No hay forma de que el Instituto Federal de Telecomunicaciones oculte el fracaso del apagón en Monterrey, no la hay aunque contraste sus datos con otros como los de Nielsen o, sobre todo, con las cifras que soporta la propia Sedesol. Como sea estamos hablando de cifras por arriba del medio millón de personas que no tienen ese servicio y que no solo esto sucede en una de las tres ciudades más importantes del país sino que marca una tendencia en todo el territorio. La política del IFT debe corregir lo más pronto posible estos severos problemas en lugar de intentar dar justificaciones mediáticas y, para ello, es clave es que aplace el apagón en el país.
Por otro lado, una expresión muy clara de la cultura autoritaria y paternalista se observa en quienes celebran el rotundo fracaso del apagón digital, en particular en Monterrey, porque los contenidos de la televisión no son adecuados (claro, según ellos y su amplia formación enciclopédica), lo cual equivale a festejar la supresión de la libertad de prensa porque el amarillismo es indeseable. Más allá de ese tipo de retórica, aquí el asunto de fondo es el fracaso de la transición analógica a la digital, que el IFT trata de suavizar como si fuera algo normal. Ello frente al silencio de la SCT y quienes se sienten iluminados para determinar qué consume o no el ciudadano frente a los medios.