A quienes con frecuencia nos dedicamos a tratar de explicarles a los más jóvenes la urgencia de desmontar la masculinidad patriarcal nos cuesta mucho trabajo encontrar referencias alternativas que les sirvan de ejemplo. Nos sigue resultando mucho más fácil explicarlo en negativo, es decir, poniendo ejemplos de hombres cuyos comportamientos no deberíamos imitar porque representan toda la toxicidad que emana de una subjetividad construida para dominar y sentirse importante. Octavio Salazar (El país opinión)
Primer acto: Los lentes patriarcales
Una de las analogías que más me gusta y uso en clase es la de los lentes de la película They Live de John Carpenter que rescata el filósofo esloveno Slavoj Žižek. Se trata de unos lentes que desenmascaran la manipulación de la ideología de consumo, me parece que todos en mayor o menor grado hemos ido desmontando prácticas machistas normalizadas, así crecimos y cambiar es complicado. Ponernos los lentes para ver detrás de la tradición patriarcal es retador. El suceso de los Oscares entre Will Smith y Chris Rock puede parecer una trivialidad, pero es una escena que pone en juego nuestra visión sobre los roles de género contemporáneos.
El incidente deja ver cómo seguimos reproduciendo estereotipos masculinos tóxicos, poco saludables y la búsqueda pacífica de solucionar problemas. El incidente es simple, lo reproducimos brevemente:
En medio de la noche de los Oscares, Chris Rock se burla de la calvicie de Jade Pinkett actriz, cantante, productora y esposa de Will Smith. Rock dijo que esperaba ver la secuela de G.I Jane, en referencia a la cinta de 1997 donde Demi Moore interpreta a la teniente Jordan O’Neil, quien tiene su cabeza calva. Ese es el incidente puro y duro. Pinkett padece de calvicie, su nombre médico alopecia. Existen varios tipos de esta enfermedad, la mayoría tienen un origen autoinmune, se destruyen los folículos y no vuelven a crecer:
1. Alopecia androgénica, sólo afecta a hombres. “En el patrón femenino, la pérdida de cabello es difusa, no se producen zonas de calvicie total y queda respetada la línea de implantación anterior, es decir no existen entradas”.
2. Alopecia areata: Pérdida de pelo en forma de placas. Los folículos pilosos no quedan destruidos con esta enfermedad, por lo que el pelo puede volver a crecer.
3. Alopecia traumática: Son producidas por traumatismos físicos.
4. Alopecia difusa: Pérdida reversible y no localizada en una determinada porción del cuero cabelludo. Se produce por ejemplo tras el parto, enfermedades graves, estrés o grandes pérdidas de peso.
5. Alopecia cicatricial fibrosante: La pérdida de pelo se origina en la parte central de la cabeza como si fuera una diadema. Es irreversible.
Smith subió al escenario golpeó a Rock, regresó a su sitio y pidió a gritos que el conductor jamás hablara de su mujer. Parece trivial y lo demás son aderezos, a mí lo que me interesa es analizar que el suceso deja translucir el machismo existente, la defensa de la “caballerosidad” que no es más que un desplante protagonista e iracundo (la exigencia, si es que así fue, de la señora a ser defendida y no defenderse por sí misma, no me constan) que, so pretexto de elevar a la mujer a santa, a víctima, la infantiliza y justifica la violencia masculina. Pero eso sí, si las feministas rayan una pared o lanzan diamantina por el enojo ante la falta de atención a los feminicidios, son reprobables. ¿Jade necesita que la defiendan? ¿No es la reacción de Smith la de el macho que ve a su mujer cómo niña desvalida? ¿Si un hombre es calvo y se burlan de él la esposa debe subir a cachetear al agresor? ¿Rock se burla porque la calvicie duele a la mujer, pero es indiferente a los hombres? ¿El chiste era tan grave para ser violento cuando según esto la propia película defiende el no a la violencia?
¿No será que seguimos cegados ante el machismo?
Segundo Acto: Neosexismo y benevolencia
En mi opinión una sociedad democrática debe atender la construcción de identidades igualitarias en derechos, pugnar por relaciones entre mujeres y hombres que rompan con la subordinación de las primeras con respecto a los segundos. Que ayuden a construir una masculinidad consiente de la fragilidad humana, propia y ajena. Una sociedad que erradique la violencia y busque dirimir las disputas en paz.
El patriarcado es nuestra cuna, por tanto, percibirlo es muy difícil en pleno siglo XXI. El sexismo sigue aquí en los micromachismos manifestando y en lo que diversos autores denominan “neosexismo” (Lameiras, 2002, Martínez Benlloch, 2008). Consistente en afirmar que la igualdad ya es una realidad por tanto cualquier defensa de género es superflua y entonces se transforma en “sexismo benevolente”, que presentar a las mujeres como complementarias de los varones: “naturalizando la diferenciación jerarquizada entre los sexos y justificando el mantenimiento de los roles y la exclusión o discriminación de género”. Lo que Luis Bonino (2004) agrupa como “micromachismos”, que no son nada pequeños y menos
Benevolentes porque ayudan a invisibilizar los graves y violentos. Por ejemplo, hasta en los países más democráticos el trabajo del hogar sigue recayendo en la mujer; sigue siendo grave el número de mujeres víctimas de violencia de género por el simple hecho de ser mujeres y el aborto sigue considerando a las mujeres incapaces de decidir por sí mismas teniendo que someterse al dictámenes médicos. Hasta la Conferencia de Pekín en 1995 la violación de guerra fue considerada como crimen contra la humanidad.
