viernes 03 mayo 2024

La izquierda en México, dividida entre la decadencia y la derechización: Bartra

por etcétera
La izquierda en México, dividida entre la decadencia y la derechización: Bartra

El escritor Roger Bartra vislumbra un panorama negativo para la izquierda en México, la cual percibe dividida en un segmento populista que entró “en un proceso de derechización, a la que nombraría como reaccionaria”, y un polo “reformista y socialdemócrata (que) ha entrado en una importante decadencia”.

Tras señalar que si gana el PRI en 2018 “sería una verdadera desgracia”, subraya que en el polo populista de la izquierda “lo peor de la cultura priista encarna en López Obrador; es como tener dos PRI”. El connotado intelectual agregó que el problema de la otra izquierda, la reformista, es que “no ha generado nuevas ideas, salvo la alianza con el PAN y Movimiento Ciudadano; aparentemente esto será lo único nuevo en las elecciones”.

Entrevistado por Héctor González para Aristegui Noticias, el antropólogo y sociólogo opinó que a la transición democrática mexicana le faltó una cultura cívica que la acompañara, y aceptar que la democracia “no es una varita mágica”.

Bartra se define como “reformista socialdemócrata”, con lo que hace un ajusrte de cuentas con su pasado, cuando a finales de la década de los setenta dirigía la legendaria revista del Partido Comunista El Machete, de la cual recientemente el Fondo de Cultura Económica lanzó una edición facsimilar, y en la que incorporó temas como el aborto o la despenalización de las drogas, que fueron incómodos hasta para sus colegas marxistas.

Bartra es autor de títulos tan significativos para la izquierda como La sombra del futuro. Reflexiones sobre la transición democrática, El salvaje en el espejo y La fractura mexicana: izquierda y derecha en la transición mexicana. Hoy, ante el ya bastante intenso proceso electoral del país, habla de las distintas fuerzas políticas en contienda y de las perspectivas de la democracia en México.

¿Cómo ha cambiado su noción de la izquierda a lo largo del tiempo?

Temo que la izquierda en México esté pasando por un proceso de extinción, aunque prefiero pensar que no y que sólo vive un mal momento. La principal fuerza de izquierda se dividió y su ala populista entró en un proceso de derechización, a la que nombraría como reaccionaria. En tanto que el polo reformista y social demócrata, ha entrado en una importante decadencia. No ha generado nuevas ideas, salvo la alianza con el PAN y Movimiento Ciudadano. Aparentemente esto será lo único nuevo en las elecciones.

Algunos críticos dicen que el Frente le hace el trabajo al PRI, porque resta votos a López Obrador…

Eso es lo que dicen los populistas; esa idea reaccionaria de quienes no se sumen a su proyecto, están contra él. Es absurdo entender la política en términos de amigos y enemigos. La política es más compleja. En lo personal creo que el Frente puede ser el gran opositor al PRI y podría derrotarlo. Desde hace decenios en todo el mundo ha habido alianzas entre izquierda y derecha. En México han crecido tanto una izquierda democrática como una derecha democrática. Hoy tenemos dos versiones de la derecha, la más fuerte es el PRI y la otra es el PAN, que si bien está fragmentado, todavía predomina su faceta más modernista. No veo nada extraño en que se unan PAN y PRD, esto sólo es antinatural para los dogmáticos.

¿Se sigue considerando de izquierda?

Me defino como reformista y socialdemócrata. Desde hace varios años di un salto cultural e ideológico, abandoné el marxismo-leninismo duro y abracé las ideas socialdemócratas. El espacio de izquierda socialdemócrata también entró en crisis a partir de la caída del Muro Berlín, porque el Estado de Bienestar dejó de serlo. Si bien logró muchas cosas, dejó de proponer nuevas ideas. En ese espacio de la izquierda también hace falta creatividad, originalidad y búsqueda de nuevos caminos.

¿Por qué la izquierda no ha sabido aprovechar las crisis del capitalismo y el neoliberalismo?

Las salidas no están en las crisis del capitalismo; de hecho, diría que en este momento el capitalismo no está en crisis, ya se superó el bache de 2008. Las alternativas no surgen de las crisis, necesariamente. Incluso han sido factor de retraso para la izquierda. Cuando la gente está más preocupada por no morirse de hambre y sobrevivir, se despolitiza porque su mente está más pendiente en salir adelante. Es un error pensar en las crisis se encuentran alternativas.

Pero ahora hay una percepción desangelada de la democracia, ¿no?

La democracia está en serias dificultades efectivamente, pero así ha sido desde su origen. La democracia no soluciona todos los problemas políticos, es un mecanismo de representación, pero no arregla los dilemas económicos o ambientales. En democracia es más fácil que surjan proyectos que intenten resolverlos, pero no es ella quien los resuelve y eso genera desencanto. En México y en América Latina, las transiciones democráticas a partir de los años noventa, generaron mucha desilusión porque se esperaba que resolviera los problemas de la miseria y la pobreza.

