Haré una pausa, quería hoy empezar a desarrollar ideas acerca de alfabetización digital, pero considero que lo sucedido en la reciente semana que terminó invita a tocar el presente tema.
Quienes son asiduos usuarios a las redes sociales lo han experimentado. Las redes sociales son hoy día un campo de batalla, que realmente se convierte en una lucha, por diversos motivos, ideologías y fines. Las redes sociales hoy día se entienden como dinámicas de narrativas.
Cada usuario construye una narrativa personal con su participación mediante lo que publica, sin importar el formato, lo mismo con lo que escribe, las fotos o imágenes, videos, etc., que en general lo que hace es describir los hechos y contar una historia. Su historia.
Uno de los tantos aspectos que les da poder a las redes sociales es partir de la narrativa de cada usuario y formar una gran narrativa colectiva que se construye con lo que el propio usuario publica y se suma a las narrativas de los demás usuarios.
Cuando esas narrativas se utilizan para inducir mensajes que buscan incrementar el malestar y aprovechar el ecosistema digital con el fin de afectar el ambiente de información para conducir la percepción sobre temas relevantes según ciertos intereses, se les consideran narrativas de influencia hostil.
Además, cuando estas narrativas de influencia hostil se originan desde agentes relacionados con el gobierno, son parte del ejercicio de un poder suave. Nunca es fácil distinguirlas porque los agentes que participan de ellas generan identidades que no son reales y se relacionan con sus objetivos de diferentes maneras.
Se sigue aprovechando la necesidad que tiene una persona real de formar grupos dentro de las redes sociales e integrarse con otras personas con quienes se identifica. En el Internet social las relaciones se construyen entre usuarios que comparten intereses, juicios, creencias, ideas, valores, conocimientos, formando esferas de interacción donde solamente se confirma y reafirma todo lo que tienen en común, formando afinidad por sus similitudes.
A pesar de lo que se pueda creer, la influencia hostil suele generarse desde la afinidad de los grupos, primero ganando la simpatía y confianza de sus integrantes, manera que puedan ejercer influencia y conducirlos a confrontarse con otros grupos de usuarios, siempre según convenga.

La influencia hostil principalmente recurre a llevar a los extremos la conversación sobre distintos temas, mediante la difusión de mensajes que incrementen el malestar social, sobre todo explotando las confrontaciones entre grupos por diferencia cultural, política, racial, económica o religiosa.
Se considera que se generan a partir de narrativas porque funcionan dirigiendo la conversación en puntos focales de interés donde los agentes hostiles influyen de manera engañosa, exagerando posturas y manifestando “opiniones” cada vez más intolerantes. Además, no sólo se aprovecha las redes sociales, se valen de medios alternativos utilizando información seleccionada convenientemente para sustentar puntos de vista, donde además la suma permite distorsionar los hechos y con el objetivo final de influir de manera sesgada y manipulada en la percepción de sus objetivos.
Las actividades basadas en influencia hostil se diseñan para incidir directamente en los valores éticos y morales de sus objetivos de manera que se amplifique con más facilidad el malestar, pero además generen arraigo por el refuerzo de esos valores. Así, una vez que la narrativa es inducida y sus efectos empiezan a actuar, su alcance se multiplica y se forma un marco de referencia que posteriormente permitirá aceptar, ya prácticamente sin cuestionar, nueva información que siga incrementando el malestar e influyendo en el grupo objetivo.
Es delicado, pero se ha documentado que existen operaciones de influencia hostil donde la afinidad se da por, supuestamente, compartir la causa de defender derechos sociales y diversas formas de activismo, y entonces exagerar las posturas adversas instigando ambiente de confrontación hasta hacerlos explotar en acciones violentas, incluso fuera de la pantalla.
No es un tema menor. Inducir narrativas hostiles cuando parte de un régimen, de un gobierno, se hace con el objetivo de ganar, o recuperar, el poder e influencia sobre la percepción de los eventos que se consideran estratégicos.
Al gobierno la reacción que más le sirve para influir socialmente es la ira a partir de la confusión y el miedo. Bien sea para modelar la opinión favorable a sus propios fines, o desfavorable contra quienes les resultan incomodos por exhibir sus deficiencias, o simplemente por criticarlos.

A simple vista puede sonar como una trama de misterio, como un cuento de ficción, como un plan que requiere de grandes recursos y planes elaborados, pero en realidad basta saber qué mensajes mandar a los receptores correctos y utilizar los amplificadores adecuados. La audiencia, los usuarios, harán el resto por iniciativa propia.
Tal vez entonces lo explicado sirva para entender por qué es tan efectivo para las figuras relevantes de un gobierno pronunciarse, supuestamente, a favor de grupos con gran activismo social. Ya sea la defensa de los derechos de minorías, a favor de la defensa de los derechos de grupos discriminados o desfavorecidos, cualquiera que sea. Aunque en la realidad sus agendas difieran diametralmente y sus acciones los conduzcan en un sentido completamente opuesto, mientras, la sociedad civil solo encuentra elementos de confrontación sustentados en esta incongruencia.
Conducir la conversación con fines de un debate se puede llevar a una dinámica aún más nociva y con efectos sociales por demás perniciosos, la polarización de la sociedad a partir de explotar filias y fobias basadas en luchas por causas sociales legítimas hasta extremos irreconciliables. Hasta la completa radicalización.
Hagamos red, sigamos conectados.
Autor
Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.
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