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El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, está muy activo en su propia campaña como precandidato presidencial de Morena. Como Claudia Sheinbaum, y en menor medida Marcelo Ebrard, está más concentrado en promover su imagen que en buscar gobernabilidad y establecer lazos de negociación con los diversos actores políticos.

Lo cual sugiere que él no se da por derrotado, que tiene algún elemento para pensar que podría todavía ser el elegido por López Obrador como el “bueno”. ¿A raíz de qué ese cálculo, cuando prácticamente todos dan por hecho que la favorita es Claudia?

Puede haber al menos dos razones lógicas; 1- que la ambición de los políticos frecuentemente los lleva a crear una realidad ficticia en la que ellos tienen posibilidades de cumplir sus ambiciones más elevadas, al margen de lo que refleje la realidad;
2- que haya recibido algunas señales de parte del presidente de que, en efecto, no está descartada su candidatura.

En todo caso, de saber a ciencia cierta que no tuviera ninguna posibilidad, más que hacer su propia campaña probablemente estaría ayudando a la favorita, Claudia, como parte de la cargada que ya se está dando dentro de Morena, y así asegurarse una buena imagen y quizá un cargo importante con la segura ganadora.

Pero que no haga eso sugiere que tiene expectativas de ser el destapado.
Desde mi punto de vista, y pese a que la tradición política sugiere que el poder se transfiere a los hijos (Claudia) y no a los hermanos (Adán), a López Obrador le convendría más designar como sucesor a Adán que a Claudia (dando por hecho que Marcelo no tiene posibilidades, por ser visualizado como el “Ávila Camacho” de esta época).

¿Por qué? Porque cuando Amlo deje el poder, y aunque pueda seguir ejerciendo gran influencia sobre Claudia, conforme pase el tiempo ésta se irá debilitando, sea por el desgaste político natural cuando ya no se cuenta con poder formal, sea por razones de salud, o bien porque se vea obligado a buscar exilio fuera de México en caso de que EEUU decida cobrarle las cuentas pendientes.

En tal caso, Claudia quedaría desprotegida y sin el respaldo político que la sostuviera; y por ende, podría estar expuesta a presiones de diversos actores que la orillaran a modificar significativamente el proyecto obradorista, más allá de sus propias convicciones ideológicas (compatibles con las de Amlo, sin duda).

Su personalidad no parece ser del tipo que tenga la entereza para resistir tales presiones, que seguramente serán intensas. En cambio, Adán sí muestra un carácter más firme y enérgico, y por tanto resistente a esas mismas presiones que vendrían ante el ocaso político de Amlo.

No digo ni de lejos que Adán sería buen presidente, sino que para los propósitos de Amlo para dar continuidad a su proyecto, podría ser mejor opción.

Que vaya abajo en las encuestas no sería problema; Amlo decide y ordena las encuestas a modo, como el propio Adán lo reconoció en el caso de Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum respecto del gobierno capitalino en 2018. Podría repetirse esa experiencia, si así lo decidiera López Obrador.

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