¿Se le pide demasiado a la democracia?

La democracia es otra cosa, se le carga demasiado la mano y por eso entra en crisis. No es una varita mágica. Resuelve parcialmente los problemas de libertad de expresión, de organización política o libertades básicas. Pero estos asuntos no hacen que desaparezca la pobreza. Para eso están las políticas públicas.

Algunos intelectuales sostienen que se alcanzó alternancia, pero no se consolidó la democracia, dado que la inequidad de los procesos electorales se mantiene y permanecen casos de censura a periodistas como Carmen Aristegui o Leonardo Curzio.

Sin duda esto es cierto, pero no hay duda de que hicimos una transición democrática. Es verdad que la democracia mexicana es maltrecha o embrionaria. Nos hace falta acompañarla de una cultura cívica. Los mecanismos democrático-electorales se pueden cambiar rápidamente, pero la cultura cívica tarda decenios y eso siendo optimistas. Nuestra cultura cívica todavía es poco democrática y eso provoca el asesinato de periodistas, los actos de censura como el sufrido por Carmen Aristegui. Sin embargo, desconfiar de la democracia no ayuda, al contrario. Es un círculo vicioso porque esas tendencias antipolíticas se convierten en antidemocráticas y no aportan nada frente a la llamada partidocracia, porque eso de la alternativa ciudadana es una neblina.

¿Por qué desconfía de las candidaturas ciudadanas?

Los ciudadanos se expresan principalmente en términos políticos por medio de partidos. Sin partidos no hay democracia. Los ciudadanos por sí mismos pueden reunirse en asambleas vecinales en el mejor de los casos. Antes de 2000 no había partidos, ni siquiera el PRI lo era, se desempeñaba como el ministerio electoral del gobierno y los partidos Comunista y Acción Nacional eran perseguidos. Realmente vivíamos el horror de la represión a la libertad de expresión tajante. Cuando comenzó a haber elementos de transición y reconocimiento se legalizó al Partido Comunista, contexto en el cual se hacía la revista El machete, que yo dirigí. Se nos toleraba y a regañadientes. PIPSA nos vendía el papel para la imprenta, pero teníamos que dejar cheques certificados; la Unión de Voceadores era una pesadilla, una mafia de corruptos que seguía los lineamientos de Gobernación. Aquello si era falta de democracia. Un escenario sin partidos podría implicar regresar a eso.

En la época de El Machete ustedes comenzaron a hablar de la despenalización de la mariguana, el aborto o de los matrimonios homosexuales…

Claro, esos temas generaban cierto escándalo aun en las filas de la izquierda. La derecha nos alucinaba y acusaba de ser maricones y mariguanos. No había tanta apertura como ahora. Hoy incluso, sectores de la derecha panista consideran la posibilidad de despenalizar algunas drogas. Las cosas han cambiado en buena medida gracias a que ahora sí hay partidos. Cuando en 2000 perdió el PRI la presidencia, en realidad perdió el gobierno; fue necesario que pasaran doce años en la oposición para constituirse como un partido.

¿Cómo se construye o fortalece la cultura cívica?

Es un tejido muy difícil de armar, porque consiste en una serie de pactos y alianzas entre diferentes sectores para fomentar el respeto de las libertades y alternativas; el respeto a un sistema democrático que sin duda se tiene que modificar, pero no destruir. Así como se construyó la alternativa democrática en México, a partir de 1968, tuvieron que pasar muchos años para cristalizarla en el año 2000. En México la democracia llegó por la derecha, sucedió igual en América Latina.

Este año se conmemoran cincuenta años del movimiento del 68. ¿Qué le sobrevive?

Al 68 le debemos la transición democrática. Sin duda derrotaron al movimiento estudiantil, pero alcanzó a dejar sembrada la semilla de la democracia. El movimiento influyó en la oposición en su conjunto, incluyendo a la derecha. El problema estuvo en que no cuajó masivamente y fracasó porque la correlación de fuerzas era muy desigual. Sus ideas triunfaron, pero los estudiantes fueron aplastados, tiroteados en la Plaza de las Tres Culturas. Fue una derrota militar, no de pensamiento.

¿Qué expectativas tiene para las elecciones de este año?

Una de mis preocupaciones es la consolidación de una izquierda avanzada y moderna, en este sentido soy pesimista, aunque no pierdo la esperanza. Por otro lado, si gana el PRI sería una verdadera desgracia. No obstante, lo peor de la cultura priista encarna en López Obrador, es como tener dos PRI.

aml

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