En lo personal siempre me ha disgustado la presunción de “inocencia” o “santidad” de la mujer como inherente genital, es un modo de desacreditación ética que despersonaliza a la mujer que, o es una figura etérea incapaz de la libre elección de sus actos, o es irracional y requiere la guía y protección de su patriarca, sea padre o marido. Según María Elena Simón este hecho puede originar los siguientes síndromes en la vida de las mujeres:
• El síndrome de la cenicienta, donde la mujer como la pobre damisela del cuento de hadas es tontita, poco diestra y por ello cuenta con la benevolente protección masculina, que la reprende y guía con cualquier pretexto con razón o sin ella, sólo para mantenerla como dependiente.
• El síndrome de la becaria desclasada, muy propio de las “princesas caballero” que camufladas en el traje masculino rechaza cualquier manifestación femenina porque ensucia el saco de inferioridad simbólica. Son las autoritarias que replican y veneran las jerarquías rígidas.
• El síndrome de la abeja reina, aquellas que desconocen el tema de los privilegios y opresiones, presumen que porque ellas “lograron” posiciones de poder las que no lo hacen carecen de mérito y disciplina.
Acto 3: Violencia de generada
No me gusta la violencia, hemos hecho de todo para intentar vivir en paz, lamento muchísimo que vivamos en tiempos tan polarizados. Toda esperanza de que la pandemia nos haría reconsiderar muchos de nuestros errores como especie parecen haber sido fuegos fatuos. Los Oscares pudieron, después de dos años, festejar la fiesta sin reclusión. Imaginé una ceremonia emotiva, buscando manifestar los deseo de paz en Ucrania de una comunidad de artistas que siempre se han pronunciado de ese modo. Pensé que un actor que hizo honor a un padre que defendía a sus hijas de la violencia sería congruente con ello. Hay una escena en la película King Richard donde el padre de las Williams permite que lo golpeen unos pandilleros que sistemáticamente agreden a sus hijas con tal de mostrarles que no deben sucumbir a las provocaciones.
El humor mordaz es muy propio de todas las culturas, son formas de agresión velada que ofenden y no son graciosas, lamento que se burlaran de Pinkett porque ciertamente es doloroso perder el aspecto que uno tiene, ya sea por enfermedad o vejez, ser insensible a eso es negar nuestra propia vulnerabilidad. La actriz cómica Amy Schumer fue agresiva en muchos momentos, a pesar de defender la equidad, el exceso de chistes sexistas no me resultaron oportunos. Abrió la noche diciendo “Somos tres mujeres conduciendo porque para La Academia era mucho más barato que contratar a un presentador hombre”, haciendo referencia a la persistente brecha salarial de género; de la película de Smith dijo: “Qué bueno que ahora se cuenten historias de mujeres como la de Venus y Serena, salvo que solo es sobre su padre Richard“. Importunó a DiCaprio diciendo “Ha hecho mucho para luchar contra el cambio climático y dejar atrás un planeta más limpio y verde para sus novias”. Equiparo la ceremonia con una comida de familia numerosa que ha dejado de verse por la pandemia y se reúnen después de dos años, frente y detrás de la televisión, estaban las leyendas ahí para ser quizás, celebradas por última vez, Liza Minnelli muy enferma; Robert DeNiro, Martin Scorsese y Al Pacino opacados por el ego de los tiempos, vociferando sólo para sí, aprovechando un foro que es de muchos.
Ser feminista no es defender a las mujeres sino defender una forma armónica de vivir en respeto, el comentario de Rock es torpe y tan agresivo como el de Schumer, pero ella es mujer, sus palabras son “inofensivas”, Rock es hombre y sus palabras son “letales”. Smith es un “héroe” caballeresco, Jade Pinkett una pobre mujer “mancillada”. Puro argumento anticuado. Y luego Smith hace toda una apología de su imprudencia al muy estilo macho que tanto reprobamos de los populistas “Lo hice por defender al pueblo bueno”, “Lo hice por defender a mi mujercita ultrajada”.
A Jade correspondía hablar con Rock y expresarle su molestia en un momento oportuno, Shumer quiso hacernos reír y sólo evidenció su falta de gracia para convocar lo mismo en mejores términos. También está presente en redes la tentación añeja de tachar a Jade de la mala que ocasionó como Eva el pecado masculino y tampoco.
El incidente es una buena oportunidad para cambiar patrones, Jade es muy guapa, ¿les parece justo que un hombre calvo se considere sexy y una mujer calva “enferma”, ” vulnerable? La calvicie o la vejez masculina la vemos de un modo y la femenina de otro. Perder el pelo es muy duro, pero vivir condenados a ser juzgado por el aspecto me parece tristísimo. Me quedo con la palabras de Rosa Montero en su columna de esta mañana, “… el feminismo no es una ideología, por fortuna. No es un sistema cerrado de ideas, sino un grandioso movimiento cultural y social que está cambiando el mundo”.
Nota final
Alejandra Cuevas salió libre es digno de celebrarlo.
Referencias:
Bonino, Luis (2004): “Las microviolencias y sus efectos: claves para su detección” dentro de Ruiz Jarbe, C. y Blanco, P. (comp.) (2004): La violencia contra las mujeres. Prevención y detección, Madrid, Díaz de Santos, 2004.
Boudieu, Pierre (2000): La dominación masculina, Barcelona, Anagrama.
Simón, María Elena (2003): “Sabía usted que la mitad de los alumnos son ciudadanas?” dentro de Martínez Bonafé, Jaume (Coord.) (2003): Ciudadanía, Poder y Educación, Barcelona, Graó.