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Luego de que el propagandista Epigmnio Ibarra insinuara que Ciro Gómez Leyva vive escondido en Madrid, “escondite de la derecha”, el conductor de “Por la mañana” puso un alto a las ofensas de Ibarra que ya se han prologando durante tres años contra todo el equipo de productores, reporteros y conductores. 

Este miércoles Ibarra publicó una columna en Milenio en donde dice que Ciro Gómez Leyva no muestra autocrítica en su labor periodística y que, desde un “escondite” de la derecha como es Madrid se niega a reconocer que AMLO cumplió su palabra de retirarse de la vida pública. 

“Por eso Ciro Gómez Leyva se rehúsa a aceptar —desde ese escondite de la derecha en que se ha convertido Madrid— que Andrés Manuel López Obrador ha cumplido con la palabra empeñada al retirarse por completo, en un gesto democrático que lo honra, de la vida pública”. 

El párrafo enfureció al conductor. “Es una columna que yo tomo como una agresión. Es una columna que ningún sólo dato insiste en que algunos, entre los que me menciona a mí”, consideró el periodista.    

Antes de dar paso a la intervención de los miércoles del productor, Gómez Leyva presentó una postura y lanzó dos preguntas a Ibarra. 

“Hoy Epigmenio escribe una columna en Milenio, como lo hace todos los miércoles. Una columna que yo tomo como una agresión… Una columna que sin un solo dato insiste en que algunos y me menciona a mí y se refiere despectivamente a mí y a otros periodistas, nos llama profetas, nos llama resentidos, nos llama racistas. ¿Cuándo en 35 años o 40 años de trabajo público he hecho una expresión racista?  

“Los hechos no importan. Los dogmas no requieren de hechos. En esta columna dice que algunos, entre ellos yo, no hemos hecho una autocrítica, que no hemos pedido perdón. Yo pregunto ¿una autocrítica ante quién? ¿Ante el poder de que él forma parte?  

“Insinúa también que yo me escondo en Madrid. Un raro escondite porque anuncié desde hace mucho tiempo que vendría a Madrid y desde aquí transmito todos los días un programa por Grupo Fórmula. Se me puede encontrar con facilidad. Antes de escucharlo, le pregunto, te pregunto Epigmenio dos cosas que te pido que me respondas. Primera: ¿a qué atribuyes que yo siga en este programa? ¿a qué atribuyes que este equipo de periodistas y productores sigamos en este programa?… si estamos totalmente desacreditados, si somos racistas, si somos profetas, si estamos derrotados. Segunda pregunta: insinúas y lo haces con muy mala entraña, y digo mala entraña porque desde hace tiempo yo platiqué contigo y te expliqué mis razones esencialmente personales ” para alejarme de México por un tiempo e irme a España. 

“Insinúas que me escondo en Madrid. ¿De quién me escondo? ¿De López Obrador? ¿Del actual gobierno? ¿De las multitudes que me persiguen para injuriarme en México? ¿Del SAT? ¿De la Fiscalía General de la República que me ha acompañado como uno en la defensa del caso del atentado? ¿De una deuda? ¿De quién? Pero tú dices que me estoy escondiendo”. 

Fue entonces cuando Epigmenio Ibarra entro a cuadro. Empezó a hablar, claramente para decir algo distinto de lo que se le había preguntado, pero Ciro Gómez Leyva le interrumpió para repetirle las dos preguntas. 

–Las dos cosas que sostienes, la primera está respondida en el artículo– dijo Ibarra. 

— ¡Respóndela al aire!  

— Mantienen índices de audiencia, mantienen índices de audiencia. 

— Dilo, ¡responde la pregunta! 

— A que mantienen índices de audiencia y subrayo: el aparato de… 

— ¿Cómo mantenemos índices de audiencia si estamos tan desacreditados? 

— ¿Me permites, Ciro? ¿Me permites hablar? Yo te escuché… 

— ¡No! ¡Hoy me vas a responder! ¡Hoy me vas a responder! 

— A mí no me vas a sentar en el banquillo de los acusados… 

— ¡Tú aprovechas un espacio fuera de esta tribuna para agredir! Me agredes a mí, agredes a Manuel (Feregrino) agredes a los reporteros, agredes a Jaime Azcárraga, agredes a Grupo Fórmula. 

— Mientes, mientes, mientes… 

— ¡No, no miento! No empieces con que miento. 

— ¿Vas a seguir con tu perorata o vas a dialogar? Me hago responsable de lo que escribí y no escribí lo que dices.  

— Sí lo escribiste y lo puedo leer.  

— ¡Jamás digo que te escondes!  

— ¡Responde la pregunta! ¡Responde! 

— ¿Te puedes calmar?  

— ¡No, no me voy a calmar! ¡Tú agredes! Tú aprovechas la calma. Aprovechas las acciones amables para tomar fuerza y agredir. Eso es lo que haces y eso es lo que has hecho todo este tiempo. Responde la pregunta: ¿a qué atribuyes que sigamos en este programa? ¡Respóndeme!– exigió Ciro, indignado. 

— Todo el tiempo te estoy tratando de responder, de dialogar contigo. Me hago responsable de lo que escribí porque lo he dicho en este programa muchas veces. Porque he dicho que no advierto ni un ápice de autocrítica en quienes han sido durante muchos años los líderes de opinión más influyentes en México. No los insulto y digo sí, que durante mucho tiempo se hicieron eco o fueron incluso promotores de la idea un hundimiento irremediable que se produciría… 

— ¡Yo no! Yo no. Busca datos, yo no.  

–Hablo en general. Y tú dijiste que López Obrador se esconde para que no le griten viejo cabrón, viejo mentiroso. Hazte cargo.  

— Yo me hago cargo, yo no me dedico al dogma, a la propaganda, yo tengo que probar lo que yo presento.  

— Y digo textualmente: (leyendo): “por eso Ciro Gómez Leyva se rehúsa a aceptar, desde ese escondite de la derecha”. ¡De la derecha! No digo su escondite… 

— ¡Ah, claro…! — replicó el periodista, irónico. 

— Desde ese escondite de la derecha en que se ha convertido Madrid. 

— Ah, leí mal. “Escondite de la derecha”. Si te dieras una vuelta por acá… ¿sabes cuántos mexicanos hay en Madrid, Epigmenio? Nueve mil y esos nueve mil casi te puedo decir que más de ocho mil…  

Pero Ibarra no lo dejó seguir: 

— ¿Cuántos mexicanos participaron en el cónclave de la derecha en donde hablaron otra vez del asunto del perdón y se sentaron junto a Felipe Calderón?– dijo, el propagandista, con apariencia satisfecha. 

— ¿Sabes de qué se esconden? De la violencia, de los secuestros, de las extorsiones. De eso es de lo que se esconden– enfatizó Gómez Leyva. 

— De eso se esconde Felipe Calderón– respondió Epigmenio, de manera incoherente. 

— Si vinieras, si hicieras un poco de trabajo te enterarías. 

— No dije que Ciro Gómez está escondido– mintió. 

Luego agregó que mantiene un elevado nivel de audiencia pero baja credibilidad y lo acusó de victimizarse. 

El incidente fue aprovechado por la maquinaria de propaganda del gobierno para atacar al comunicador.  

 ofv

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