sábado 04 mayo 2024

Conferencias mañaneras: ¿formato agotado?

por Armando Reyes Vigueras

Una de la novedades de la administración de López Obrador fue aprovechar la experiencia que se tenía en materia de comunicación social –desde que fue jefe de gobierno del entonces DF– a través de las conferencias mañaneras, mismas que ayudan a fijar la agenda de temas que se discuten en medios y redes sociales, además de que gracias a esto no se destinan recursos para publicidad oficial –algo que tiene efecto en muchos medios nacionales– pero luego de cuatro meses de una intensa actividad en esta materia es momento de revisar si el modelo está llegando a un agotamiento o si será la constante en el sexenio.

Experiencia de madrugada

Sin duda, la conferencia mañanera de López Obrador ha logrado generar algunos dividendos para el presidente y para algunos integrantes del gobierno.

Es verdad que a través de estas comparecencias se fijan algunos temas en la opinión pública –no siempre de manera positiva para Palacio Nacional–, además de que por sí mismas estas conferencias son un tema que ha generado mucha información.

Hay otras facetas que también hablan de por qué son un instrumento de comunicación que el actual gobierno federal favorece. De acuerdo a Javier Tejado Dondé (El Universal, 16 de abril de 2019), las conferencias mañaneras han dado puntos de raiting valiosos a los canales estatales 11 y 14, en un contexto en el que los medios públicos han perdido audiencia en los últimos dos años.

Cabe agregar que también es un tema que abordan los noticiarios de radio y televisión, así como distintos portales de Internet, pues se trata de una emisión que atrae público.

Está además el asunto de que gracias a esta herramienta de comunicación, el gobierno federal se ahorra sumas importantes de dinero en materia de publicidad oficial, algo que ha pegado en las finanzas de los medios, como explicamos en una colaboración anterior (4T: el desafío para el periodismo: https://etcetera-noticias.com/opinion/4t-el-desafio-para-el-periodismo/)

​Para el académico Javier Esteinou, el modelo de comunicación que ha establecido el gobierno lopezobradorista se basa en 25 ejes, de los cuales destacan los siguientes: “la centralización de la comunicación; el ejercicio del derecho a la información; el respeto a la libertad de expresión; la democratización de la comunicación; no a la censura informativa; respeto al funcionamiento de los medios privados; revalorar el valor público de la información; austeridad comunicativa republicana; reducción del gasto publicitario gubernamental; combate a la corrupción informativa” (Siempre!, 22 de abril de 2019).

Así pues, la evaluación que el propio gobierno federal ha hecho de las conferencias mañaneras debe ser positiva, en función de los objetivos alcanzados.

Pero hay otro ámbito en el que se debe poner atención para revisar si este tipo de ejercicios deben continuar como lo han hecho hasta el momento.

Foto: Cuartoscuro

La presencia de Jorge Ramos –con todo y la polémica de si es protagonista o no– puso en evidencia que el presidente exhibe en sus presencias ante los medios un flanco débil, pues la respuesta que se dio –principalmente en redes sociales– a las insistentes preguntas del conductor de Univisión demostraron que se trata de un tema que –en palabras del columnista Carlos Ramírez– pegó en la línea de flotación del mandatario: su popularidad.

Ésta parece acusar recibo del daño, pues las encuestas muestran una baja en dicho índice. Massive Caller presentó un seguimiento de encuestas en el que ya apunta un descenso en la aprobación, la cual pasó de 79.5% el 31 de enero de este año a 62.7% el pasado 15 de abril.

Además, los constantes enfrentamientos con los representantes de los medios –no con los asistentes que hacen preguntas a modo, como aquella del corredor keniano– puede cobrar factura y hacer que el volumen de crítica suba de nivel.

El columnista Jorge Fernández Menéndez apuntó en su columna del 16 de abril que “el esquema de las conferencias matutinas está agotado, o en vías de agotarse. Lo de Ramos, y otros eventos similares que se han dado en las últimas semanas, han demostrado que es muy fácil (a AMLO) hacerlo caer en ‘provocaciones’ y que cuando eso ocurre suele mostrar su peor cara, además de que suelta rencores acumulados que no están a la altura de un primer mandatario”.

Para el analista Luis Estrada –quien sigue el pulso a las mañaneras–, “si bien las conferencias diarias dan de qué hablar, el presidente AMLO ha fallado, cada vez más, en establecer la agenda, pues solo 10 por ciento de las notas principales de las primeras planas de los siete diarios más importantes de circulación nacional recuperan el mensaje de inicio de la conferencia del día anterior. El ruido generado por las conferencias es demasiado fuerte, incluso para que AMLO y su gobierno puedan insertar anuncios y mensajes favorables en la opinión pública” (El Universal, 11 de marzo de 2019).

Además está el dato que reporta Sin Embargo, con relación a la declaración a la agencia EFE de Sebastián Salamanca, oficial del programa de defensa de periodistas impulsado por Artículo 19, “el mensaje que está dando el Presidente es una autorización y una instigación para realizar cualquier ataque u hostigamiento contra los periodistas” (15 de abril).

Así, puede haber un ahorro en lo económico, pero a costa de un precio alto para la popularidad del presidente, ¿qué valorará más López Obrador?

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