La 4T consumó la toma del Poder Judicial que, desde su perspectiva, es parte integrante de una hegemonía que pretende extender por todo el milenio. A despecho de la libertad del sufragio, derecho humano garantizado por la Constitución y por tratados internacionales suscritos por México, la cúpula cuatroteísta hizo valer su designio con propaganda y acarreo ilegales, pagados con recursos públicos y operados por personal de la burocracia. La clientela enrolada fue instruida mediante los aberrantes acordeones.
Analicé la maquinaria de dominación clientelar en una reciente obra (2024: el sufragio bajo ataque, libro que, con la coautoría de Jesús Ortega, se publicó por la editorial Aguaa en 2024). Ahí se describe la maquinaria clientelar que desnaturalizó la democracia y convirtió el voto popular en tapadera de imposiciones autoritarias. El clientelismo se estructura de la siguiente manera:
Clientela, compuesta por electores enrolados en la relación clientelar, cuya motivación radica en la esperanza de obtener el beneficio prometido (la inclusión y permanencia en los programas sociales).
Intermediarios o brókeres, quienes operan la relación clientelar. Enrolan y enlistan a la clientela, transmiten las instrucciones del patrón, vigilan que la clientela cumpla su parte del trato y gestionan los pagos o las promesas de pago. En México, ese papel lo juegan los mal llamados servidores de la nación y sus réplicas locales.
Patronus, político profesional y/o grupo político autodesignado como patrón de la masa enrolada. Ordena a ésta el sentido de su voto a cambio del pago ofrecido y, a través de los brókeres, asegura su fidelidad.
En las elecciones federales y locales de 2021 a 2024, la maquinaria clientelar de la 4T garantizó un caudal electoral que, complementado con los votos de convencimiento, apuntaló el triunfo de los candidatos oficialistas y la derrota de sus opositores. En otros ejercicios, como la Consulta Popular de 2021 y la Revocación de Mandato de 2022, el voto así inducido alcanzó el 7 y 17% de participación, respectivamente.
En la elección judicial de 2025, designadas las candidaturas judiciales en forma unilateral con la exclusión de todo signo de disidencia y la apatía ciudadana, la maquinaria clientelar debió hacer su máximo esfuerzo. Se aplicó con descaro, ameritó la participación directísima de la Presidenta Sheinbaum, de los gobernadores de Morena y de sus liderazgos partidarios, actividades todas ellas prohibidas expresamente por la Constitución y las leyes. Para hacerlo, contó con la complicidad de autoridades y tribunales electorales, sumados obscenamente a la cargada gobiernista. Se generalizaron los operativos de acarreo y se empleó el acordeón para inducir masivamente el voto en favor de los candidatos seleccionados por la cúpula.
La jornada electoral del domingo 1º de junio quedó caracterizada por el más alto grado de abstencionismo, pues el 87.5% de los electores empadronados se abstuvo de acudir a las urnas. Solo 12 millones de electores se presentaron, pero no todos ellos se atuvieron al voto de consigna ordenado por el patronus.
Según los cómputos oficiales de la elección de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), 6.3 millones de electores ejercieron su libertad de sufragio, pese a todo (más de la mitad de los que participaron). De ellos, 3.3 millones hicieron abstencionismo participativo: dejaron en blanco las boletas o anularon su voto (una buena parte plasmaron mentadas de madre para un tal Noroña). Otros 3 millones votaron por candidatas y candidatos que, aunque también son morenistas, fueron excluidos del acordeón que los servidores de la nación repartieron por instrucciones del patronus. Solo 6.2 millones de los electores participantes fueron fieles a la orden de votación, equivalentes al 6% del total de empadronados. Este es el resultado electoral neto del operativo de acarreo e inducción en la elección judicial. Victoria pírrica que, pese a su raquitismo, será suficiente para derruir los cimientos del Estado de derecho y de la división de poderes.
Cincelada: Qué pleitazo se traen Donald Trump y Elon Musk, con insultos y exhibición de trapos sucios. Hasta parece un round internacional tipo LB versus LB (L. Batres vs. L. Bozzo).