México: predicciones de Año Nuevo. Los balances de 2016 realizados estos días por los medios, así como sus escenarios para 2017, parecen uniformados en la idea de destacar estos años como la hora de los populismos. El que se ha llamado el año de Trump, del Brexit y de los referéndums antiestablishment. Y el que viene ya se anuncia como el del asalto al poder de los demás populismos nacionalistas. O, al menos, el de la implantación de sus propuestas por otras vías, como ocurrió en el Reino Unido, por una combinación de torpezas y oportunismos electoreros de los políticos tradicionales.
Esto es lo que se espera en las elecciones de Holanda, Francia, Alemania y la República Checa, con el consecuente tiro de gracia a la Unión Europea. Pero quizás lo importante sea ahora llamar la atención de que en el mundo se afianzan las condiciones que incuban el sesgo de los votantes a favor de estos movimientos regresivos, autoritarios y xenófobos: violencia, inseguridad y terrorismo; debilidad de la economía, desempleo y deterioro del bienestar. Más las migraciones, satanizadas como chivos expiatorios de aquellas plagas, al lado de la corrupción, los costos y la ineficiencia de las burocracias políticas dominantes.
Uno de los más influyentes medios globales, el británico Financial Times, incluyó el lunes a México en estos pronósticos y ayer ya era el segundo texto más leído en el sitio electrónico de eses medio. El título: El populista de México AMLO capitaliza los problemas económicos. Pero el artículo llevaba un sumario que pretendía adivinar las esperanzas del político tabasqueño y que sintetizaba con fidelidad la entrada del texto: “Figura antiestablishment espera seguir los pasos de Trump y ganar la presidencia”.
Licencias, pifias y aciertos. Luego venía el marco: una imagen del personaje rodeado de manifestantes que ven al lente con cara de pocos amigos, en una protesta, dice el pie de foto, contra la reforma educativa. Con estos elementos, el diario lograba su intención informativa: un encuadre congruente con la afirmación del segundo párrafo: que el mensaje de AMLO encuentra resonancia entre los electores enojados y de abajo del privilegio.
Y fuera de la ‘licencia’ periodística —tan común en nuestros medios— de atribuirle a los actores públicos planes que no han expresado, como la de seguir los pasos de Trump, y al margen de que se las ingenia para forzar la ubicación de este proyecto de AMLO en 2017, cuando las presidenciales aquí son en 2018, el trabajo de Jude Webber, la corresponsal del FT, sirve para trazar un paralelismo entre las retóricas y las personalidades populistas de Europa, Estados Unidos y México, con independencia de las particularidades de cada región y país.
Adivine mi fuente. En efecto, tanto Trump como AMLO hablan de extirpar la corrupción que atribuyen al sistema político establecido (Trump a la banda de Washington; AMLO, a la mafia del poder). Los dos critican los salarios de la alta burocracia, anticipan planes voluntaristas de creación de empleos y prometen grandes y lucidoras obras públicas. Van contra los medios y generan blancos de odio: los migrantes, para Trump, los villanos favoritos de AMLO. Los dos aceptan el resultado electoral sólo si ganan. Y lo más importante: los dos conectan con una cuota del electorado que puede ser suficiente para ganar, de acuerdo a cada sistema: un electorado que quiere oír y creer lo que ambos personajes dicen. Por si todo esto fuera poco, AMLO ya se desplaza, como Putin, del lado ganador del presidente electo de EU, con su aval de que no hay nada que temer en México del próximo residente de la Casa Blanca.
Habrá que ver si en las predicciones que publicará el Financial Times en enero de 2018 se sostiene el escenario anticipado este 2017, sustentado en parte en el informante de Jude Webber, un poderoso empresario que le dijo que AMLO es “la opción por default” (porque no hay más) para la próxima Presidencia de México. ¿Información o proyecto?