Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil pensaba en los jueces, esas personas que tienen autoridad y potestad para juzgar y sentenciar. ¿De dónde saca el Poder Judicial a los jueces? En algunas ocasiones pareciera que los importa de los basureros, ¿y qué decir de los abogados? Que muchas veces salen del casino, ese lugar de apuestas, desvelados y algo crudos, directo a los juzgados.
Todo esto viene a cuento porque a Gil le dirán la misa de las leyes, pero la sentencia que ha recibido Javidú le parece una burla. O alguien armó mal un expediente de cargos, o algunos están interesados en que Javier Duarte abandone la cárcel cuanto antes. Van a perdonar, pero si todo lo que documentó la investigación impar de Animal Político sobre las empresas fantasma, las triangulaciones y los desvíos del ex gobernador de Veracruz no termina en un expediente bien armado a través del cual Javidú reciba una condena ejemplar, entonces la impunidad es invencible. Gilga es de los que cree que 25 años de prisión no son iguales a nueve años de prisión y mucho menos a los tres de cautiverio después de los cuales seguramente viajará a Londres para encontrarse con su media naranja. No jalen porque cobijan. Gil piensa (ya empezamos con las jactancias) que el protagonismo del mundo judicial equivale a su opacidad. Y la verdad de las verdades: el que tiene más dinero logra procesos más rápidos, menos complicados y laberínticos. Comuníqueme con Pedro Salazar. ¿Peter? ¿Puedes poner orden cognitivo en este lío? Es que de veras.
Los asesinos de Cocula
Gil lo leyó en su periódico MILENIO, los asesinos confesos de los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa han logrado amparos para algunos de los cargos de los cuales se les acusa. No saldrán en libertad pues les queda el peso de otros delitos, como el de secuestro, pero ahí la llevan, como dice Gilga cuando no sabe nada de nada. Cierto: si el debido proceso fue violado por la policía, cosa más que probable, finísimas personas como El Cepillo, El Gil, El Pato y otros tantos, podrían un día del futuro próximo reintegrarse a sus actividades delictivas y ver de frente a alguno de los padres o alguna de las madres de los desaparecidos. Muy bonito y muy justo.
¿Qué hacemos con estas declaraciones que Gamés ha leído en el libro de Jorge Fernández Menéndez?
El Pato: “Y ya me dio la orden de que los subiera yo a un llamado basurero, de ahí, de Cocula. Cuando vemos que venía una camioneta de tres toneladas. Y ya que nos topamos y nos dicen: súbanse, y ya que se suben todos los chavos a la camioneta. Y ya que nos seguimos. Yo ya no vi el traslado. ¿Quién se los pasó al tal Cepillo. Ni vi qué patrulla. No vi si fueron municipales, no sé dónde los agarró, pero él ya venía con las personas arriba de la camioneta. Y de ahí nos trasladamos al basurero”.
El Cepillo: “Unos yastaban asfixiados”.
El Chereje: “De ahí nos vimos hasta donde les dije, hasta el basurero. Yo iba en una Nissan chica blanca. Otros iban con los estudiantes en otra camioneta. Eran hartos, Así que los haya contado de uno por uno, no. Eran puros hombres”.
¿Qué hacer con esto? Al parecer, una comisión de la verdad.
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