Cronos se comía a sus hijos… hasta que Zeus lo derrotó. La tradición clásica del padre vencido por el hijo se explica por la naturaleza dañina del progenitor; es el mismo caso de Layo, asesinado por su vástago Edipo: Tanto el titán como el rey de Tebas habían cometido crímenes que permanecían impunes. La narrativa clásica, con independencia del psicoanálisis, describe a esa conducta parricida como la sanción del destino: el padre muere a manos del hijo, porque el genitor faltó a la virtud.
El dilema se da cuando el padre virtuoso muere a manos de su descendiente… o el retoño se alía con el asesino de su creador: es tan anticlimática la conducta del hijo descastado, que su uso trasciende al drama teatral o de literatura culta, como lo evidencia que Mike W. Barr lo haya usado para uno de los arcos más interesantes que han aparecido en DC.
¿La filia morenista de Tatiana Clouthier implica odio a su padre? Sólo ella lo sabe. Pero se requiere mucho estómago, poca dignidad o detestar al genitor, para sentarse en la mesa política con quien operó un fraude colosal contra el ascendiente. Además, la extraña muerte de Manuel Clouthier también es algo que genera sospechas sobre el salinismo y, por ende, sobre el oscuro operador de la baja política priista durante la docena 1982-1994. ¿Cómo se concilia estar en el mismo movimiento que Bartlett, autor de la caída del sistema y ser hija de un candidato presidencial afectado por tamaño fraude? Peor aún, ¿cómo se tolera el agravio al difunto padre virtuoso?
Esa incomprensible conducta se repite en las calumnias de Tatiana contra Enrique Krauze. Suscribir afirmaciones falsas, que lesionan la dignidad, que ofenden la reputación ajena, es algo de malnacidos. Como Tulia la Menor, Tatiana pasa sobre la memoria de su padre y atropella la honra de los que le guardaron simpatía y respeto.
Pero suscribir no implica escribir. El texto atribuido a Tatiana, titulado Juntos hicimos historia recuerda a The art of the deal, el libro que supuestamente escribió Donald Trump y del que, en realidad, ni media palabra puso, como se narra en este artículo de The New Yorker: https://www.newyorker.com/magazine/2016/07/25/donald-trumps-ghostwriter-tells-all
Tatiana se comunica mediante Twitter, con una prosa que hace dudar seriamente de que tenga un posgrado. No sólo tiene severas faltas ortográficas, su sintaxis pone de relieve un razonamiento incoherente, con deficiencias lógicas. ¿Tiene las aptitudes para escribir un libro? Pareciera que no.
Ahora, la diputada con libros que no parecen suyos, que traicionó la memoria de su padre y que calumnia, quiere ser gobernadora —de Sinaloa o Nuevo León, lo que en su momento le convenga—. Sus pretensiones políticas causan estupor.
A pesar de que el realismo político se aleja de la ética, es de preguntarse si alguien con aptitudes tan limitadas y actitudes tan lamentables, debiera tener cualquier otro cargo público.
Resulta claro que la 4T no pone en primer lugar la capacidad de sus integrantes, que prefiere la lealtad al líder. Pero, lo cierto es que una persona dispuesta a traicionar el legado de su padre, no es confiable para un líder político con criterio: quizá esa carencia de López es lo que asegure el futuro político de Tatiana…