La regeneración moral en México llega en bicicleta y se alimenta de tupper. El desembarco del nuevo gobierno ocurrió el 1 de septiembre en el nuevo Congreso, el mariscal de la cuarta transformación tomará Palacio Nacional el 1 de diciembre.
Aquellos que están ya en el campo de acción abriendo rutas para que la remodelación de la República transite, actúan con altos contrastes, claroscuros que anticipan un largo camino lleno de baches.
El Senado anunció un recorte a su gasto sin precedentes, 30 por ciento, mil 500 millones de pesos para empezar. Ricardo Monreal, líder de la bancada de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política, prometió un verdadero cambio de régimen. Excelente. Adiós a los automóviles con cargo al erario, subasta de los 160 que libraron el año de Hidalgo, fin al pago de pólizas de seguros médicos, a los fondos por terminación de encargo.
Monreal ofrece un Senado esbelto, austero, pero eficiente. Reducir el número de comisiones (demagogia legislativa para ordeñar el presupuesto) y más importante, recortar el pago a los integrantes de esas comisiones a sólo lo necesario para asesorías técnicas y jurídicas, nada de premiar a legisladores por ser “ajonjolís de todos los moles”.
El presidente de la mesa directiva del Senado, Martí Batres, a nivel de cancha estableció los nuevos parámetros para la austeridad republicana. Se promocionó en familia degustando comida rápida en Plaza Delta, presumió su tupper rojo, compañero gastronómico de mil batallas, al tiempo que lanzó a sus compañeros legisladores el desafío #TupperChallenge, degusten aquello que preparan en casa, traigan su propio café.
Nada de agua, refrescos, café, galletas, frutas, bocadillos gratis, de peluqueros y boleros menos, desterrar la imagen de edecanes llevando botellitas y tarjetas, a moverse en bicicleta como Monreal (con casco por favor) y dejar las Suburban blindadas para otros, economizar es el mantra, empatizar con la mayoría, el objetivo.
Y en la Cámara de Diputados no pueden ser menos, para ello deben ahorrar más. Recorte en las percepciones de todos los representantes populares de 128 a 91 mil pesos mensuales ya todo incluido. La base salarial no pudo recortarse, pero no trasciende porque con 73 mil pesos no superan el salario base del próximo Presidente, que será de 80 mil pesos, que con prestaciones llagará a 108 mil pesos. Nadie, ni uno más.
Luces austeras que deslumbran. Sin embargo, en lo oscurito intactos y brillantes sobreviven la simulación, la línea, el arreglo vergonzante.
La licencia como gobernador y luego como senador a Manuel Velasco, las 40 Manuelitas de Chiapas que ganaron cargos para cederlos a varones, toda vez que fueron inscritas sólo para cubrir el requisito de paridad de género en las listas de candidatos o el exhorto de maestros morenistas para detener la evaluación profesional docente a la de ya, contraviniendo con ello lo que hoy es Ley (mañana ya decidirán), los retrata repelentes al tupper o a la bicicleta.
Este artículo fue publicado en La Razón el 13 de septiembre de 2018, agradecemos a Carlos Urdiales su autorización para publicarlo en nuestra página.