La Oscura Trinidad de la Desinformación – Parte 3. Desinformación y Redes Sociales

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Ya se ha dado una breve perspectiva acerca de cómo la desinformación influye socialmente a partir de distorsionar la información y las reacciones emotivas que genera; que además no siempre, no exclusivamente, las piezas de desinformación surgen o se difunden con fines políticos o económicos. Hay casos donde, a pesar de la gravedad de las acciones resultantes fuera de la pantalla, la desinformación se genera y se difunde por usuarios que encuentran divertido, dicen ellos, hacerlo para después ver las reacciones y sus consecuencias.

Por otra parte, si es real también que existen campañas planeadas para inducir socialmente ideas, conceptos, y en el caso extremo, conducir a comportamientos y acciones. En estos casos las campañas explotan, según su alcance y naturaleza de comunicación, tres poderosos recursos: la mensajería instantánea como WhatsApp, Telegram, Facebook Messenger; los medios alternativos, sobre todo los afines al gobierno, instituciones, personas o empresas; y se cierra la pinza para reforzar su alcance y potencial, con la interacción en redes sociales. La Trinidad de la Desinformación.

La mensajería instantánea tiene un alcance limitado, su potencial es por la sensación de proximidad y afinidad implícitos con los participantes.

“Spray”, de Roy Lichtenstei

Los grupos de WhatsApp o Telegram son ideales para introducir piezas de información, ya sea presentadas como noticia, como rumores en cadenas de mensajes, videos manipulados, textos fabricados y “sustentados” en publicaciones de medios alternativos. Esta información será recibida por los participantes con mínima resistencia gracias a la afinidad con la que de origen nacen esos grupos. Los grupos de amigos, condominos, vecinos, padres de alumnos de un grupo escolar, o de simpatizantes a alguna organización política, por poner algunos ejemplos. Por la relación establecida como origen del grupo se construye un elemento de confianza implícito que suaviza la posibilidad de que la información compartida sea aceptada y en su caso induzca la reacción a favor o en contra, según convenga. La reacción generada en el grupo suele ser unánime.

Pero por alcance el espacio ideal para la difusión masiva de las campañas de desinformación son las redes sociales. Mientras que la mensajería instantánea forma esferas de interacción cerradas pero con una alta efectividad por la integración de sus participantes, las redes sociales son un espacio abierto y de alcance masivo.

Una vez más retomar la idea, las redes sociales son la nueva plaza pública donde se comentan los temas de interés y relevancia colectiva. Suelen ser el primer lugar donde la gente recurre buscando información y opiniones para entender la situación actual y su entorno próximo.

La construcción de las relaciones en las redes sociales tiene el defecto de “encerrar” al usuario en cámaras de resonancia; espacios digitales donde aquellos otros usuarios con quienes interactúa comparten intereses, pero también ideas, juicios, opiniones, que solo se retroalimentan y se reafirman. Eso propicia la confianza ofreciendo certeza al percibirse entre similares, lo que hace perfecto estos espacios para campañas de desinformación y, su correspondiente amplificación por iniciativa propia del mismo usuario potenciando su efecto y alcance.

No es menor el efecto que logran, ya que también las redes sociales se han formado como el eje de influencia colectivo más allá de la pantalla al servir como referencia para los temas en la conversación de boca en boca.

El poder de influencia del entorno social digital ya escapa a las pantallas, no hace falta ser usuario, no hace falta tener una cuenta en alguno de esos servicios, cuando se tiene el amplificador por excelencia, al propio usuario y su entorno social próximo.

¿Cuántas conversaciones se tienen ahora que inician con algo como “ya viste tal video en YouTube”?, ¿”ya viste lo que pusieron en Facebook”? ¿Cuántas conversaciones inician tomando como referencia las cadenas difundidas por WhatsApp?

No es un riesgo menor, todo lo contrario. Las campañas coordinadas de desinformación tienen como objetivo a mediano y largo plazo cambiar la forma en que un grupo social interpreta la realidad. La realidad no se puede cambiar, pero mediante estas campañas se satura de información que construye referencias convenientes de cómo entender palabras, hechos y sus consecuencias. Es decir, la desinformación es un elemento de manipulación social para la resignificación de la realidad.

Por eso también se suele recurrir a reconceptualizar términos con las acepciones que sean convenientes, de manera que por repetición pasen a formar parte de los marcos de referencia colectivos. A todo el conjunto se le llama posverdad.

Desafortunadamente el modelo pasa porque el eslabón más débil es la naturaleza humana misma, con la constante necesidad de encontrar elementos que le permitan entender su entorno, aunque termine solamente saturado de datos, que no información, de nula calidad y dudoso origen.

Hagamos red, sigamos conectados, porque pese a todo, el modelo llegó para quedarse. Es la nueva forma de hacer ciudadanía.

Autor

  • Leo García

    Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.

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