial a las redes sociales digitales; desde la última década esto ocurre asiduamente aunque en ciertas circunstancias se acentúa, como en procesos electorales u otros momentos de crispación social (Estados Unidos en 2016 es un ejemplo de lo primero, en tanto que la situación en Cataluña desde mediados del año pasado es ejemplo de lo segundo).
2. Por fortuna, lo que voy a decir ya es un lugar común por lo que no me detendré más que en la siguiente frase: las falsas noticias atentan contra el derecho a la información y la calidad con la que se despliega nuestro intercambio público, e implican el riesgo de que la decisión de los ciudadanos ante problemas sociales o procesos electorales se defina sobre premisas falsas.
3. Para enfrentar el problema debemos distinguirlo con nitidez, por ello vale la pena depurar o agrupar los distintos tipos de noticias falsas que existen, numero algunas: a) las que implican la falta de ética y profesionalismo de los medios de comunicación; hace ocho años en Italia varios medios dieron como cierta la especie difundida por un sitio hecho para hacer bromas, que arriba del Vaticano, es decir, en el cielo, se situó una nube en forma de pene que incluso obligó a desalojar la Santa Sede, o en tiempos menos remotos, hace algunos meses algunos medios difundieron la falsa existencia de un restaurante japonés de comida humana y varios aún tienen esa nota mentirosa en sus portales; hace poco también varios medios aludieron a una supuesta científica mexicana que ´busca el Nobel por sus investigaciones con grafeno y la posibilidad, hagan ustedes el favor, de regenerar las células. b) la falsa información que una fuente clara e identificable proporciona a los medios y que estos tiene obligación de difundir; c) la falsa información que proporciona una fuente que solicita el anonimato y que los medios no verifican; d) las falsas noticias difundidas en las redes sociales digitales y que los medios de comunicación difunden porque eso les permite ganar clics y eximirse de responsabilidad al apoyarse en frases tales como “Difunden en las redes sociales un supuesto platillo volador en la zona de Iztapalapa” o “Usuarios en las redes sociales ven a la Virgen de Guadalupe en la rama de un árbol de Xochimilco”, entre otros bulos. Y, finalmente, e) las falsas noticias que deliberadamente, y por lo regular de manera anónima, son propaladas tanto en los medios tradicionales como en las redes sociales para promover una causa o lastimar la reputación del adversario de esa causa.
4. De estas Fake News hablamos: las que pretenden incidir en el procesamiento de intereses entre grupos institucionales y poderes fácticos así como diversas y complejas combinaciones entre unos y otros, y que encuentran en el ciberespacio la esfera propicia para expandirse. Y el potencial de ese tipo de encomiendas es inmenso:
De acuerdo con “El 13er estudio sobre hábitos de usuarios de Internet en México 2017” de la Asociación de Internet.mx: el 70% de los mexicanos están conectados a la red, es decir, 86 millones 450 mil (desde la elección presidencial de 2012 a la fecha, el crecimiento de la cobertura de internet ha sido de 25%). De esa cantidad de usuarios, el 64% son mayores de 18 años y dedican el 83% de su tiempo en la web a transitar en las redes sociales digitales. Para decirlo rápido: más de la mitad de los mexicanos están expuestos todos los días a la información que circula en Facebook (95%), WhatsApp (93%), YouTube (72%), Twitter (66%) e Instagram (59%). No los abrumaré con más datos y sólo agrego otro: según el estudio el 92% de los navegantes dijo que se informa sobre los procesos electorales en Internet.
5. Contra lo que llegó a creerse, estudios recientes constatan que en los usuarios de las redes se encuentra el principal factor para la difusión de bulos informativos. Dicho de otra forma: no son bots o troles de ninguna región del mundo, incluidos rusos o venezolanos, los causantes de la gran expansión de las mentiras en la órbita digital. De acuerdo con investigaciones del Instituto Tecnológico de Massachusetts “un contenido falso tiene un 70% más de posibilidades de ser compartido que uno real” (tomo el reporte de eldiario.es) porque buena parte de los usuarios busca compartir digamos, la novedad, lo sorprendente e incluso lo difícil de creer.
6. Con mayor o menor diferencia aquellos datos son una referencia nacional de un fenómeno mundial y por ello vale la pena asomarse a los trayectos más significativos: en Alemania hay una ley contra los discursos de odio y la información ilegal; Francia prepara una ley contra las noticias falsas sólo en procesos electorales y ello implica, bloquear páginas web e incorporar a los colosos de la era digital como agentes regulados (Facebook, Twitter, etcétera). Además, vale la pena tener en cuenta al grupo de expertos nombrados por la Comisión Europea para diseñar estrategias que combatan las noticias falsas, con sede en Bruselas, Bélgica, quienes, entre otras medidas, proponen la subvención a medios de comunicación que desarrollen periodismo de calidad (tomo el reporte de la revista etcétera). En México ya hay un avance en el plano de las instituciones del Estado, si ustedes quieren se trata de un atisbo, me refiero al intento del INE por coordinarse con Facebook, Twitter y Google, también es un importante avance la preocupación que han mostrado varios medios de comunicación mexicanos, en particular desde hace medio año a la fecha.
Todas estas experiencias dan idea del tamaño de la empresa política y legal que se necesita para enfrentar las Fake News: necesitamos un cuerpo normativo que regule a los agentes de las redes sociales (también en relación con la propalación de mensajes de odio) y sancione a los difusores de noticias falsas en procesos electorales –no creo que esa deba ser función del INE, por cierto– y ponga en el centro la responsabilidad de los usuarios.