Por la detallada naturaleza de este proyecto, lo presentaremos al lector en varias entregas. Esta es la primera de tres.
Introducción
Vivimos tiempos, condiciones, y experiencias inéditos o extraordinarios. Las voces de los distintos actores sociales, a nivel mundial, nos dicen que después de la pandemia no seremos los mismos.
Todo cambiará. De hecho, ya ha cambiado. Hoy, algunos, los que no tienen otra alternativa, siguen “haciendo su vida normalmente”; en tanto que, otros tantos, permanecemos en el aislamiento personal, familiar, laboral y social que está por cumplir un año, por lo que en lugar de cuarentena pinta para ser anualidad. Aunque, al paso que vamos, puede convertirse en bienio o trienio, hipótesis que de materializarse dejaría a nuestro país hecho pedazos.
Ante ese desolador panorama es necesario tomar acciones racionales y consensuadas para minimizar el daño a la economía, a la sociedad y a las personas.
Cuando regresemos “a la normalidad”, ya no será la misma de antes, a la que estábamos acostumbrados, sino a una nueva normalidad, hasta ahora desconocida y para la que probablemente no estemos todos preparados.
Es un hecho que en más de un espacio de desarrollo (económico, laboral, social, político, comunitario, escolar, etc.) ya no podremos seguir jugando con las mismas reglas, motivo por el cual es necesario diseñar las reglas apropiadas para esa nueva realidad.
Cuando la pandemia pase, o antes, la crisis económica generada como consecuencia del paro de la economía mundial, va a dejarnos en una situación muy difícil de sortear como país. En el caso de México aún no hay cifras absolutas, sin embargo, es claro que no estamos bien, ni se vislumbra una salida pronta, ya que desde hace un año —en el escenario más optimista— se preveía un retroceso del 6% del Producto Interno Bruto en 2020, mientras que los pesimistas, como la Organización Mundial de Comercio[1] iban más allá del 11%, terminando finalmente, según el INEGI, en el 8.5%.
Ningún gobierno estaba preparado para una situación como la que estamos viviendo; sin embargo, algunos han reaccionado de mejor manera que otros.
Algunos han entendido su papel y han generado acciones y programas de apoyo para garantizar la permanencia de la planta productiva y el empleo, promoviendo a su vez la cohesión social, en tanto que otros han caminado en sentido contrario. Tal es el caso de México.
Mucha tinta se ha derramado ya sobre el tema y seguirá vertiéndose en los meses por venir. Todas las ideas y opiniones son válidas, pero definitivamente no todas son acertadas o útiles.
Las opiniones sin acción correlativa son buenas intenciones, en el mejor de los casos y, como dicen por allí: “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
En consonancia con el concepto de ver a la crisis en su doble significado —como desafío y como oportunidad— la idea de esta propuesta es precisamente impulsar el rescate de México, entre nosotros mismos, los ciudadanos, sin contar con la intervención de instancias gubernamentales. Éstas no se descalifican, simplemente se omiten, ya que no se percibe el apoyo su apoyo salvo en el esquema de dádivas, más enfocado en el segmento clientelar y electorero, que en la construcción de un mejor país.
Este proyecto invita a los ciudadanos a involucrarse con su entorno social para ejecutar actos concretos de solidaridad humana.
Por esa razón, convencido de que sólo la acción trasciende, propongo un gran y único pacto nacional de ciudadano a ciudadano, por el rescate de México.

Premisas del Pacto Nacional Ciudadano para rescatar a México
Como acción especifica propongo crear una, o la cantidad que sea necesaria, de bases de datos, con información puntual de requirentes o solicitantes de apoyo económico, que contemple también a los oferentes o patrocinadores de apoyo.
Ese esfuerzo puede hacerse a nivel de colonia o municipio y vincularse a otras bases de datos de alcance estatal o nacional. No hay una sola vía para acercar a los necesitados con los posibles patrocinadores o financiadores de los proyectos en crisis o en despegue.
De esta manera se esperaría impulsar o fortalecer la acción de entidades concertadoras y de enlace, a fin de poner en contacto directo (con su intermediación), para que los mismos se acerquen y, de ser posible, acuerden entre sí o a través de los propios enlaces, rol al que también se pueden integrar las instancias ya existentes (cámaras de industria o comercio, federaciones y confederaciones de industria, comercio y/o turismo, sociedades cooperativas de producción y/o de consumo; así como organizaciones gremiales de agricultores, ganaderos, prestadores de servicios de todo tipo, así como colegios profesionales).
(En la siguiente entrega, hablaremos de los objetivos y conceptos que sustentan esta propuesta).
[1] Organización Mundial de Comercio. Nota en https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Mexico-tendra-la-peor-caida-del-PIB-por-el-Covid-19-OMC-20200416-0044.html. Roberto Morales, 16 de abril de 2020.