Internet es un hipermedio que apenas si conoce fronteras o límites. Los datos, la información, fluyen de manera prácticamente irrestricta globalmente. El conocimiento, la ciencia y el arte de todo el mundo, generado a lo largo de toda su historia, está al alcance de la mano literalmente. Tal vez ninguna generación previa había tenido semejante potencial, además de tal capacidad de conexión y enlace entre personas. Y posiblemente esto último es, paradójicamente, lo más complejo que ha pasado.
La que debiera ser la generación hiperconectada más informada, más abierta, con mayor capacidad de aprender, con el potencial de romper las barreras y límites sociales que aún existen y convertirse entonces en la generación más libre en la historia, parece que progresivamente ha elegido volverse restrictiva, intolerante, cerrada. Tiránica.
¿Por qué está pasando esto? Una de las respuestas se encuentra en que se está perdiendo la dimensión y el sentido de lo que es la justicia y se le confunde con el desquite y el desahogo de frustración surgida de complejos y traumas. Y las redes sociales están potenciando este fenómeno.

En las redes sociales las interacciones se construyen a partir de la idea que el usuario tiene de sí mismo, pero además en combinación al ser los dispositivos básicamente de uso unipersonal propician el ensimismamiento. Las limitaciones en el desarrollo de la personalidad, que en parte se asocian al ensimismamiento relacionado al uso intensivo de las redes sociales, puede observarse especialmente en el grupo de edad para quienes desde que nacieron, la tecnología es algo de uso común y cotidiano, los nativos digitales.
Dentro de este grupo existe un subgrupo, con un perfil que se caracteriza por un exagerado sentido de sí mismos, poca paciencia, reducida capacidad de manejo de la frustración, escasa capacidad de tolerancia, necesidad de estímulos frecuentes y rápidos pero efímeros, que a la vez es causa de una profunda falta de capacidad de formar vínculos perdurables y a largo plazo.
Entre otros factores que han propiciado este perfil psicosocial se menciona principalmente a los padres sobreprotectores que han educado a sus hijos con un enfoque individualista; son los adolescentes y jóvenes educados como “niños emperadores” altamente hedonistas.
Es de observar la percepción de sí mismos con la que han sido educados: ser personas únicas, frágiles, con la idea que tienen derecho y libertad a todo, pero es de especial importancia entender que en su formación los han dejado sin los recursos emocionales para enfrentar situaciones adversas.
Y no se limita a un segmento de edad, ya como adultos jóvenes está considerada como una prolongación de la adolescencia más allá de los 25 años. Socialmente hablando es de resaltar la dificultad de asumir el papel de adulto funcional independiente, evitando la responsabilidad en sí mismo y manteniendo los lazos de dependencia a otros grupos sociales que les den la seguridad emocional de la que carecen.
Que sea a través de dispositivos electrónicos la principal forma en que se tiene contacto con otras personas, aunque se les tenga a un lado, reduce la visión del mundo y de la realidad a solo lo que se recibe por la pantalla. Es una forma de aislamiento auto infligido.
Seguimos hablando de las esferas de interacción, esos espacios unipersonales construidos en el entorno social con influencia de la tecnología. Internet ha hecho que sea más fácil, más cómodo, más rápido, enterarse de lo que está sucediendo a kilómetros de distancia con solo mirar una pantalla, que involucrarse con quien se está sentado a un lado, con sólo alzar la mirada.
Como parte del perfil se considera que quienes muestran estos rasgos tienen una gran carencia de resiliencia, es decir, de enfrentar y solucionar situaciones adversas.
La falta de resiliencia encuentra alivio en las cámaras de resonancia digitales a las que el usuario libremente se integra para seguir alimentando el ciclo donde construye la idea que tiene de sí mismo reforzando sus códigos e ideas preexistentes en una dinámica de aislamiento y ensimismamiento.
No es difícil identificar el perfil en redes sociales. Suelen ser usuarios de posturas rígidas, tienen la necesidad de manifestar su ofensa en todo lo que les resulta contrario o desagradable, aun aquello que puede entenderse como una broma o un chiste de mal gusto. Sus interacciones son limitadas porque siempre generaran una barrera de identificación infranqueable que les garantice seguridad para sostener sus ideas rechazando radicalmente opiniones diferentes a sus expectativas. Son usuarios que siempre manifestarán malestar a todo lo que salga de su visión del mundo.
Otros más llevan a las redes sociales su rol de víctimas con actitudes intolerantes sustentadas en simpatías ideológicas y de movilización social, con una gran carga de erudición. La perpetua búsqueda de tener la razón y demostrarlo. Así con esa combinación de rasgos, es donde se potencia otra de sus facetas, el activismo social, aunque en ocasiones lo lleven a actitudes radicales e intolerantes.
Ese comportamiento radical e intolerante para abordar los problemas sociales, y su dinámica de interacción en general, es por lo que con frecuencia se les suele llamar como “guerreros de la justicia social”, los social justice warriors.
De aquí salta con facilidad la integración de grupos que comparten sus rasgos y que promueven agendas sociales con visión progresista, como el feminismo, la defensa contra la discriminación, los derechos humanos en general, identidad sexual, entre otros muchos. Es así donde se traspasa el límite entre la necesidad de validación personal en lo individual y se lleva a la movilización social real.
La situación se torna compleja cuando esto propicia el ejercicio del poder de grupos que, defendiendo causas, justas sin duda, están llevando las dinámicas al polo completamente opuesto y están terminando por hacer lo mismo que repudian, pero en el extremo de SU afinidad. Y es por eso que se puede aplicar la acepción y llamarle tiranía.
Por supuesto que la discriminación es un problema real, pero en el extremo opuesto lo que al final la movilización con tintes radicales está haciendo es precisamente discriminar. Los que han sido víctimas de la intolerancia, se están volcando al extremo de ser los intolerantes. De aquí salta a los que exigen tirar estatuas y monumentos, cancelar programas, cambiar marcas, censurar logos, ¿por qué? por la razón que sea que crean que lo amerita y que la disfracen con la idea de ser un acto de justicia. Impuesta por la fuerza.
Hagamos red, sigamos conectados.
Autor
Diseño y coaching de estrategias para manejo de redes sociales. Experiencia en análisis de tendencias en línea.
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